7 de septiembre de 2012
8 de septiembre: Natividad de la Virgen María. Columna de Ángelica Diez para Los Toldos es noticia
Que al celebrarla participemos de" su fiesta", creciendo en confianza y esperanza en el valor de nuestra propia humanidad: la vida recibida para donarla y compartirla.
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“Desde el albor de nuestra historia, / suave, discreta y escondida, /llega María a nuestra tierra, / Virgen y Madre prometida” (Himno de Laudes).Desde muy antiguo se tienen noticias de esta fiesta de la Virgen, primero en oriente y luego en la Iglesia universal. Esta festividad, en la que se conmemora el nacimiento de la que habría de ser la Madre de Dios, y también Madre nuestra, está llena de alegría. Su llegada al mundo es el anuncio de la Redención ya próxima. Muchos pueblos y ciudades, bajo diversas advocaciones celebran hoy su fiesta.“Tu nacimiento, santa Madre de Dios, ha anunciado la alegría al mundo entero, pues de ti nació el sol de justicia, Cristo nuestro Dios” (Liturgia de la fiesta).
La llegada de esta niña al hogar de san Joaquín y santa Ana significa para el mundo la verdadera esperanza y la aurora de la salvación. La llegada al mundo de la que habría de ser Madre de Dios, es un anuncio y un anticipo de la redención obrada por Jesucristo. Concebida sin mancha de pecado, María nace llena de gracia y de santidad. “Celebramos hoy el cumpleaños de María, una de nosotros, y mirándola a ella nos gozamos en que”… nuestro Dios es un Dios que nos ofrece futuro. (…) El nos ha dado nuestra humanidad como tarea y misión. (…) “La llamada divina respeta la libertad y espera la respuesta consciente. (…) María es la “Mujer nueva”, es la garantía viviente, concreta, de la presencia salvífica de Dios “(Beato Juan Pablo II).“ María representa un punto de referencia constante para la Iglesia, para los individuos y comunidades, para los pueblos y naciones, y, en cierto modo, para toda la humanidad» (Redemptoris Mater 6).
“También nosotros hemos recibido de Dios una llamada a la santidad, a cumplir una misión concreta en el mundo. Además de la alegría que nos produce siempre el contemplar la plenitud de gracia y la belleza de Nuestra Señora, también debemos pensar que Dios nos da a cada uno las gracias necesarias y suficientes, para llevar a cabo nuestra vocación específica en medio del mundo. Festejemos Su nacimiento y también el nuestro, porque Dios quiso expresamente que naciéramos, y nos llamó a un destino eterno de felicidad y de amor. (Francisco Fernández Carvajal).
“En estos tiemposde fe débil y más aún de fe poco coherente, la figura de María adquiere un relieve de ejemplaridad indiscutible. A imitación de Ella que nos precede en su peregrinación de la fe, cada uno de nosotros puede entrar en la familia de Jesús, en relación familiar con Él, por una fe viva, por una aceptación de su mensaje que llegue al fiel cumplimiento, a ponerlo en práctica con la vida toda». (Cándido Pozo).
(*) Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe