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8 de junio de 2014

OTRA MIRADA Sacerdote pedófilo protegido en Junin. Un artículo escrito por Omar Bello director del Diario La verdad de Junín

Se trata de José Antonio Mercau, uno de los curas pedófilos más crueles de la historia argentina. ¿Dónde está? ¿Quiénes lo protegen?
Escribe OMAR BELLO
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Recen por él En una de sus últimas misas, el padre Roberto Giovanettone, cura de la parroquia San José, sorprendió a todos pidiendo que recen por el sacerdote José. Obedientes, los feligreses oraron sin saber quién era el destinatario de sus rezos. Sólo unos pocos se acercaron a preguntar por la identidad de presbítero en cuestión y fueron recibidos con evasivas: “Pepe, el padre Pepe”, respondía Roberto. La mayoría asumió que se trataba de Pepe Di Paola, el famoso cura villero a quien el entonces Cardenal Bergoglio salvó de los narcos. Sólo un grupo minúsculo sabía la verdad. El famoso “Pepe” no sería otro que José Antonio Mercau, cura pedófilo perteneciente a una conocida familia de San Isidro (Buenos Aires), cuya excarcelación en marzo pasado causó un gran escándalo nacional ya que, según muchos, apenas cumplió parte de la pena dado que recibió los beneficios del dos por uno y otras “ventajas” provenientes de su condición sacerdotal y contactos en las altas esferas políticas, judiciales y eclesiásticas. Desde que fue visto por primera vez en la Laguna de Gómez hace ya varias semanas, LA VERDAD viene investigando los movimientos de este hombre que cometió actos no sólo indignos de su cargo sino aberrantes para la condición humana. ¿Quién es Mercau? José Antonio Mercau fue condenado a catorce años de prisión por abusar de cinco niños cuyas edades oscilaban entre los 7 y 10 añitos. Desde mediados de los 90 dirigía el Hogar de la parroquia Juan Bosco en el Talar de Pacheco, obispado de San Isidro, y se “especializaba” en varones que estaban en situación de calle (todos vulnerables). Muy respetado hasta que se conoció el horror, proviene de una familia adinerada y de prosapia que terminó dándole la espalda. Elegía a sus víctimas con una frialdad perversa: Todos pequeños huérfanos o con padres analfabetos que no podían entender el espanto que atravesaban sus hijos. Llevaba una especie de agenda donde anotaba quién “debía” ser violado determinado día. Los relatos son desgarradores ya que los chiquitos, por las noches, contenían la respiración sabiendo que uno sería retirado de su cama. Como “sistema de protección” algunos elegían hacerse pis encima para evitar ser manoseados. ¿Resultado? Mercau los castigaba quitándole la comida y otras barbaridades que prefiero no reproducir. Menos conocido que Grassi ya que no fue tan mediático, su accionar (según quienes investigaron el caso) fue aún más despreciable y cruel. La Justicia excarceló bajo palabra Mercau. La decisión fue tomada por el Tribunal Oral en lo Criminal 7 de San Isidro. ¿Dónde está? Mercau habría pasado una temporada prácticamente escondido en la casa del padre Roberto quien se “compadeció” de su situación (no está del todo claro cómo se contactaron). La estadía no habría durado demasiado ya que tenerlo cerca representaba un problema mayúsculo. De hecho, Giovanettone debía vivir aislado por la supuesta presencia del sacerdote pedófilo en su hogar. Ni siquiera sus conocidos más cercanos podían visitarlo. Cuando la situación no dio para más le habrían conseguido lugar en una de las casas cercanas a la Laguna de Gómez donde permanecería viviendo hasta hoy. ¿Cuál fue el problema? Confiado en la escasa difusión pública de su imagen (casi no se le conoce la cara) Mercau estaría dando largos paseos, en especial durante los fines de semana donde la Laguna se llena de gente. Fueron esas salidas las que dieron la voz de alerta ya que varios testigos lo habrían reconocido. LA VERDAD conoce la dirección del lugar que estaría habitando pero no podemos darla por cuestiones de seguridad. Si podemos decir que también esa casa también pertenecería a una persona muy ligada a la Parroquia San José, quien decidió ofrecerla para “liberar” al padre Roberto de semejante responsabilidad y contener al sacerdote quien, después de estar un tiempo cerca de la Catedral de San Isidro, debió partir ni bien se enteraron los medios. Un dilema ético A diferencia de lo que ocurre en países como Estados Unidos, nuestra ley no obliga a informar la presencia de abusadores de menores en la zona (por eso evitamos dar la dirección). Tampoco, hasta donde sabemos, Mercau demostró un comportamiento incorrecto ni está escapando de la justicia quien le concedió la libertad. Al mismo tiempo causa cierto escozor el hecho de que esta bestia esté cerca de nuestros niños, justo en la Laguna de Gómez donde concurren solos, en compañía de amigos. No señalo con el dedo al padre Roberto porque sé que Mercau está libre y el deber de un buen cristiano es perdonar. Al mismo tiempo siento la obligación ética (cueste lo que cueste) de transmitirle a los juninenses quién anda entre ellos “disfrutando” de esta supuesta protección y acudiendo a misa camuflado. Entiendo que la situación de este personaje proveniente de una familia tradicional que le dio la espalda es crítica. De la misma forma no puedo olvidar los relatos de aquellos niños abusados (repito, chicos de entre 7 y 10 años) que cuando cayeron en sus garras no tenían quién velara por ellos ni los protegiera. Debe haber pocas situaciones tan desgarradores como ser abusado por un sacerdote cuya misión en cuidar. ¿Qué visión del mundo tendrán esos menores hoy? Los rumores sobre la presencia de Mercau ya son un escándalo en la ciudad. Muchos no pueden creerlo (o prefieren pensar que no es así). Lo cierto es que hay indicios muy fuertes y, de mínima, tenemos el derecho a estar informados. Lo demás depende de la conciencia (y creencias) de aquellos que le habrían dado amparo

Gentileza: http://www.laverdadonline.com/noticia-49722.html

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