Pero, ¿te has parado a pensar qué significa en realidad esa manita con el dedo hacia arriba o corazón (en función de la red social)? Antes de entrar en la explicación del experto, te proponemos un ejercicio.

Hemos elaborado una lista con las posibles motivaciones que hay detrás de un me gusta preguntando a personas al azar por la calle. Intenta hacer memoria: ¿Cuántas de estas opciones se te han pasado por la cabeza en alguna ocasión?

1. No le gusta tu foto o publicación: le gustas tú.

2. Le da al me gusta para darte un toque (“¡Estoy aquí, llámame!”).

3. Es la forma de acercarse a ti después de mucho tiempo sin hablar.

4. Es un me gusta irónico, porque tu publicación es ridícula. Es como una palmadita en la espalda en plan “Vamos, tú puedes, cuñado”.

5. Realmente el contenido que has publicado le parece interesante.

6. Le da al me gusta a todo lo que se le pone por delante; no eres especial para esa persona.

7. Es un intercambio de me gusta: tú me das, yo te doy.

8. Se le resbaló el móvil y le dio al me gusta sin querer.

9. Si hoy no le ha dado al me gusta es porque de un día para otro se ha dado cuenta de que ya no le gustas y quiere dejártelo claro.

10. Si no le ha dado al me gusta es porque se le ha pasado entre tantas publicaciones del día.

11. O porque ha tenido un día horrible y no ha tenido tiempo de entrar en Instagram o Facebook.

12. O bien porque, sencillamente, no le ha gustado tu foto.

¿Quién da al me gusta? Masip distingue tres tipos de actores según su comportamiento en las redes sociales:

Activos: suben contenidos e interactúan dando me gusta.

Pasivos: suben poco o ningún contenido e interactúan poco o nada.

Voyeurs: no suben contenido y no interactúan; se limitan a mirar los contenidos de los demás.

“Al final, ¿y qué, si nos da muchos me gusta, si luego no vamos a ver ni en pintura a esa persona?”

Pero lo importante en la cuestión de los me gusta es esto: “La clave no está en la intención del me gusta ni en el emisor, sino en cómo recibimos ese me gusta, en cómo lo interpretamos, en el receptor”. Según Masip, “Al subir cualquier contenido a las redes sociales, ya sabemos por dónde irán los tiros en cuanto a los me gusta que recibiremos: no subimos los contenidos por subir. No es lo mismo colgar selfis que fotos de comida, fotos con otras personas o paisajes. Yo soy el responsable último de los me gusta que recibo. A partir de ahí, puedo obtener una recompensa que se ciña a mis expectativas, una recompensa superior o una inferior. Es en este último caso cuando, al tener menos me gusta, puedo frustrarme e incluso llegar a deprimirme”.

O sea, que al final, “¿y qué, si nos da muchos me gusta, si luego no vamos a ver ni en pintura a esa persona? La frase que me muestras, “Menos likes, más penetración”, se ha convertido, lamentablemente, en toda una declaración de intenciones metafóricamente hablando (o no): personas que se escudan detrás de una pantalla de móvil, de un me gusta, de tres, de decenas a la semana, y luego no llaman por teléfono, no quedan en persona, que es lo importante en la vida. Eso solo tiene un calificativo: cobardía”.

¿Hasta qué punto somos adictos a los me gusta? “Hasta el punto en que nuestra autoestima y estado emocional puede irse a pique en cuestión de segundos si no recibimos los que esperábamos. Y hasta el punto de intentar vivir otra vida virtual en lugar de vivir la nuestra. Nos hemos de hacer la siguiente pregunta: ‘¿Muestro lo que soy o lo que quiero ser?’. Cuanta más distancia hay entre las dos preguntas, más se ensancha la frustración”. En la embriaguez de los me gusta, la fantasía dura un rato; la frustración puede ser para siempre.