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4 de febrero de 2016

¿Qué hacer con los miedos de los chicos?

El miedo es una emoción, y como otras emociones, se siente cotidianamente y de manera evolutiva a lo largo del ciclo vital.
Tener miedo no es un problema, es una experiencia humana, común a todas las personas...

Los chicos tienen miedos, algunos de los cuales son evolutivamente esperables y característicos. Los padres debemos dar respuesta a esos miedos de manera que los más pequeños puedan lidiar con esa emoción y no ser presos de ella.
Joaquín tiene miedo de subir la escalera de su casa cuando no hay nadie arriba. Su mamá le dice que no hay problema, que no hay nadie, que suba, prenda la luz y le busque un libro que está leyendo. Lo anima con amor y paciencia y lo felicita cuando vuelve. Joaquín ha aprendido, en un ensayo, que subir la escalera y buscar un libro para su madre no es peligroso, aún si lo hace solo.
Matías tiene miedo de subir la escalera de su casa cuando no hay nadie arriba. Su mamá lo abraza, lo besa, le dice “No te preocupes, mamá te acompaña”. Lo contiene amorosamente pero de una manera diferente a la mamá de Joaquín. Matías comienza, pocas semanas después, a tener miedo de ir al baño solo, necesita compañía.
El miedo es una emoción normal, de alarma, de señalamiento de peligro. Cuando la mente comprende que no existe peligro alguno la señal se apaga. Cuando la mente confirma el peligro la señal se hace más intense y se programa con más determinación. Por eso, la única manera de lidiar con el miedo es enfrentarlo. Esa es la clave de la conducta de la madre de Joaquín: está enseñándole que no hay peligro dentro de la propia casa, que tiene que atreverse a enfrentar esa sensación molesta y que nada le ocurrirá. Le está diciendo que apague la alarma.
La madre de Matías en cambio, con toda la buena intención y amor maternal, está dándole a su hijo un mensaje implícito: es peligroso ir solo arriba, por eso mamá te acompaña.
Neville & Wiilliams (2006) sostienen que en función de la edad, los chicos tienen miedos característicos, gradualmente, y con ayuda de sus padres, aprenden a superarlos y a asignarle menos peligrosidad a situaciones a las que temían.
Los miedos tienen, además, una relación directa con el temperamento. Ello significa que algunos niños son miedosos por naturaleza a tiempo que otros, rara vez experimentan sensaciones de temor. Aquellos con un temperamento más temeroso tienden a tener mayor dificultad para comprender lo que es peligroso y lo que no lo es, y son más cautos en la apertura al mundo.
Para ayudar a los chicos a superar sus miedos (tanto aquellos evolutivamente adecuados como los que aparecen fuera de lo esperado), lo más importante es la combinación de tres variables:

Afecto explícito + Relato o explicación + Ayuda para enfrentarlo
Joaquín tiene miedo. Su madre lo abraza (afecto explícito), en tono suave le explica que no hay nadie arriba, que no es peligroso moverse solo dentro de casa y que puede hacerlo sin que nada malo pase (relato o explicación). Luego, le insiste con suavidad para que cumpla con el recado, lo espera y lo contiene al volver, pero insiste con que Joaquín haga aquello que lo asusta (ayuda para enfrentarlo).
Es importante estar preparado para angustiarse cuando los chicos tienen miedo. Esa es la fuente de toda tendencia a acompañarlos en la tarea del enfrentamiento. Pero es radical tener conciencia de que, cuando el enfrentamiento se evita o se acompaña en demasía,  el mensaje que estamos dando a los chicos es “tienes razón, eso que piensas que es peligroso realmente lo es”. Por ello, lo más importante a la hora de ayudarlos a no sentir miedo, es sostener estrategias de andamiaje para que puedan afrontarlos. Cada vez que evitamos con ellos la situación temida o los ayudamos a evitarla (la luz prendida, el subir con ellos, el no salir porque temen, el auparlos frente a un bichito, etc.) estamos colaborando con la firmeza y fortaleza del temor. Y cuando el temor crece… comienza a limitarnos y ajustar nuestras posibilidades.
Los miedos de los chicos son una etapa necesaria de su crecimiento. Generalmente reflejan el desarrollo del nivel de pensamiento, nos muestran sus creencias y su mirada sobre el mundo. Ayudarlos a enfrentarlos es lo que nos ayudará a nosotros a verlos más felices y libres en el intercambio con el mundo real. 

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