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25 de agosto de 2013

UN FENOMENO QUE SE PROFUNDIZA: Ortografía, la asignatura olvidada que cosecha “faltas” en todos los niveles

Un docente de una facultad del denominado Bosque Este de la UNLP le pidió a sus alumnos redactar un texto que no debía superar una carilla de extensión. Sólo uno, de una comisión de más de cincuenta, no tuvo faltas de ortografía. El promedio de errores fue de entre diez y quince, con un pico de veinticuatro. El caso no fue una excepción. Los profesores universitarios afirman que ese tipo de situaciones ya constituye la regla, y que no se limita a los cursos de ingreso o a los primeros años. ¿Dónde nace el problema y por qué? Y otro interrogante, cuya respuesta preocupa más aún cuando se consulta a ciertas maestras y pedagogas: ¿Los chicos y jóvenes consideran un problema escribir mal? Falta de atención y de lectura, muchos cambios de métodos de enseñanza en poco tiempo, desarticulación entre los distintos niveles educativos y cierto relajamiento en la corrección desde que el niño toma por primera vez el lápiz aparecen como algunos -apenas algunos- factores que han relegado la ortografía a un segundo plano en el proceso de aprendizaje.

Más de medio siglo de docencia sobre sus espaldas le permite a la pedagoga María Lilia Merzdorf tener una mirada sobre el tema que abarca distintas épocas de “la enseñanza de la lengua”, como define al conjunto conformado por “la lectura, la escritura y la expresión oral. Todo ello tiene que ver con la construcción del pensamiento, y pensar es pensar con significado. Muchas veces se utilizan palabras sin saber lo que significan, y cuando la enseñanza se aparta de los significados es una cuestión vacía”, sentencia, a medida que ingresa en los métodos actuales, con los que decididamente no está de acuerdo.

pedagogia “en extincion”

María Lilia resalta que “el niño naturalmente pregunta. ‘¿Qué es? ¿Para qué? ¿Por qué?’, pero cada vez se lo escucha menos o se le contesta con evasivas, y lo mismo, aunque por otros motivos, pasa en la escuela”, asegura y habla de dos motivos. Uno es netamente práctico, como la imposibilidad de personalizar más la enseñanza debido a la enorme cantidad de grados superpoblados. El otro hunde sus colmillos en la metodología que se usa en las aulas. “Fueron ganando terreno teorías más psicológicas que pedagógicas, que impiden al chico acceder a las múltiples formas de escritura y, por ende, de lectura. En primer grado y parte de segundo se enseña con imprenta mayúscula, lo que viene a alterar incluso los signos de puntuación. Además, ello priva al alumno de desarrollar un grafismo propio, una expresión personal, en cursiva. Si a eso le sumamos que se lee poco, que se perdió la lectura en voz alta, el resultado no puede ser bueno”, subraya.

Con esos errores a cuestas, el chico pasa al secundario y llega a la universidad “con una mala enseñanza, porque desde pequeño no fue monitoreado paso a paso, de modo que nunca pudo hacerse cargo de sus errores y superarlos con la ejercitación”, realza.

dictarle al maestro

El dictado sistemático pasó al olvido. “Hoy se parte de la oralidad. Son los alumnos los que le dictan a la maestra, y luego se trabaja sobre ese relato. Es decir que las reglas ortográficas se siguen enseñando, pero no como una cuestión aislada, sino a partir de un texto que se debe interpretar y comprender”, explica la directora de la Escuela 19, Alejandra Méndez.

La docente no pone el énfasis en los nuevos métodos, pero reconoce el problema. Habla de una tendencia creciente a “escribir en forma rápida y sencilla” por parte de los chicos y jóvenes, y remarca que “es necesario buscar las raíces del problema” de la ortografía. Apunta, en tal sentido, a sistemas o formas de enseñanza anteriores que “han fraccionado la educación”. “La implementación de la EGB primero, luego la creación de la ESB y la Media, ninguna de las cuales era ‘la’ secundaria, atentó contra algo primordial, como la articulación entre niveles”, subraya.

Méndez afirma que “hoy (tras el regreso al sistema de jardín de infantes, primaria y secundaria) se está profundizando en esa articulación, pero todo cambio lleva un tiempo de ajuste”, señala. No obstante enfatiza que “los nuevos medios de comunicación (celulares, redes sociales) que los chicos manejan como nosotros la lapicera, quizás hayan creado el vicio de escribir en forma rápida, sencilla y sin reparar en errores. Tendríamos que detenernos más en eso, analizar dónde está el quiebre y solucionarlo”, apunta.

el “mal de la epoca”

Maestra desde hace 56 años en el Colegio San José, Catalina Ventura asegura que el de la mala ortografía es “un mal de la época”, y, entre otros factores, hace hincapié en “la falta de atención de los alumnos hacia el sonido de la palabra; son los chicos de la era de la imagen, que viven bombardeados por los medios de comunicación”.

Coincide con María Lilia Merzdorf en que el uso de imprenta mayúscula y el tener que abordar la palabra en un contexto más amplio no arrojó mejores resultados. “Antes se enseñaba la letra y el sonido, se formaba la sílaba, se hacían dictados, se corregía. Quizás no sea malo volver un poco a las fuentes, a trabajar en una buena caligrafía, en recuperar el valor semántico para una buena redacción”, enumera, y, aunque lo ve difícil, dice que no hay que resignarse. Pero a la vez aclara que “(la mayoría) de los maestros y profesores son los jóvenes de hoy y pueden no compartir esta opinión”.

Sin embargo, “el continuo cambio de métodos de enseñanza que hubo”, con los resultados que hoy se ven, parece darle la razón. Y ejemplifica: “Una escribe en el pizarrón sustantivos propios, los explica, los subraya, y resulta que luego, entre el 15 y el 25 por ciento de los chicos lo copió mal en el cuaderno. Eso es falta de atención -insiste-. Y es que una escucha elogios como que tal o cual niño maneja la computadora con una facilidad enorme... Pero para los juegos”, subraya.

Cree que se ha caído en el facilismo. “Lo de la imprenta mayúscula tiene que ver con la simpleza para escribir, se usa un trazo duro, recto”, dice Catalina.

En cambio, la vicedirectora de la Escuela 84, Graciela Aranda, opina que “la imprenta mayúscula facilita el camino para introducir al chico en el mundo de la lectura”, al tiempo que afirma que el método de que los alumnos le dicten al docente “posibilita, al rever y reescribir los textos, abordar los problemas” que hacen a la escritura.

textos ilegibles

La profesora de Letras Leticia Cazorla cree que “en la situación actual inciden varios factores, como la falta de lectura, la falta de atención y la falta de énfasis desde la escuela primaria en el tema de la ortografía, porque en muchos casos no se la considera una cuestión sustancial”.

“No se advierte que la ortografía es importante para la comunicación y que realmente los errores dificultan la lectura -destaca-. Uno lee por golpes de ojo, no letra por letra, y si hay una letra equivocada es más difícil predecir lo que sigue y la lectura se traba. Me ha tocado corregir textos ilegibles, y cuando hablo con los chicos del tema veo que no lo consideran importante. Dicen que en la primaria no se los corregía. No hay un hábito de preguntarse cómo se escriben las palabras, y esto es porque no se trabajó o se trabajó poco desde más chicos. Entonces, cuando se quiere revertir, el problema está instalado, con el agravante de que se desvaloriza el saber escribir bien”, remata.

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