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14 de julio de 2016

Una monja en la ruta del dinero

El fiscal Federico Delgado llamó a declaración indagatoria a la hermana Inés, quien ayudó a José López a ingresar los bolsos con dinero al monasterio de General Rodríguez. Investigan connivencia religiosa en la corrupción del exnúmero dos de Julio De Vido

El frente judicial abierto contra el exsecretario de Obras Públicas del kirchnerismo, José López, agregó ayer un nuevo integrante a la hora de investigar la causa que continúa conmoviendo al país. Se trata de la religiosa Celia Inés Aparicio, quien fue citada a declaración indagatoria por el fiscal Federico Delgado por haber ayudado al exfuncionario K a ingresar los bolsos con dinero al convento de General Rodríguez.

El video dado a conocer el martes, en donde se ve a la monja del monasterio Nuestra Señora del Rosario de Fátima portando paquetes que López había llevado hasta el lugar, ha puesto a la monja en la mira de la Justicia por haber colaborado en el ocultamiento de múltiples fajos de dinero, costosos relojes y un arma de fuego.

Las imágenes fueron claves a la hora del fallo del fiscal, que estableció como “elocuentes” las mismas, y resaltó que “la hermana Aparicio tomó los bolsos en sus manos con la naturalidad de quien colabora para ocultar un delito”.

Delgado cree que, de acuerdo a lo registrado por las cámaras de seguridad, también podría haber estado implicada la hermana Alba Día de España Martínez Fernández, pero al no poseer pruebas todavía de su posible participación y debido a su “endeble” estado de salud, la religiosa no ha sido citada todavía a dar testimonio en la causa.

Participación activa

Según se destaca en el escrito judicial, Aparicio (conocida como “Hermana Inés”), habría tenido una participación directa habiendo colaborado con López “para ocultar los rastros del delito”. Las palabras que luego dio a la prensa, en vez de salvaguardarla, la implicarían en una “complicidad ineludible”.

Hace unas semanas atrás, en una entrevista dada a un programa televisivo, la religiosa había sostenido que cuando se acercó López al monasterio con una serie de paquetes, ella había pensado “que eran bolsos con comestibles. Le abrí la puerta porque me dijo: Acá traigo esto para el monasterio. Entonces le dije que los dejara en la cocina”.

Pero nada dijo la hermana Inés en esa oportunidad sobre la carabina Sig Saguer calibre 22 que López dejó junto al marco de la puerta por la que le abrió. Lo que tampoco le cierra a la Justicia es la explicación que dio en su momento sobre el origen del dinero y sobre cómo participaron las monjas en la llegada de la Policía al lugar, algo sobre lo que seguramente Aparicio deberá dar explicaciones más concretas.

Más citaciones

Delgado solicitó además al juez encargado en la causa, Daniel Rafecas, interrogar como sospechosos a la mujer de López, María Amalia Díaz, y a Andrés Galera y Eduardo Gutiérrez, presuntos testaferros de la exmano derecha de Julio De Vido, en la causa en la que se encuentra procesado por enriquecimiento ilícito.

Para el fiscal, la participación de la mujer de López es clave para entender todo el raid delictivo del exfuncionario K, ya que mantuvo conversaciones telefónicas con las monjas del convento (ver página 4) y fue partícipe en todos los movimientos que su marido venía realizando para intentar ocultar el dinero sucio de la corrupción.

Galera y Gutiérrez figuran como “los propietarios aparentes de la casa de Dique Luján”, atribuida a López. “Algunos elementos permiten sospechar que Galera habría operado como ‘contacto’ en el Ministerio de Planificación para las licitaciones de obra pública direccionadas", acusó el fiscal. A su vez, Gutiérrez  tuvo intervención plena en distintas licitaciones lanzadas desde el área conducida por De Vido.

Como puede observarse, el caso López hace que ni siquiera las monjas se salven de uno de los hechos de corrupción más puros de la década kirchnerista, que muestra la utilización del poder para beneficio y provecho personal, dejando de lado las necesidades de la sociedad.

La corrupción será grabada

Mucho se ha dicho sobre la dificultad -cuando no imposibilidad- de demostrar los delitos de corrupción, de la coima o el soborno liso y llano que, como en el tango, necesita de dos (o más). En esas tretas no suele haber cheques, ni facturas, ni registros. Pero ahora hay redes sociales y, a través de ellas, videos capaces de exponer la flagrancia, de atentar contra la indiferencia de jueces, políticos, y la sociedad en su conjunto. 

Hasta al más fanático de los kirchneristas se le hace imposible desmentir hechos como La Rosadita, negar que el de aquellas imágenes televisadas es Martín Báez contando millones de dólares presuntamente mal habidos; como tampoco pueden desterrar de sus filas al exsecretario de Obras Públicas K, José López, ni gritar que ese hombre que hoy aparece en video en realidad no está escondiendo bolsos con más de nueve millones de dólares en un convento de General Rodríguez, con la ayuda -para pesar de los fieles- de dos monjas.

La elocuencia de las imágenes hace imposible cualquier refutación. Es por ese retrato, pieza clave en el rompecabezas infame de la corrupción que envolvió al gobierno anterior, que el fiscal Federico Delgado resolvió citar a declaración indagatoria a las dos monjas que facilitaron el ingreso del detenido López. 

Curiosamente, en tiempos de redes sociales, la Justicia comienza a llegar por “video propio”: inicia mediáticamente para continuar en Tribunales. Y todo configura el ocaso de un Frente debilitado, desprestigiado y en las antípodas de la victoria.

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