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8 de febrero de 2015

Se busca un perejil… by Jorge D’Amario Cané

“No es tan culpable el que desconoce un deber como el que lo acepta y lo pisa”, Concepción Arenal.
El desgobierno argentino sigue jugando a las escondidas. Tantas cosas ha escondido, que ahora esconde a los verdaderos culpables del homicidio -según se deduce- del Fiscal Alberto Nisman.

Se habla de Irán. Se habla de los servicios de Inteligencia extranjeros, se oyen las hipótesis de desatinados y complacientes funcionarios que no se ocupan de conducir sus áreas sino de distraer la atención pública con versiones que sólo en la mente trastocada de este kirchnerismo absurdo y vendepatria, se pueden crear.

La verdad sea dicha: Desde Aníbal Fernández, pasando por Jorge Capitanich y el resto de la gavilla, todos se han encargado de enredar la madeja de un asesinato que jamás debió ocurrir en la Argentina “democrática” de Cristina and Company.

Si leemos la historia, sabemos que, el primer crimen político producido en la Argentina, fue el de Mariano Moreno, enviado a España no para que llegara convenientemente, sino para que se muriera en medio del mar. Desde el nacimiento mismo de la Argentina, la política nacional se ha alimentado de poder, de caprichos y de sangre. Siempre se aplica la bestialidad de la fuerza cuando la razón y la verdad, flaquean.

Desde siempre la Argentina vive una democracia virtual, donde existen los organismos nacionales, los funcionarios públicos, la división de los poderes, la organización federal en provincias, los gobernadores, los jueces, las oficinas recaudadoras de las que nadie se escapa excepto los funcionarios políticos, los organismos de inteligencia que nos espían hasta en el baño, pero donde todo funciona -según estamos convencidos por los hechos- con un perfecto mecanismo bien aceitado por el dinero de los argentinos que trabajamos y manejado discrecional y tiránicamente, sin vergüenza ni dignidad, por funcionarios ineptos y gobiernos recaudadores que se han creído todas las mentiras que históricamente se han imaginado para los ingenuos argentinos que le creen.

Pero no sólo la democracia funciona según la mente trastocada de la gobernante y sus acólitos. Hacia adentro y hacia afuera de nuestras fronteras, también nos permitimos hacer papelones que rayan el histrionismo, con situaciones discutibles y atrevidas que rozan la dignidad nacional, aplicando políticas entreguistas como lo dejan traslucir los arreglos comerciales y financieros que se cierran con otros países “amigos”. Lo más reciente, es el “arreglo” que Argentina concretó con China, como lo anuncian diversos medios que señalan que, nuestro país “le ha cedido a China 600 mil hectáreas de terreno “sin permiso del Congreso nacional” y le ha dado el vistobueno “sin permiso del Congreso Nacional tampoco”, para que China instale, dentro de la Argentina, un base militar en la provincia de Neuquén. Preguntas lógicas de cualquier argentino: ¿Para qué fines les cede a los chinos 600 mil hectáreas de terreno (a las que no tienen acceso los productores argentinos) y por qué el permiso para instalar, dentro de nuestro país, un base militar”? Esto, por decisión de la presidenta de la República, es lo que Perón llamaba, la “antipatria”, lo que será, seguramente, material para una nota futura.

La violenta muerte del Fiscal Nisman, pinta de cuerpo entero cómo se maneja la política interior argentina y cómo se hace con los opositores, y fundamentalmente, con los miembros de la Justicia a los cuales no se puede acallar con pruebas contundentes que desactiven “de verdad” los cargos que se les endilgan. Vieja costumbre impuesta en la política argentina, aquella que sugiere asesinar a los opositores cuando dicen la verdad y no se puede engañar al pueblo con explicaciones dudosas, como ahora de boca de los altos mandos del gobierno kirchnerista.

La presidenta -dando lástima desde un sillón de ruedas con el cual le ha faltado el respeto a los hombres, mujeres y niños que lo necesiten de verdad, para hacerse la sufrida y la estoica-, se ha encargado de decir que nadie hace callar a la mandataria y que nunca se va a callar. En realidad, los que se le quiere hacer entender a la presidenta, es que los ciudadanos argentinos, de espíritu democrático y republicano, estamos hartos de la bobería, de la risa descolocada, de la burla a los que sufren anunciando migajas... Lo que se le quiere decir a la señora es que se calle la bocota para que no vuelva a decir idioteces por la Cadena Nacional, un servicio que debe ser utilizado no para autoglorificarse, sino para hacer conocer, con respeto y dignamente, los “verdaderos “ actos de Gobierno y que no siga mintiendo como la piba del barrio que ha caído en desgracia...

Nadie se ha encargado de denostar con mayor ahínco la figura de la Primera mandataria de este país nuestro, que esta misma Presidenta que ha llegado a hacer papelones hasta en el exterior, en esos “presuntos viajes de interés comercial”, bailando cumbia y hasta haber bailado el Himno Nacional Argentino, demostrando cuál es la verdadera orientación “nacional y popular” de la cultura argentina y del nivel de irrespetuosidad que se muestra por la historia de la Nación. Nuestros niños y jóvenes, no saben el Himno Nacional, porque ya no se enseña en la mayoría de las Escuelas, ni se iza la bandera argentina como ordena el Ceremonial en cuanto hace al uso de los símbolos patrios y como siempre se hizo en las escuelas. Los valores de la cultura argentina, ahora son el matrimonio igualitario la corrupción, los planes sociales, la decadencia cultural, la prostitución, la inseguridad, el asesinato de Fiscales, la depredación de las instituciones con funcionarios a la medida de la corruptela oficial, la violación de las leyes, la violación sistemática y conciente de la Constitución Nacional, la presencia de un vicepresidente procesado, el avasallamiento de las libertades individuales y el ataque al periodismo que piensa diferente, cuando no es procesado aplicándosele la ley contra las actividades guerrilleras, entre otras muchas actitudes hostiles contra los medios, los sectores sociales y en contra del desarrollo, el progreso y la cultura de los habitantes de la Nación.

Esto conlleva, a observar, inequívocamente, que la degradación de la cultura “nacional y popular”, es un verso “perverso” que nos conduce al precipicio del cual ya no saldremos porque la mentira, la farsa política y la burla oficial, se han apoderado de una buena parte de los argentinos que siguen, obstinadamente, aplaudiendo este desastre, bañándose en la fuente interior de la Casa de Gobierno, como si en lugar de ser considerado como el asiento de la presidenta de la Nación, sea menos respetado que “el bulín de la Calle Ayacucho”.

La muerte del Fiscal Nisman, en síntesis, debe tener un culpable -según el gobierno- y para terminar con el problema, el Estado está buscando la forma de atribuirle la responsabilidad a cualquiera que tenga méritos según su saber y entender. El desgobierno argentino “necesita” un culpable civil para someter a la oposición y descolocarla con los ojos puestos en las futuras elecciones. Como siempre, la culpa la tuvo “el otro”.

Ya no se conforma con doce años de desquicios jurídicos y financieros, de prepotencia y de arbitrariedades. Le es necesario quedarse a vivir en Balcarce 50 y sus oficinas y sucursales de todo el país. Es necesario, para esta presidente, que aparezca un culpable al que se pueda colgar en Plaza de Mayo para “escarmiento” de los opositores y del periodismo que no le es leal. Meter miedo. Apenas ocurrido el hecho, era un suicidio. Luego le convenía más que fuera un “asesinato” para denostar a los opositores, y en lugar de llamar a declarar a Jaime Stiusso -quien era el jefe de la SIDE- lo jubiló prontamente antes del asesinato y el buen hombre ahora “desapareció de los lugares que solía frecuentar”. La respuesta a “quien asesinó a Nisman”, podría llegar a ser como el cuento de la buena pipa... sin final y sin autores.

De todas formas, el gobierno sigue su búsqueda desenfrenada de un culpable, de alguien a quien pueda culpar. Un perejil, digamos y es posible que ya lo haya encontrado.

Aun así, este desgobierno, más depreciado que un billete de 100, pretende hacerle frente a la oposición en las próximas elecciones, de la mano de Cristina, Máximo, De Vido, Aníbal Fernández, Stiusso y D’Elía, detrás de quienes están, seguramente, los responsables de la muerte del Fiscal Alberto Nisman.

No obstante ello, pensamos que el pueblo argentino despertará finalmente del absurdo letargo de 12 años de empobrecimiento, para votar por un nuevo presidente, donde otra vez se renueve el único voto inviolable e intransferible, el de una nueva esperanza.

Jorge D'Amario Cané

Director periodístico de Radiomercosur.com

[email protected]

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