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2 de octubre de 2022

Visión opositora . By Justo J. Watson

¿Tenemos en Argentina algún o alguna estadista? ¿Alguien que pueda guiar con sabiduría y vocación desinteresada de servicio en lugar de tratar de ganar elecciones sumando vivezas y zancadillas para usufructuar del Estado?

 Estadista es aquel que se adelanta a las necesidades y reclamos de su sociedad mientras que político a secas es quien corre por detrás de aquellas demandas. Por detrás de faltas de previsión y estupideces… ya consumadas.

El fenómeno de gobiernos autocráticos que acceden al poder apoyados por el voto mayoritario encuentra parte de su explicación en estudios que estiman la edad mental promedio de los seres humanos actuales, entre los 13 y los 17 años. Porque la sujeción y sometimiento por parte del poder ejecutivo de los poderes legislativo, judicial y de prensa, característica operativa de las dictaduras, se apoya sin piedad en esa inmadurez popular para trocar repúblicas democráticas en cáscaras vacías al estilo ruso o venezolano.

En esa cuerda, el kirchnerismo que nos gobierna denuncia como oligárquica y contramayoritaria a la independencia judicial garantizada por nuestra Constitución, afirmación que por otra parte vuelve a desnudar la táctica de “proyectar” en sus detractores características que le son propias, como la de ser su nomenklatura (políticos y sindicalistas corruptos en connivencia mafiosa con pseudoempresarios cortesanos) la verdadera Oligarquía Nacional. “Nueva” oligarquía en funciones, como bien sabe todo argentino adulto, desde el año 1945. Otro atropello conceptual peronista que va en línea con su tradicional pretensión hegemónica, que apeló y apela a emociones básicas propias de aquella inmadurez para clientelizar idiotas útiles pre-esclavizados a través de un gramsciano adoctrinamiento escolar (y universitario) endiosador del Estado, en provecho de sus líderes. Provecho pecuniario de casta que, merced al desastre de la actual gestión estatal, es cada día más visible. Situación esta última que está forzando un cambio cultural que implica traumáticos virajes individuales desde lo emocional hacia lo racional, a pesar de nuestra edad mental promedio (más baja aún, de seguro, que la mundial).

De seguir así las cosas, dentro de un año habrá quedado definido un nuevo sistema de paradigmas. Y un cambio de poder político que según todo indica interrumpirá nuestra irresponsabilidad adolescente de casi ocho décadas en un giro histórico. Copernicano.

La siempre minoritaria fracción madura, la élite intelectual y cultural de nuestra sociedad debe despertar ya, hoy, antes de las elecciones del ‘23 a la asunción de que dos tercios del comercio mundial, la investigación y el desarrollo globales son impulsados y financiados por compañías privadas, no por gobiernos. Y que esto crece y se consolida cada día con nuevos avances tecnológicos, de IA y cripto informáticos al tiempo que instituciones tradicionales como los mismos Estados, las escuelas, los sindicatos, los organismos supranacionales, las religiones y las familias se ven inmersas en profundas crisis; en graves replanteos de identidad, modus operandi y razón última de ser.

Nuestra élite opositora debe despertar y elevar a un o una estadista con férreo apoyo, anticipándose a otras sociedades en la tarea de reorientar reglas y consensos en la dirección correcta (como lo hizo nuestra “generación del ´80” con J. A. Roca) para no volver a perder el tren de la Historia.

Debe hacerlo porque la humanidad se encuentra en una transición global hacia un cambio de estándares en lo social y económico: de estatales a no estatales; de políticos a no políticos. De instituciones centralizadas, costosas, muchas veces inútiles y corruptas a organizaciones privadas descentralizadas, más convenientes y útiles.

Una tendencia histórica gradual pero indetenible desde lo coactivo, impositivo y socialista hacia lo voluntario, libre y capitalista, de la mano de trabajadores, emprendedores y empresarios de nueva generación con nueva comprensión holística y social, apalancados en tecnologías de punta y acuerdos voluntarios más heterárquicos (de redes conectivas horizontales) que jerárquicos (ordenamientos de tipo piramidal).

Un tránsito disruptivo de lo violento a lo no violento, que viene de la mano de jóvenes líderes comunitarios y culturales empoderados en el respeto a (hoy) impensadas libertades individuales y proyectos de vida alternativos, de altísima potencialidad multiplicadora de bienestar.

La oposición al actual régimen, tiene la palabra. Y la responsabilidad de visualizar ya la profundidad de ese cambio. De vincularlo con audacia a los argentinos de manera esperanzadora, en el diseño de una plataforma de gobierno consensuada. Y de seleccionar con verdadera vocación desinteresada de servicio al o a la estadista más valiente y confiable para llevar esas ideas a la práctica.

Justo J. Watson

www.libertadynoviolencia.blogspot.com

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