Viernes 27 de Diciembre de 2024

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7 de octubre de 2015

25 de octubre: comentarios y conjeturas electorales

Comentarios sobre la economía:
En 1975, no había deuda externa, ni pobreza, ni inflación significativa, pero se estaba incubando una crisis profunda que comenzó con la persecución a las empresas y a los empresarios, con mayores cargas sociales provocadas por la nueva Ley de Contrato de Trabajo; con la imposición de una única forma de inversión financiera (en caja de ahorro en pesos, al 6% de interés anual); con la fijación de un tope máximo a la tasa de interés bancaria; y con un estrictísimo control de cambios. Claro que el gasto público siguió sin control -a pesar de que el timonel era Alfredo Gómez Morales- y sobrevino el famoso “rodrigazo”.

En 1981, ya teníamos acumulada bastante deuda externa, manteníamos una inflación reprimida mediante la sobrevaluación del peso (la “tablita”), y hasta se llegó a impedir la deducción impositiva como gastos, de los aumentos voluntarios de salarios. Y estalló la crisis bajo el ministerio de Lorenzo Sigaut, con una devaluación colosal. En 1989, se juntó a esa enorme deuda externa, un fuerte control de precios, un creativo “desagio” a todas las ventas (Plan Austral-Primavera) y un gasto público desmadrado. Y estalló la hiperinflación, que sólo terminó con la entrega anticipada del poder, la expropiación de los plazos fijos (Plan Bonex), y con lo que sería la nefasta convertibilidad.

En 2001, seguía creciendo la deuda externa, agravada por una alta inflación de costos en dólares, pese al “uno a uno” de la convertibilidad. Como vemos, en todos esos casos el elemento común fue la sobrevaluación del peso. Tal como ocurre ahora. Dice Raúl Cuello, “La evidencia empírica internacional muestra que aquellos países en los que la inflación es alta, existen mercados paralelos, retraso cambiario, déficit fiscal, bajos niveles de monetización y cierre de la economía, el resultado es una feroz pérdida de riqueza”[1]. En el mismo sentido, el economista Miguel Ángel Boggiano sostuvo que: “en 50 años, solamente tuvimos superávit fiscal entre 2003 y 2008, gracias a que “defolteamos” la deuda externa y, al mismo tiempo, la soja triplicó su precio[2]. Obsérvese que, a pesar de los extremos controles sobre el tipo de cambio, durante el presente año se fueron 7.000 millones de dólares (más los que se van por el pago de los Boden, los que sólo se renovarán parcialmente esta semana).

Sabemos que es necesario mantener bajo control 8 factores claves para gozar de una buena salud económica en un país: 1) Inflación; 2) Consumo; 3) Exportaciones; 4) Inversiones, 5) Desempleo; 6) Insumos para la industria y la salud (locales o importados); 7) Recaudación y el gasto público; y 8) Contexto internacional (Brasil, China, Chile y Rusia, en nuestro caso). No hace falta estar muy informado en economía para comprobar que hoy, esos 8 factores están presionando negativamente a toda la economía, en mayor o menor medida.

En la última década se gastó mucho y se hizo poco. Recapitulemos parte de las “promesas” incumplidas durante ella: celulares del Estado, polo Isla Demarchi, fin de la boleta sábana, plan propietarios a costo de alquiler, radares 3 D, represas de Garabí, Chihuidos, Barrancosa y Condor Cliff, gasoducto del NE, la interconexión de Atucha 2, parques eólicos en la Patagonia, energía solar en la Puna, red de autopistas: 9, 7, 22, 23, 33, 34, 14, 11, Córdoba-Río Cuarto, Comodoro-Caleta Olivia, cuarto carril de la General Paz, tercer carril en la autovía a La Plata, autovía en la ruta 6, el "tren bala" a Rosario, Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, el tren rápido a Ezeiza, la electrificación del Roca y del San Martín, el tren a Chile, el "tren de los pueblos" hasta Uruguay, el trans-patagónico bi-oceánico desde Santa Cruz, el cordón ferroviario de Rosario (Plan Circunvalar); el de Barranqueras en Chaco, el subte de Córdoba y el tren Avellaneda-Retiro, los inconclusos planes federales de viviendas 1 y 2, los pasos y puentes de Pircas Negras (La Rioja) y Aguas Negras (San Juan), el puente Reconquista-Goya y el Buenos Aires-Colonia, y los 20 hospitales que se iban a construir con las retenciones a la soja. Una verdadera colección de incumplimientos.

Comentarios sobre la política:

Con total desparpajo, el ex-presidente Duhalde comparó a Scioli con el Papa Francisco, abusando con ello del chimento que dice que éste acordó con la Sra. de Kirchner: la candidatura oficial de Scioli para sucederla. Si este acuerdo fuera cierto, seguramente no incluía la postulación -impuesta por ella- de Zannini a la vicepresidencia y de Aníbal Fernández a la gobernación de Bs. As, dos noticias desagradables e seguramente inesperadas que -según trascendidos- sorprendieron al Papa. Pero, la picardía de la presidenta no le saldrá gratis, pues una buena parte de los votos que le permiten a María Eugenia Vidal marchar primera en las encuestas, es el fuerte rechazo que provoca Fernández en el electorado en general y dentro de la Iglesia en particular.

Para el caso de que alcanzara la presidencia, Scioli parece estar pergeñando un acuerdo con lo que en el pasado se llamó la “liga de los gobernadores” (justicialistas), para así poder enfrentar después al kirchnerismo y “la Cámpora”. Pero se han presentado algunos cambios significativos en el interior, pues ya han sido elegidos varios no peronistas (Rodríguez Larreta, Lifchitz, Cornejo) en CABA, Santa Fe, y Mendoza. Y, si agregáramos a Vidal en Buenos Aires, los principales distritos del país no integrarían esa supuesta liga, a excepción de Córdoba.

Desde siempre, la extrema izquierda argentina, se caracterizó por encerrarse en una posición rígida -tipo “todo o nada”-, lo que le permitió que por décadas el peronismo se beneficiara con la casi totalidad de sus votos, pues muchas veces los electores de izquierda se volvieron aún contra sus propios cuadros. Esta ingenuidad, que hoy representa Margarita Stolbizer como su dirigente más popular, es acompañada por los grupos que fueron bautizados por Bernardo Neustadt como “la izquierda caviar”. Todos ellos, hoy miran el escenario electoral como una especie de voyer, que suele deleitarse leyendo artículos redactados por decenas de periodistas de izquierda que trabajan en los grandes medios gráficos y televisivos.

Por otro lado, pareciera que recientemente, Clarín y Techint -grupos que hace medio siglo que actúan en tándem- han resuelto apoyar sutilmente a la fórmula Scioli-Zannini (dicen que, a cambio del compromiso de Scioli para “no innovar” con Papel Prensa; para aprobar la compra de Nextel por Clarín; y para garantizar a Techint la provisión a YPF). A nuestro juicio con razón, temen que su candidato original, Sergio Massa, quede fuera del ballotage, pese a los generosos aportes con que lo apoyaron. Por lo tanto, han resuelto jugar a dos puntas. Y ello, se puede percibir en los cambios de dirección que algunos periodistas importantes mostraron en los últimos diez días.

Cabe aclarar que el acuerdo con Scioli se limitaría a esos dos puntos tan sensibles para el futuro de ambos grupos empresarios, pues seguirían apoyando a Massa -con el acompañamiento táctico del grupo Macro- manteniendo el objetivo de debilitar a Cambiemos, o de, eventualmente, permitirle a aquél alcanzar un lugar en el ballotage frente a Scioli. Eso sí, tienen un plan B: si se pronosticara un final muy ajustado entre Scioli y Macri, el grupo -vía Roberto Lavagna, de antigua vinculación con Techint- presionaría a Massa para que se baje de la candidatura, facilitándole al motonauta un apoyo esencial para ganar en primera vuelta o, al menos, salir primero. Esta alternativa, no se compatibilizaría con las ambiciones del tigrense, quien correría el riesgo de terminar siendo olvidado, tal como le ocurrió en el pasado a José Octavio Bordón.

El otro gran medio gráfico influyente, La Nación -que siempre exhibió un marcado sesgo anti-Macri, especialmente por parte de una de sus principales plumas políticas, dirigencia radical que, como sabemos, nutre la ideología que domina la orientación del diario, desde que Julio Saguier (p) se hiciera cargo de su conducción. Para la coalición liderada por Macri, este apoyo parece no ser suficiente, sobre todo, porque careciendo de un canal televisivo, debe confiar principalmente en la campaña personal de los dirigentes y en la comunicación por Internet (tecnología ésta sobre la que no tenemos todavía experiencia en nuestro país, para una elección presidencial). Máxime, que pensamos que, hasta la misma víspera de las elecciones, existirán operaciones sucias en contra de Cambiemos, pues se está jugando el futuro del peronismo como primera mayoría, y éste apelará a todos los recursos de los que disponga -con bajezas incluidas- para evitar su derrota.

La buena noticia, es que terminó el mes de septiembre sin explosiones ni manifestaciones violentas, con excepción de los episodios tucumanos y del salto brusco del dólar blue. En buena hora que no haya habido violencia, porque sabemos que el trimestre septiembre-noviembre es de alto riesgo para la economía y la política argentina. Por eso, consideramos una bendición que las próximas elecciones de octubre -cualquiera fuere el ganador- descomprimirán la tensión social. Creemos que los comicios permitirán metabolizar -al menos en parte- un estado de rebelión que está latente en toda la oposición y así, se evitarán hechos violentos, o el advenimiento de una crisis ingobernable.

Lo que creemos que sí se va a definir en estas elecciones, es la duda sobre si se va a cambiar o no la tradicional economía del proteccionismo industrial -vigente desde hace 70 años- o si se irá a un modelo más libre (eliminando o reduciendo retenciones y trabas a la exportación, dejando flotar el tipo de cambio, disminuyendo la presión impositiva, reduciendo o evitando el déficit fiscal y limitando la expansión del empleo público). Así de sencillo. Es decir, cumpliendo las 4 reglas de oro: 1) haciendo del sector privado el eje del crecimiento económico; 2) manteniendo baja la inflación y asegurando la estabilidad precios; 3) reduciendo el tamaño de la administración y el gasto públicos; y 4) manteniendo un presupuesto equilibrado o, mejor, con superávit.

Comentarios electorales:

Claro que Scioli -de ganar- tendrá un serio problema político: la domesticación del kirchnerismo residual, de inspiración estatista extrema. La clásica y oportunista metamorfosis del peronismo -decir de los predecesores: “esos no eran peronistas, los verdaderos peronistas somos nosotros”- no se cumpliría. Primero, porque los dueños del modelo de la Cámpora tienen miles de cuadros insertados en los tres poderes y, en segundo lugar, porque a él le falta una mayor dosis de valentía para cumplir la función de domador. No olvidar que, por otro lado, los viejos mitos peronistas -el verticalismo, entre ellos-, están bastante ajados.

Macri tampoco la tiene fácil, pues su imagen provoca cierto rechazo en algunos sectores, debido al prejuicio que provoca su pertenencia a la clase económicamente alta. Y no se crea que el mismo aparece sólo en las clases medias bajas, sino también en segmentos acomodados y casi vecinos, geográficamente hablando. La envidia, ese defecto tan propio de muchos argentinos, le ha jugado y le juega en contra. Veremos qué pasa con el voto de los menores de 50 años, grupo integrado por personas menos prejuiciosas y con pensamiento más moderno. Tampoco sabemos todavía, cómo jugará el voto femenino, habida cuenta que Cambiemos tiene entre sus primeras espadas a 5 de las principales líderes políticas de nuestro país.

Nuestras conjeturas:

Reiteramos la estimación que realizáramos en agosto del año pasado. Porque más allá de la ola de exitismo peronista-populista de los últimos 10 días -fogoneada principalmente por esos grupos empresarios citados-, y de la experiencia histórica del comportamiento del voto peronista, en nuestro análisis de escenarios no surge un claro triunfo de Scioli, ni mucho menos. Bandera verde y puede perder. Un nuevo contexto internacional y, sobre todo, local, claramente adversos y con fuertes muestras de “fatiga de material”, desoriente, condiciona y limita el voto peronista. Estamos en una situación parecida a la que enfrentaron Luder y Alfonsín en 1983, y que Macri podría reeditar si: a) no cometiera algún error de consideración; b) Massa no declinara su postulación; y c) no apareciera un “cisne negro” (por definición, impredecible). Para nuestro enfoque, el enigma clave a resolver pasa a ser el ballotage, en donde sí creemos que la posibilidad de ganar de Cambiemos -a diferencia de la opinión generalizada- es mucho menor. El magma progre-populista es enorme en Argentina. Y posible ganador.

Perspectivas Microeconómicas

Estudio Adolfo Ruiz & Asociados

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