Lunes
30 de Junio de 2025
14 de octubre de 2016
La economía tarda en recuperarse, pese a que la inflación está aflojando. La opinión pública es morosa en mostrar confianza en el proceso. Nueve meses después de asumir, el nuevo gobierno nacional está en una situación compleja: el mal humor no mejora, las expectativas no son positivas y la aprobación de la gestión sigue en descenso.
Veamos algunos indicadores:
La combinación de factores -recesión, inflación, poder adquisitivo en baja y aumento de tarifas de servicios públicos- evidentemente hizo un combo explosivo. A medida que va pasando el tiempo, las percepciones van sedimentando y son más difíciles de modificar. Pero por supuesto, nada que sea imposible.
El problema para un gobierno no es tanto la caída en el nivel de aprobación, sino el desgaste de las expectativas positivas respecto al futuro del país. Si las perspectivas son favorables, la gente está más dispuesta a atravesar un desierto para llegar a la tierra prometida.
La Argentina vivió varios años con inflación alta, pero le cuesta tolerar la estanflación. Si la maquinaria económica no se pone en marcha, el mal humor es más difícil de vencer. Por eso existe tanto debate sobre cuáles deberían ser las prioridades de la política económica.
Cualquier noticia positiva de la economía tarda al menos 2 ó 3 meses en que el grueso de la población lo detecte, y por supuesto implica que tales noticias sean persistentes. Ergo, si la inflación baja de agosto se mantiene, quizá en noviembre la gente empiece a bajar la guardia.
La reactivación en cambio tardará más en percibirse. Si bien parece que junio fue el peor mes, para volver a ver algún signo de reactivación más general, y no sólo brotes verdes, los estudios quizá lo empiecen a detectar no antes de fin de año, con tendencia a bien entrado el verano.
Marzo será un mes clave en la evaluación que se haga del gobierno.
7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada