2 de abril de 2017
Los radares alteraron las prácticas de los pilotos de vuelos ilegales
Por el progresivo control del espacio aéreo, adaptan las aeronaves o cambian de rutas y altura
La progresiva instalación de radares y dispositivos de control del espacio aéreo en las fronteras del país comenzó a modificar las prácticas de los pilotos que realizan vuelos ilegales, quienes deben cambiar sus rutas, volar a menor altura para no ser vistos y adaptar las aeronaves con sistemas, muchas veces manuales, para cargar combustible en vuelo y así ganar autonomía.
La recurrencia de hallazgos de paquetes de droga lanzados desde el aire o de avionetas abandonadas con esos improvisados sistemas para extender la autonomía de vuelo, evidencia que los pilotos dedicados a realizar vuelos irregulares por las fronteras del norte argentino buscan nuevas estrategias para sortear la red de radares y observadores que controlan ese sector del espacio aéreo.
Tal es el ejemplo de las avionetas secuestradas a fines de marzo en el aeroclub de la localidad bonaerense de Navarro y General Belgrano, empleadas por una banda de narcotraficanes que trasladaba marihuana desde Paraguay a Buenos Aires, que tenían anexado un precario sistema de bidones y mangueras que le permitía al piloto cargar combustible en vuelo.
El Centro de Operaciones Aeroespaciales de la localidad bonaerense de Merlo es donde se reúne y se analiza la información de todos los radares civiles y militares que conforman el Sistema Nacional de Vigilancia y Control del Aeroespacio (SiNViCA), que este año amplificará sus capacidades con la instalación de tres nuevos radares primarios fabricados por una empresa de Río Negro.
En ese centro se comenzó a implementar en los últimos meses un operativo de monitoreo por radar durante las 24 horas, con el objeto de prevenir el narcotráfico y el contrabando aéreo en la frontera norte del país. Actualmente hay seis radares de la Fuerza Aérea en actividad en esa zona: dos en las ciudades formoseñas de Las Lomitas e Ingeniero Juárez; dos en las ciudades misioneras de Posadas y San Pedro, uno en Tartagal, Salta, y el restante en Resistencia. En tanto, se prevé en el corto plazo la instalación de otro en Pirané, Formosa; en Mercedes, Corrientes, y el restante en Sierras de Guaysán, Santiago del Estero, que ya están listos y a la espera de que se terminen de acondicionar los sitios donde serán instalados.