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28 de marzo de 2016

Derechos Humanos: Los asesinos de ayer son los fariseos de hoy by Milcíades León Clementi

Para repudiar la visita a la Argentina del presidente norteamericano Barack Obama, las madres y abuelas de Plaza de Mayo y algunas organizaciones que se dicen defensoras de los derechos humanos no pudieron esconder su estilo farisaico, que los hace sobreactuar y rasgarse las vestiduras, como émulos de Caifás.

Organizaciones de izquierda realizaron una movilización hacia la Rural, en donde militantes encapuchados quemaron banderas en señal de repudio.

Las payasadas y discursos grandilocuentes que dijeron Carlotto y Bonafini superaron el grado máximo de la paciencia. Éstas y aquellos, más que defensores, son unos caraduras y sinvergüenzas infumables.

En medio de tanto zafarrancho, ruido e histeria, una porción del pueblo que se niega a ser masa manipulada, clama como Nietzsche: “Un reino por una sola palabra sensata”.

Desde que irrumpió en la escena nacional esa anomalía o vicio llamado kirchnerismo -aggiornamento de Montoneros- en unión con organizaciones y asambleas de izquierda, abusivamente se apropiaron de la defensa de los derechos humanos, como fuente de negocios y componendas espurias, excluyendo injustamente a las víctimas de la subversión terrorista.

Esta impostura proviene de la mentalidad patológica de las ex organizaciones subversivas cuyo núcleo maligno mutó con el transcurso del tiempo en otra ominosa enfermedad: “fariseísmo en estado puro”, síndrome que hace que quienes lo padecen, se crean buenos, justos y perfectos.

Esas bandas terroristas estaban adheridas a esa ideología intrínsecamente perversa llamada marxismo-leninismo-trotstkismo-guevarismo-castrocomunismo, y fueron declaradas anatema por el ex presidente constitucional Juan Domingo Perón que las execró sin titubeos de ninguna naturaleza.

La terrible derrota que sufrieron obedeció a la decidida acción de las Fuerzas Armadas que en primer lugar la misma sociedad le estaba pidiendo que intervinieran.

Si se quiere ser objetivo o ecuánime con la historia, hay que tener en cuenta que en ese momento estaban siendo asesinados muchos militares, en actividad y retirados gracias al entrenamiento que los subversivos recibían en Cuba.

La falsa historia que fraguaron luego de que las FFAA entregaran el poder, es la principal mentira que utilizaron como estrategia para seguir la guerra o “revolución sangrienta” por caminos tortuosos.

Pero lo consiguieron a medias, ya que la historia que inventaron parece narrada por un idiota. Al comienzo, los comandantes de las tres armas siguieron órdenes del gobierno del general Perón quien, en su carácter de Comandante Supremo de las FFAA ordenó el aniquilamiento de los subversivos, ímproba tarea que se continuó al sucederlo su viuda María Estela Martínez, llamada “Isabelita”.

En segundo lugar, aunque ahora la izquierda y “los bien pensantes” no lo quieran reconocer, existió una real causa de justificación: defensa propia y supervivencia de los mismos cuadros militares.

Y antes de que los siguieran matando cobardemente y de que coparan a sus regimientos, los comandantes militares decidieron ir a buscarlos a sus agresores a sus propias casas y refugios.

El diario “La Prensa” del 21 de marzo de 1976 daba cuenta de esta escalofriante estadística: “Hubo 1.358 muertos desde 1973 por acciones terroristas”.

Y en tercer lugar, las Fuerzas Armadas actuaron en defensa de la integridad territorial y, al mismo tiempo, evitaron una inminente guerra civil que estaba en puerta. ¿O acaso nadie se acuerda de que los guerrilleros quisieron tomar la provincia de Tucumán?

Los derrotados astutamente supieron acomodarse a los nuevos tiempos y, como lobos disfrazados de ovejas inocentes, consiguieron tras 33 años de demagogia y partidismo indigno y agusanado, su autoconsagración.

Sin embargo, aún hay periodistas que con gran lucidez y honestidad intelectual, cuentan la verdadera historia con la recta intención de que las nuevas generaciones sepan lo que realmente ocurrió en su país.

No puede ser que los bomberos que sofocaron el incendio sean reputados de genocidas y estén sufriendo encarcelamiento y los criminales de antaño como Firmenich y Verbitsky anden sueltos y dando cátedra.

La historia cambiada o “infrahistoria” que estos personajes y sus epígonos escribieron, se parece   a “un cuento narrado por un idiota”, como dice Macbeth, el trágico personaje de Shakespeare.

Tal como como dijo un biógrafo de Thomas Paine: “La locura como un doctor dictando su ley a la razón, es uno de los motivos que hizo desear a Shakespeare el reposo de la muerte”.

Las nuevas generaciones luego de 40 años repiten como loros versiones tergiversadas de los hechos reales protagonizados por asesinos seriales que agrupados en células terroristas asesinaron a mansalva a personas inocentes.

Esos sanguinarios criminales y sicarios han hecho causa común con pretensos defensores de los dd.hh. (con letra minúscula), que canallescamente pretenden hacerlos pasar por héroes.

Y que ahora cínicamente se lavan con agua bendita, alegando que fueron “jóvenes idealistas”. Lo mismo vale para las corruptas mercenarias de Plaza de Mayo que se presentan ante la sociedad como “santas mujeres” o “carmelitas descalzas”. El famoso pintor Giotto tranquilamente las hubiera podido pintar como epígonas de Caifás, maestro de conspiraciones e intrigas.

Milcíades León Clementi

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