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18 de marzo de 2016

Todo lo malo se va bailando

Dicen que las penas se van bailando porque danzar no sólo libera tensiones, sino que además despeja la mente y llena el cuerpo de energía.

Los entrenadores aseguran que es un excelente ejercicio porque tonifica los músculos, reduce el colesterol, quema calorías, mejora el sistema respiratorio y por si fuera poco, libera el estrés. 
Además, según estudios neurocientíficos los beneficios que aporta practicar algún tipo de baile son múltiples: estimula áreas del cerebro que regulan la memoria, libera endorfinas, lo que provoca una sensación de bienestar y buen humor; y trabaja la coordinación del cuerpo. 
Por eso muchos terapeutas recomiendan practicar un ritmo a cualquier edad y en algunos hospitales de nuestro país se brindan talleres de danzaterapia para adolescentes y adultos.
Investigaciones sobre gerontología arrojaron que tener la rutina de bailar rebaja la posibilidad de sufrir demencia senil porque aumenta la capacidad intelectual y reduce el riesgo de deterioro de la función cognitiva en la vida adulta, ya que al seguir una coreografía se le exige al cerebro que recuerde pasos y secuencias, lo que estimula el poder mental y mejora la memoria.
Pero no sólo interviene la memoria a corto y largo plazo, necesarias para recordar la secuencia de movimientos, sino que se requiere también percepción visual y auditiva, coordinación motriz, equilibrio, comunicación y empatía para predecir los movimientos de la pareja o del grupo. 
Como ejercicio aeróbico ayuda al fortalecimiento cardiovascular y en los niños favorece la concentración, la atención, la memoria, trabajar y pensar más rápido, y formar nuevas interconexiones neurales.
Todas las personas pueden bailar, más allá de la edad y las condiciones físicas que posean. Se estima que un adulto de 75 kilos puede quemar aproximadamente 150 calorías practicando un baile en forma moderada durante 30 minutos.
Además es apto para todos los estados civiles, porque se puede hacer sola, con amigas o en pareja. Y si todavía no te animás, probá con bailar un rato a la mañana en tu casa antes de comenzar el día.

¡Salí a la pista!

Según la bailarina y profesora de baile de flamenco Andrea Zotta, "este ritmo tiene un impacto muy positivo en la salud emocional. Se recomienda a personas que padecen depresión y soledad ya que este género es fuerza, ritmo, arte, seducción y no importa la edad para practicarlo". 
El tango, con su abrazo intenso, propone confiar y escuchar al otro, dejarse llevar por la pareja de baile, fluir con la improvisación. Además no sólo mejora la coordinación motora sino que estimula la sociabilidad en las personas mayores. 
En algunas regiones de Estados Unidos aplicaron esta danza para mejorar la movilidad funcional en pacientes con Parkinson. 
Para aquellos que aman los ritmos más rápidos, el rock and roll es una buena gimnasia, ya que al practicar giros y saltos, se tonifican los músculos de las piernas y los brazos. Además, divierte, relaja, quita la ansiedad y la depresión. 
Las danzas regionales como el folclore estimulan la sociabilización mientras que los ritmos caribeños son ideales para liberar el estrés emocional, estimular la sensualidad y mejorar el humor además de trabajar la coordinación y el equilibrio. 
Los bailes de salón, por su lado, apuestan por la interrelación social y ayudan a vencer la timidez. Todas recordamos el filme ¿Bailamos? donde un hombre absorbido por la rutina (Richard Geere) mejora su relación de pareja y familia con la ayuda de su profesora de baile (Jennifer López). 
Es que danzar es una actividad neural donde las emociones se fusionan con el área motriz y la razón. 
"Danzar es sentir; sentir es sufrir; sufrir es amar. Usted ama, sufre y siente. ¡Usted danza!", dijo Isadora Duncan.

10 Beneficios exclusivos del baile según la neurociencia

1. Desarrolla la inteligencia. La música y la danza conducen a mayores habilidades intelectuales. Al trabajar con pasos y coreografías, el baile ejercita la memoria operativa (la capacidad de recordar) que usamos al calcular o planificar a corto plazo.
2. Aumenta la capacidad de improvisar. Cuando bailamos espontáneamente, nuestro cerebro toma decisiones rápidas para cada movimiento y lo hace sin responder a un patrón fijo, obligando al cerebro a "reinventarse" a cada paso.
3. Entrena la eficiencia. La facultad de planificar y controlar distintas tareas a la vez es otra bondad del baile, potenciando nuestra destreza multitasking.
4. Gestiona las emociones. Moverse al ritmo de la música es una vía para encauzar y expresar emociones, pero también para procesarlas y dirigirlas gracias al mismo mecanismo que usamos cuando repasamos mentalmente una canción o coreografía.
5. Potencia la empatía. Al bailar con otros, nuestras emociones están en sincronía y las experiencia emocionales se mimetizan.
6. Fortalece la autoestima. Buscar la propia expresión, a través del baile, reafirma nuestra autoestima y nos confiere seguridad.
7. Recupera el juego. Bailar es una actividad lúdica y por eso, hacerle un espacio es rescatar nuestra naturaleza más instintiva: recordemos que todos los animales juegan.
8. Mejora la plena conciencia. Al bailar, nos concentramos en el presente. No hay margen para la preocupación. Se ha demostrado que bailar puede ser tanto o más efectivo que meditar para mejorar nuestro sentido del aquí y ahora.
9. Previene la demencia. En un amplio estudio, el gerontólogo Joe Verghese concluyó que la principal actividad física que podría preveer contra la enfermedad de Alzheimer es el baile.
10. Promueve la unión social. La danza es un medio de comunicación que favorece la cohesión social al permitir que la gente se una imitándose, hablándose y formando grupos. Existen estudios que confirman que cantar y bailar grupalmente tiene ventajas evolutivas y mejora la expectativa de vida.

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