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11 de enero de 2016

Máxima adrenalina en el primer túnel de viento del país que permite volar

La estructura recién inaugurada en General Rodríguez genera una corriente de aire de 200 km/h y se usa como simulador de caída libre. Allí entrenan paracaidistas, pero también está pensado con fines recreativos: puede probarlo gente sin experiencia...

En el cruce de las rutas 6 y 24, en General Rodríguez, una imponente estructura con una forma bastante particular sorprende a los viajeros desprevenidos. Hasta el mes pasado, el lugar permanecía cerrado porque estaban haciendo ajustes. Entonces, los pronósticos arriesgaban ideas disparatadas: una especie de torre, un tanque de agua, un silo, un depósito o un observatorio astronómico. Pero el misterio al fin quedó develado: se trata de un túnel de viento vertical, que es utilizado como un simulador de vuelo o de caída libre para hacer saltos de paracaidismo, pero mucho más cerca de la tierra.

Cuentan en el lugar que al fin el sueño de volar resulta posible y muchos son los que quieren vivirlo en persona. Desde los primeros días de diciembre, cientos de visitantes ya se lanzaron a la aventura de desafiar la gravedad. "En un principio habíamos pensado en abrir los viernes y sábados, con turnos reservados previamente, pero ya nos quedó corto.Hay un entusiasmo enorme", cuenta Norberto Calvagni, uno de los responsables del lugar.

 

El proyecto fue pensado en familia y la construcción arrancó en 2013. Norberto es el emprendedor, quien habla con una pasión contagiosa y recibe a los curiosos. Su hermano Ariel, ingeniero aeronáutico, ideó la estructura, se encargó de la parte técnica, el diseño a escala, los ajustes y detalles de la seguridad. Lito, el papá, es metalúrgico y puso su experiencia y conocimientos para concretar el sueño de sus hijos. Y de nuevo Norberto fue quien convenció al resto –son oriundos de Lanús– de instalarse en General Rodríguez. "Tenía que ser un lugar alejado, para no generar molestias a los vecinos, y que a la vez tuviera muy buen acceso desde Capital", explica.

"Vuela" –así se llama– es el primer simulador de estas características que existe en Sudamérica. Los Calvagni habían visto otros similares en Estados Unidos y en Filipinas, y hace unos años comenzaron a pensar que montar uno en Argentina no era una idea tan descabellada. "Es recreativo, una sensación muy linda y no hay otra forma de experimentar la caída libre, salvo tirándose desde un avión", detalla Norberto.

 

 

 

Este simulador, a diferencia de otros que son itinerantes –se arman y desarman en diferentes localizaciones–, funciona siempre en el espacio de Rodríguez. Entre salto y salto, los visitantes pueden ver las piruetas de los instructores, verdaderos expertos, y observar detenidamente cómoun pequeño movimiento de los brazos, las rodillas o la cabeza modifica sustancialmente la resistencia que el cuerpo ofrece al viento y, por supuesto, la manera en que la persona "flota" o se desplaza en la cabina. "La sensación es increíble. Quiero volver ya", repiten los visitantes.

Aunque el primer objetivo de los Calvagni fue pensar el lugar como una opción de recreación y diversión, sobre la marcha llegó el público experto interesado en aprovecharlo. Desde 2013, paracaidistas, deportistas extremos, pilotos y aladeltistas venían siguiendo la evolución del proyecto. "Ya vinieron todos a probarlo y están felices", remarca Norberto.

 

 

 

Cristian Rodríguez, uno de los instructores que acompaña en todo momento a los "voladores", explica: "Para un paracaidista es una oportunidad de mejorar técnicas. Imaginate la cantidad de veces que tendría que subirse a un avión para igualar la cantidad de saltos".

En materia de seguridad, los dueños de "Vuela" trajeron las normativas que implementan en los simuladores de otros países, ya que no había antecedentes argentinos. En el conducto hay rejas, redes y barreras de seguridad que contienen a los intrépidos ante una posible caída. Los visitantes usan trajes especiales, calzado cerrado, protector auditivo, casco y antiparras.

 

 

 

Según cuentan en el emprendimiento de Rodríguez, la estructura del túnel fue construida con acero íntegramente en Argentina, y sólo importaron los cuatro motores que al activarse generan una corriente de aire que da la sensación de volar con un viento que puede superar los 200 kilómetros por hora. Para probarlo no hace falta experiencia previa: pueden hacerlo chicos desde los siete años y destacan que ya voló un hombre de 80. El costo por hora es de $ 900 pero hay precios especiales para grupos.

El paso que sigue en este proyecto es armar un predio recreativo para comodidad de quienes esperan al "volador" y equipar el bar, el lugar ideal para reunirse a festejar la hazaña.

 

 

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