Martes
1 de Julio de 2025
19 de febrero de 2018
Acostumbrado a poner en jaque a todos los gobiernos desde De la Rúa hasta los Kirchner, e incluso a otras organizaciones sindicales, no alcanza a comprender que; su poder y el de su familia se desvanece entre los Tribunales, sus múltiples causas y otros sindicalistas que vieron como Moyano les quitaba por la fuerza, afiliados bajo el pretexto de que todo lo que tenga ruedas es camionero.
La supuesta inteligencia política de Hugo Moyano no es tal. Su poder no se construyó con sutilezas sino con aprietes y violencia en un marco de impunidad y miedo de quienes debían confrontarlo. Hay una escena de las sagas del Planeta de los Simios (no estoy usando el ejemplo con ninguna doble intención), cuando estos se encuentran frente a una muralla de fuego que se inicia en la tierra y llega al cielo y detrás de ella están los humanos que los gorilas quieren destruir pero no se animan a avanzar por semejante barrera de fuego. En la película, el más primitivo de los gorilas se lanza sobre la barrera de fuego y pone en evidencia -sin haberlo buscado- que esta no existe, que es una ilusión óptica creada por esos humanos. Los arrasaron. Esto es lo que está pasando. La impunidad judicial está terminando y la protección o el miedo político, también.
Los adversarios y los enemigos de Moyano, huelen en el aire que el camionero y su hijo Pablo están política y judicialmente heridos. Claro que hay una diferencia. Moyano padre tiene reflejos históricos de la pobreza que transito antes de ser un líder sindical y sabe lo que le costó construir su Imperio y su Monarquía hereditaria. Pablo no. Nació príncipe, no sabe de carencias ni de construir poder. Simplemente lo heredó y cree saber que este se construye solo sobre la base de la impunidad y la violencia. Quizás… y solo quizás… se esté transformando en uno de esos herederos monárquicos criados al calor de un poder heredado, creyendo que su poder se va a sostener aunque el Rey no exista. ¿Sus modos? Una declaración en Tribunales y otra a la prensa por parte de dos barras bravas (que no son exactamente “Carmelitas Descalzas”) de Independiente, Damián Langaronne y el “Bebote” Álvarez, lo llaman, en sus indagatorias tribunalicias, “el salvaje”. Un apodo sin muchas sutilezas, expresado por barras bravas de su propio equipo de fútbol.
En este complejo contexto, la movilización del 21 que pretendió ser una acción en repudio a las políticas económicas del Gobierno Nacional, se transformó en una suerte de intento de pueblada para mostrarle al Gobierno poder de fuego, pensando que así cesarán los juicios contra él, sus hijos y su actual y tercera esposa. Se equivocó y se equivoca en los tres frentes. El del Gobierno Nacional, el de sus presuntos aliados sindicales de la CGT y el de la Sociedad.
Ahora Hugo y Pablo Moyano quedaron atrapados en una movilización camionera con aliados en el trotskismo y otras organizaciones clasistas de izquierda, incluyendo supuestas organizaciones sociales, muchas de ellas presididas o integradas por dirigentes del PCR (Partido Comunista Revolucionario), anarquistas y miembros del PTP (Partido del Trabajo y el Pueblo, asociado y en alianza en muchas provincias con el PCR).
https://www.youtube.com/watch?v=PY80V8h1ULU
El combo es inestable y tiene en su seno el potencial de un desmadre con enfrentamientos internos. Se mezcla el indirecto pedido para continuar la impunidad, con reclamos contra la política económica y con estructuras que nadan en el conflicto violento como única forma de obtener una presencia social que en las urnas no se refleja. A eso hay que sumarle el riesgo de la presencia de barras bravas asociadas con el preso “Bebote” Álvarez, muy enojado con sus otrora amigos, los Moyano. ¿Qué puede pasar? Nada o Todo. La química de estos grupos es como pensar que se puede correr con nitroglicerina sin el riesgo de una explosión. El problema de Moyano es que con tantas deserciones es probable que prefiriera no armar un palco en el cual las ausencias se noten más que las presencias. Pero ya no puede retroceder. Acostumbrado al éxito de un sistema de aprietes, su imaginación se agotó antes de las deserciones y ahora no tiene espacio para desescalar.
Nunca más exacta aquella frase de Buda cuando afirmó… “Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos.”