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31 de julio de 2014

Bulimia y anorexia: dos trastornos que ahora también crecen entre los varones

Son patologías alimentarias que aumentaron en el país un 350% en el último decenio entre los adolescentes hombres, según el último informe de Aluba Hace ya tiempo que la estética dejó de ser una cuestión exclusiva del universo femenino. Los hombres comenzaron a preocuparse e innovar con sus peinados, trabajar los abdominales de la panza y hasta controlar la prolijidad de las uñas o depilarse el pecho para lucir una piel más suave. Pero con ese nuevo “cuidado” al físico apareció también su contracara: la obsesión, lo patológico. Y el resultado es que aumentaron significativamente los casos de bulimia y anorexia entre los más jóvenes. Así, al menos, lo asegura el último informe de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), según el cual estas patologías alimentarias crecieron en el último decenio un 350% entre los varones adolescentes de nuestro país.

En sintonía con la mirada de Aluba, los especialistas que buscan explicar este llamativo incremento no dudan en señalar como responsables a los valores actuales de belleza que rigen tanto para chicos como para adultos, muchos de los cuales atentan directamente contra la salud de las personas. “Se vive en una tiranía de cuerpos extra delgados”, asegura la nutricionista local Roxana Cordenti, para quien “las principales víctimas de esa tiranía son los adolescentes. Históricamente fueron las mujeres las que más sufrieron trastornos de tipo alimentario, pero ahora vemos que a la consulta llegan cada vez más varones, y muchos de ellos todavía no llegan a la mayoría de edad”. El informe elaborado por Aluba reveló este incremento basado en un relevamiento de más de 100 mil casos en varias provincias, únicas cifras existentes en el país sobre la temática. “En el 2004 se registró un nivel de patologías del 2% en el total de adolescentes varones encuestados, mientras que en el último informe el índice llegó al 9%”, explicó Mabel Bello, fundadora y directora médica general de Aluba. Bello recordó que hace 30 años, cuando nació la Asociación, “las estadísticas y las consultas mostraban que del total de afectados por desórdenes alimentarios un 95% eran mujeres y el 5% restante varones, mientras que hoy hay un número proporcional muchísimo mayor”. Para Bello, además, “hay también un cambio cultural importante que justifica eso: los jóvenes se depilan, prestan más atención al propio cuerpo, tienen más dificultades para integrarse socialmente o para conseguir trabajo y eso puede generar conductas adictivas en personalidades predispuestas”. GRUPOS A la hora de buscar alternativas para evitar una escalada de casos entre los adolescentes, Cordenti apunta al núcleo familiar: “si no hay control de la propia familia ni transmisión de valores esenciales -dice-, va a ser muy difícil que los chicos reviertan esta tendencia sólo por las suyas. Esto es una tarea de todos: padres, entidades, medios, Estado. Hay que tener en cuenta que no se trata de temas estéticos: está en juego la salud de la población”. Por otra parte, Bello asegura que existen dos grupos importantes de “población de riesgo, uno formado por niños o niñas perfeccionistas, rígidos, obsesivos, generalmente estudiosos o abanderados de escuela y con pocas habilidades sociales”. El otro “es un grupo mayor de chicos que presenta por lo general desórdenes de conductas y emociones, altibajos emocionales, irritabilidad, enojo, dificultades en el estudio o para concentrarse”, señaló. “En estas patologías -agrega Bello- que por lo general comienzan en la etapa adolescente, la de mayor vulnerabilidad, el 40% es genético y el 60% restante es cultural. Si la enfermedad se cronifica puede acompañar al individuo toda la vida, por lo que es sumamente importante prevenirla”. La patología alimentaria, se indica desde Aluba, es la que presenta mayor mortalidad entre las enfermedades psiquiátricas en la adolescencia a nivel mundial. “Habitualmente -explica Bello- la prevención está dirigida a explicarle a los chicos cómo está conformada la pirámide alimentaria y cuántas calorías tienen los alimentos, pero creemos que se debería empezar por educar o alertar a padres y profesores para que detecten a estos chicos que son objeto de burlas o les cuesta integrarse socialmente”. Según el estudio, los antecedentes de familiares diabéticos o con patologías del espectro bipolar aumentan el riesgo de enfermedad alimentaria. “Los antecedentes de trastornos bipolares o de diabéticos en la familia aumentan el riesgo de patología alimentaria -sostiene la especialista-, así como también detectamos un alto porcentaje de personas con ese tipo de trastorno que sufrieron abuso sexual en la infancia”

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