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24 de agosto de 2020

Oyeron, pero no escucharon By Malú Kikuchi

La diferencia entre “oír” y “escuchar” es significativa. Según el diccionario de la RAE*, “oír” es percibir con el oído y “escuchar” es prestar atención a lo que se oye...

El 17 de agosto durante el impresionante banderazo en todo el país, el gobierno de los Fernández oyó, pero no escuchó.

Como toda protesta organizada y protagonizada por ciudadanos, los reclamos fueron múltiples. La desesperante situación del país así lo exigía. No había nadie que liderara. Fue una marcha en libertad y por la libertad. Pero lo que más se escuchó fue un NO rotundo a la reforma judicial.

La reacción de los Fernández pos banderazo ha sido curiosa. Haciendo oídos sordos al clamor de la ciudadanía, el Presidente dijo en su casi diario discurso: “No nos van a doblegar los que gritan”. Por su lado, la vicepresidente ordenó a las comisiones del senado tratar la reforma.

De parte de Cristina era esperable, forma parte de su personalidad; huye hacia adelante y por regla general se equivoca. Le pasó con la 125, le pasó con la democratización de la justicia, esta última su gran preocupación. El resultado es que varios senadores de las comisiones no tuvieron tiempo de leer el proyecto de ley de la reforma, pero lo votaron igual.

La semana que viene es evidente, contabilizando los 42 senadores que obedecen a Cristina, que la media sanción de la ley será aprobada. Queda la esperanza, no la certeza, que pueda ser rechazada en diputados. Juntos por el Cambio, los lavagnistas y la izquierda votarán en contra. ¿Bastará?

¿Cómo votarán los diputados de los partidos provinciales? Se sabe que el gobierno nacional está ofreciendo cargos en los nuevos juzgados a crearse, a parientes de los gobernadores. El viejo sistema K, látigo y billetera. El trabajo está en manos de Sergio Massa y de Máximo Kirchner.

El proyecto de reforma judicial ya ha sido declarado anticonstitucional por la Cámara del Crimen y por una Cámara Civil y Comercial. Falta que lo haga la Corte Suprema de Justicia, que todavía no se ha expedido. La pregunta más acuciante es, ¿los representantes y los jueces, oyeron o escucharon?

Porque el banderazo no fue protagonizado por algunas personas del PRO que gritaban su descontento por haber perdido la elección presidencial.

Fueron los ciudadanos que votaron por Macri, los que votaron por Espert, los que votaron por Gómez Centurión, probablemente muchos de los que votaron por Lavagna y muchos de los que votaron por la dupla Fernández.

La cuarentena que no es cuarentena pero sí lo es, y de todos modos, se llame como se llamare, es obligatoria, se ha convertido en algo insostenible. La economía se desploma, el desempleo crece, la pobreza se multiplica, la inseguridad es abrumadora, y en el medio, la reforma.

Hoy, un poder judicial que sí necesita ser reformulado porque funciona mal y no da respuesta a los problemas de las personas, es una quimera en tiempos turbulento. La reforma judicial no tiene nada que ver con los problemas impostergables de la gente que no saben cómo va a sobrevivir.

Los problemas judiciales de Cristina Fernández no pueden estar por encima de las necesidades de los ciudadanos de la Argentina. Cristina es sólo una ciudadana más entre 45 millones de otros ciudadanos, con los mismos derechos y obligaciones. La impunidad de CFK no debe ni puede poner de rodillas al poder judicial.

Es imprescindible que el gobierno, conformado por sus tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, escuchen a la gente. No alcanza con oír. Hay muchas maneras de ser sordos, y esta, la de no escuchar los reclamos de la gente, es peligrosa.

Malú Kikuchi

*RAE: Real Academia Española

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