Lo más triste es que ni siquiera encontramos alivio recurriendo a latiguillos como “roban, pero hacen” o aquello de que “no comemos vidrio”, porque hemos tragado vidrios, sapos, tornillos y todo lo que se pueda imaginar uno para llegar a donde llegamos.

Tampoco nos cabe masoquearnos tarareando Cambalache porque ya se ha asociado tanto a Discepolín con nuestras pálidas que ni siquiera da para buscar consuelo en él.

Para peor de males hay políticos que cada tanto orejean alguna encuesta y se ilusionan con competir en las próximas internas total, mientras la ley de Ficha Limpia no se sancione… dale nomás, dale que va…

Así las cosas, hay uno que, según las malas lenguas, no terminó el secundario y su inculta cabeza sólo le permite jugar a la Play o chicanear a diario, otro a pesar de parecerlo, afirma indignado no ser títere de nadie (mientras se acomoda los piolines que tiene cocidos a sus mangas y botamangas desde el palo del titiritero). Un tercero parece haberse convertido en “el hombre invisible” tras su fracasado paso por la Rosada, sin ponerse colorado ante nada, a pesar de haber sido uno de los principales responsables de que hoy estemos como estamos, se permite opinar cual si fuera un turista recién llegado a la Argentina.

A todo esto, la reina de Tolosa (¿no habrá un sucedáneo del Botox, que le dé un aspecto más dulce a sus gestos?) olvidó los liquid paper que le prestó a Manzanares, para usarlos en los libros societarios de Hotesur y tuvo que antedatar planillas confeccionadas 2 días después de la fecha límite impuesta por la SCJN, tras la división del bloque en el Senado, entre gallos y medianoche, en una jugada más del juego sucio al que nos tiene acostumbrados el kirchnerismo.

No tenemos remedio, solíamos decir ante la desesperanza. Hoy decimos, es lo que hay…

Dan ganas de balearse en un rincón.

Otto Schmucler

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