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22 de noviembre de 2015

¿Cambió la Argentina o la cambiaremos? by Luis Alejandro Rizzi

Se está intentando instaurar que en la sociedad argentina se ha producido un cambio o, dicho de otro modo, que se respira “otro aire” o, si se prefiere, que las expectativas son más optimistas o que poco a poco se va aprendiendo…

Eso puede ser parcialmente cierto y parcialmente falso. Los votantes de “cambiemos” seguramente están convencidos del inicio de una nueva era y eso ya genera optimismo. Pero del mismo modo para los votantes del FPV las sensaciones serían las inversas, el triunfo de “cambiemos” se sentiría como una amenaza, como el prólogo de un perverso e inevitable ajuste.

Del mismo modo, si triunfara el FPV, todo el optimismo del votante de “cambiemos” se convertiría en una frustración y ese optimismo se convertiría en un sano pesimismo pero dudo que el votante de Scioli, más allá de los festejos de práctica, sienta el triunfo como tal y pueda dejar de pensar en la amenaza del inevitable ajuste como decíamos antes.

Con esto quiero decir que unos y otros sabemos que las cosas están mal, mas aun sabemos que hay cosas que ya son insostenibles, pero habrá que ver si realmente tenemos un resto de resiliencia.

Veamos.

Todos sabemos el daño que nos ocasiona la inflación y que hoy día el salario promedio de una parte importante de la sociedad es absolutamente insuficiente. Todos sabemos que el 75% de los haberes jubilatorios que oscilan entre los $ 4.500,00/5.000,00 constituyen una burla al derecho previsional.

Todos sabemos que la pobreza se ha extendido a limites agraviantes a la dignidad de las personas y la única duda que existe es si es del 25 o 30%.

Todos sabemos que el BANCO CENTRAL está recontraquebrado y que en la Argentina no hay moneda, solo hay “papeles pintados” que son una burda imitación de aquella.

Todos sabemos que hay un “cepo fiscal” que opera como limitador cambiario, que favorece a los más ricos ya que son los únicos que pueden usar el 35% de la percepción fiscal a cuenta del impuesto a las ganancias o bienes personales, en otras palabras se subsidia a los ricos para que compren dólares baratos, este es el hecho que habrá que investigar y que podría constituir alguna forma de delito.

Todos sabemos que el narcotráfico se ha instalado en el país y las crónicas policiales diariamente nos muestran las consecuencias de ese grave hecho cuya trascendencia se pretende ocultar.

Todos sabemos que no será fácil restaurar el orden social y penalizar, no criminalizar, los paros sorpresas por el motivo más baladí que se pueda imaginar, los cortes de calles y rutas y otros tipo de protesta o reclamo como las ocupaciones de establecimientos públicos y privados o propagandas políticas, como las “cadenas nacionales” que también constituyen violaciones groseras al régimen legal.

Todos sabemos sobre la precariedad de la mayoría de los servicios públicos que se evidenciaron con los 55 muertos y cientos de heridos en el accidente de la estación Once en el Año 2012; o con el hecho que el servicio de tren entre Buenos aires y Tucumán demore casi 40 horas o 6/7 horas a Rosario; que las rutas estén en estado calamitoso. Que la educación se haya convertido en un bien mostrenco como lo demuestran los resultados de pruebas internacionales, Que por oscuras razones se haya legalizado el ingreso irrestricto a las Universidades, cuando cientos de chicos viven en la pobreza, mal nutridos hecho que implica perdidas de facultades intelectuales con el perjuicio que ello significa para su formación y capacitación que naturalmente les impedirá llegar a alguna Universidad.

Todos sabemos que las sentencias judiciales deben cumplirse y el estado no puede dar como un ejemplo, el grosero incumplimiento de fallos dictados en nuestra contra, luego de haber aceptado otra jurisdicción y otro régimen legal y haber hipócritamente dicho que nos sometíamos al resultado que fuere.

Todos sabemos que se ha perdido la cultura del trabajo y del esfuerzo y que estamos embriagados de derechos ficticios que nos ha llevado a creer que las obligaciones son vicios neoliberales.

En fin mi temor que es que efectivamente se confunda optimismo con magia o pesimismo con trágica fatalidad.

Ni una cosa ni la otra.

La Argentina y nosotros los argentinos, que somos los protagonistas, quizás desde 1930 hemos iniciado un largo proceso de retraso que en algunas etapas como la actual llamada “dekada ganada”, hemos considerado curiosamente como virtuoso.

Al nuevo gobierno le corresponderá una tarea muy difícil que es la de ponerle fin a este proceso de atraso lo que implicará dejar de lago esta nefasta “dependencia del sendero”.

Para ello será imprescindible hacer cosas diferentes a las que venimos haciendo con mayor o menor intensidad desde hace más de 70 años, prácticamente cinco generaciones que nos hemos educado, pensado y actuado dentro de un repertorio de ideas que Orlando Ferreres resumió en este párrafo: “La inflación, que fue de 75,1 % anual promedio desde 1944 hasta ahora, el déficit fiscal, el canje de todos los depósitos bancarios por un bono estatal a 10 años, dos veces en las últimas décadas, las maxi devaluaciones, la pesificación forzada de los depósitos en dólares, los defaults de la deuda pública cada 10 años, y un sinnúmero de grandes errores como los descriptos. Entre estos se cuenta el control de precios, ya abandonado en casi todos los países desde 1952, pero que aquí se mantiene como una gran política, y provocaron un desorden muy grande de la economía argentina, que fue una de las que más retrocedió, en términos relativos, en los últimos 70 años”.

Esto significa que nuestras decisiones han sido de muy baja calidad por eso habrá que retomar esta cuestión de la “calidad de las decisiones” que no solo tendrán que ser buenas decisiones sino también convincentes para la gente.

Esto exigirá la necesidad de que la gente a través de sus representaciones naturales participe en su elaboración, discusión consenso y aceptación.

Vivimos en una época en que ya las sociedades no aceptan imposiciones y que debe habituarse a participar y asumir las responsabilidades que impone la participación.

Si el nuevo gobierno logra entender que debe propiciar un nuevo sistema de toma de decisiones, podría ser cierto que comenzaremos a cambiar…y estos años de atraso quedarán sumergidos en la historia como una curiosidad difícil de entender y probablemente fácil de explicar.

Luis Alejandro Rizzi

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