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17 de mayo de 2015

Hace 89 años se publicaba “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes

Un 16 de mayo de 1926 se publicó ‘Don Segundo Sombra’, novela narrativa desarrollada en primera persona. El título del libro, escrito por el estanciero Ricardo Güiraldes es sintomático, si no fuera por el tratamiento respetuoso de Don -derivado del latín Dominus = dueño, señor -, se observó como crítica de la época, ya que “Segundo Sombra” parece sugerir – se ha señalado – a un subalterno, si bien la prelación respetuosa con el tratamiento de Don contrapesa (quizás sin que Güiraldes fuera consciente de ello) la subalternidad, señala a un gaucho que por mantener sus valores, sus principios, resulta superior a la filosofía de los valores, y juicios valorativos de la clase alta o burguesa...

 Ricardo Güiraldes aprende en una especie de viaje comenzando con lo que es el valor, el honor, la lealtad (que desde otra perspectiva puede mal interpretarse como subalternidad), el respeto al prójimo (todo esto, amenizado en el libro con descripciones).

La novela fue publicada en San Antonio De Areco , representa la más destacada tentativa de su autor en el propósito de renovación de la literatura gauchesca y constituye, al mismo tiempo, una de las más prominentes muestras de la novela nacional del siglo pasado.

Destaquemos que el principal personaje fue tomado por el autor de un paisano real, de nombre Segundo Ramírez. La descripción que hace de Don Segundo, coincide en un todo, con la foto que se conserva del homónimo Ramírez.

“El pecho era vasto, las coyunturas huesudas como las de un potro, los pies cortos con un empeine a lo galleta, las manos gruesas y cuerudas como cascarón de peludo. Su tez aindiada, sus ojos ligeramente levantados hacia las sienes y pequeños. Para conversar mejor habíase echado atrás el chambergo de ala escasa, descubriendo un flequillo cortado como crin a la altura de las cejas”.

Hacia el final, Fabio Cáceres recuerda los últimos tres años en que de simple gaucho resero se transformó en patrón de los bienes insospechadamente heredados. Se encuentra frente a una laguna y sospecha que se aproxima el momento más triste de su vida, el del definitivo alejamiento de su “padrino”. Cerca del agua rememora el hilo de la síntesis de los tiempos anteriores…

“Está visto que en mi vida el agua es como un espejo en que desfilan las imágenes del pasado. A orillas de un arroyo resumí antaño mi niñez. Dando de beber a mi caballo en la picada de un río, revisé cinco años de andanzas gauchas. Por último, sentado sobre la pequeña barranca de una laguna, en mis posesiones, consultaba mentalmente mi diario de patrón”.don segundo

Tales períodos a que se refiere Fabio pueden distribuirse y sintetizarse en el siguiente esquema. En primer lugar, los recuerdos del huérfano de catorce años. Luego, los días de aprendizaje de las tareas de arreo y de doma, con la ayuda de Don Segundo. Momentos de la vida luchada en el campo bajo la vigilancia del que ha venido a ser su amado padrastro. Y por último, en la evocación, el desenlace de la separación definitiva.

Sobre el autor hay que recordar que Ricardo Güiraldes fue hijo de una familia rica de la aristocracia vernácula, que nació en 1886 y murió en 1927. Repartió su existencia entre viajes a la India y a la China y su pago, San Antonio de Areco (donde se celebra el Día de la Tradición).

En 1887 fue con sus padres a París y allí vivió sus primeros años, en inicial contacto con autores franceses y alemanes. La mayor parte de la adolescencia, la pasó en la estancia paterna, “La Porteña”, en cuyo ámbito y en buena medida, habría de mover a sus personajes literarios.

En la ciudad de Buenos Aires inició dos carreras universitarias que no terminó, arquitectura y derecho. En 1910 regresó a París, donde comenzó a escribir cuentos y poemas. Entre estos trabajos primerizos se hallaría la novela “Raucho”, que lleva el nombre del personaje principal. Que, al igual que su autor, reparte su vida entre el campo y París. Acabando finalmente por un regreso a la estancia donde siente que “su chiripá, sólo desprendido de la faja, se había envilecido en el polvo de los caminos extranjeros”.

Esta disyuntiva entre la vida de campo y la intelectual, desarrollada en ámbitos urbanos, se ha de mostrar, también, en “Don Segundo Sombra”. Fabio Cáceres, el pequeño resero del comienzo, al igual que el protagonista de Raucho, se ha de transformar, al finalizar la novela en un hombre cultivado que, en ningún momento pretenderá disimular la satisfacción honda y sentida que continúa encontrando en la vida rústicamente rural.

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