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16 de marzo de 2017

Paro docente: ¡Sopa, otra vez sopa! por Juan Ángel Salinas Bohil

Como era de esperar, el inicio de clases no fue tal. Esto sucede desde hace décadas. Aglomeraciones en recitales de rock, también. Los hechos en Argentina se repiten una y otra vez. Y no se es capaz de ponerle el cascabel al gato. Pero el tema viene de lejos. No es cosa de atacar o defender a tal o cual gobierno. Eso lo dejamos para los políticos.

El tema de la Educación hace que hablen todos. Y todos parecen esos comentaristas de café que se dan el lujo de hablar de fútbol cuando en su vida calzaron un par de botines. “Lo primordial es educar”, dice la mayoría. Que prueben educar sin alimentación, salud y amor maternal y veremos qué sale. Olvidan algo tan elemental como es que el ser humano es una unidad. ¡Vaya descubrimiento! Y que la escuela no educa. Y tan es así que el artículo 37 de la Constitución de 1949 “Establece a la familia como entidad responsable. El Estado y las instituciones de enseñanza colaboran”.

Está más que claro, solo colaboran, aunque hoy día maestros y escuelas alimenten, hagan de guardería, regalen cuadernos, libros, computadoras, guardapolvos, etc. con la consabida ausencia del “padre, madre tutor o encargado”. Un socialismo cuartomundista pero socialista al fin. Y ese infante así educado cuando cumpla dieciséis años querrá que lo alimenten, vistan, le den techo gratis…y cunita, pañales y leche para su bebé. ¡Un par de subsidios por ahí!

La ausencia de padres se patentiza de abril a noviembre cuando no muestran ninguna preocupación por la “educación” que reciben sus hijos. En marzo, las cosas cambian. Porque seguir soportando a los hijos es otra cosa. Tres meses vaya y pase. Pero no más. Hay bastante de hipocresía en ello. Mucho.

El problema principal de las huelgas docentes radica en la Provincia de Buenos Aires que se encuentra “quebrada”, acaba de decir la gobernadora sin decir quién fue el causante de semejante traumatismo. Por lo que, se supone, no hay dinero para otorgarle aumento a los docentes. Y padres, periodistas y “expertos” en Educación, que siempre han afirmado que los maestros ganan poco, hablan de paro “político”. Raro. ¿Por qué políticos, jueces y diplomáticos no hacen huelga? Simple.

El gobierno nacional no está dispuesto a otorgar una paritaria nacional docente por dos motivos: porque no tiene una moneda (La Provincia de Buenos Aires tampoco) y porque no cuenta con escuelas ni maestros. Desde Menem, que transfirió escuelas y personal a los distritos sin las correspondientes partidas, la “educación” es tema provincial. Pero como los gobiernos suelen utilizar gran parte de los fondos para otras necesidades, el gobierno central “colaboraba” con dinero para suavizar los reclamos. Parece que eso se acabó. Tal vez.

También se acusa a la dirigencia docente de ser portadora de cierta ideología trotskista. Es cierto. Bastó escuchar en el acto del lunes pasado frente al Ministerio de Educación arengas finales en los discursos como “Hasta la victoria, siempre” o sucesivas invocaciones a la “dictadura militar” para darse cuenta. Pero esto no empezó ayer. No se es derechista o izquierdista por generación espontánea.

Lo que se denominó en su momento “La primavera alfonsinista”, generó a través de la Secretaría de Cultura que dirigía Marcos Aguinis el PRONDEC (Programa Nacional para la Democratización de la Cultura), un pastiche de corte semi gramsciano que también alcanzaba por ejemplo a las escuelas de educación primaria de la Provincia de Buenos Aires donde en las jornadas de perfeccionamiento se hacían continuas referencias al educador brasileño Paulo Freire, autor del libro “Pedagogía del oprimido”, una especie de sucursal de la Teología de la Liberación de los sacerdotes Gustavo Gutiérrez y Leonardo Boff. También se "popularizó" la educación anulando los exámenes de ingreso.

En 1988 el inicio de clases se vio interrumpido por una huelga docente organizada por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) que duró cuarenta tres días hábiles en la que participaron decenas de miles de docentes. El gobierno de Raúl Alfonsín entendió que el paro era una medida desestabilizadora de la joven democracia y en un mensaje por la cadena nacional expresó que la huelga era un intento golpista para alterar el orden democrático. La CGT convocó a un paro general de gran acatamiento mientras que entre las necesarias reivindicaciones económicas del sector, aparecieron otras del tipo ideológico: el cambio de imagen del docente maternal y sacrificado por el de trabajador de la educación, el no pago de la deuda externa y la aparición de carteles que se vieron también en la manifestación del lunes pasado con la inscripción “No dejamos de enseñar, enseñamos a luchar”. Se instaló una gran carpa blanca en la Plaza de los dos congresos y miles de docentes enfundados en sus guardapolvos, padres y alumnos, concurrieron a una gran movilización a la Plaza de Mayo en una jornada que se conoció después como la “Marcha blanca”.

A treinta años nada ha cambiado. Sólo los gobiernos.

Juan Ángel Salinas Bohil

[email protected]

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