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7 de mayo de 2025
Los "killis" son peces que viven en ambientes acuáticos temporarios cuyos ciclos están determinados por las condiciones climáticas. En Argentina hay 18 especies y se estudian en la Universidad Nacional de La Plata.
Un grupo de científicos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) participó de la reciente identificación de Titanolebias calvinoi, un nuevo pez “killi gigante” hallado en el Parque Nacional Chaco.
Este trabajo científico aporta nuevos conocimientos sobre la biodiversidad de una de las regiones más amenazadas de Argentina y destaca la importancia de conservar estos frágiles ecosistemas de humedal para proteger especies únicas y especializadas. La descripción de la especie fue publicada en la revista Zoologischer Anzeiger.
Los “killis” se encuentran principalmente en aguas dulces o salobres de América, desde Argentina hasta el sur de Ontario, en Canadá. También hay especies en el sur de Europa, en gran parte de África, en el Medio Oriente, en Asia y en varias islas del Océano Índico. Este orden está integrado por numerosas familias, siendo la Rivulidae la más numerosa con más de 320 especies.
Los “killis” son peces que viven en ambientes acuáticos temporarios cuyos ciclos están determinados por las condiciones climáticas; la mayoría viven en espejos de agua permanentes. Esta especie es prácticamente desconocida en el mundo y los que habitan en la Argentina no son la excepción. Los Rivulidae son una familia dentro de los killis y son de colores llamativos. En nuestro país hay 18 especies, 16 son estacionales mientras que sólo 1 habitan en aguas permanentes.
Los charcos se llenan por acumulación de precipitaciones y pasan al menos una parte del año completamente secos. Durante la temporada de lluvias, los huevos eclosionan, los peces crecen, los adultos se reproducen y depositan huevos resistentes a la desecación que permanecen enterrados en el fondo de estos espacios sin agua mientras los peces adultos mueren. La nueva generación vuelve a repetir el ciclo en la próxima temporada de lluvias. Además de huevos de resistencia, y como parte de las adaptaciones que presentan para vivir en este tipo de ambiente, los juveniles crecen rápidamente alcanzando la madurez sexual en unas pocas semanas.
La nueva especie de “killi gigante” fue vista por primera vez en junio de 2023 en una zanja que se estaba secando, en un sector de humedales estacionales de la cuenca del río Negro conocido como La Ralera.
El descubrimiento de Titanolebias calvinoi aporta información crucial sobre la biodiversidad del Chaco, una región seriamente amenazada por el avance de la frontera agropecuaria y el cambio climático. En tanto, los ejemplares estudiados serán depositados en la Colección de Helmintología del Museo de La Plata.
Ejemplares de la especie killie gigante. (Autores de la publicación científica, Alonso et al., 2025)
En la UNLP estudian la biodiversidad y los ciclos de vida de los parásitos que infectan a este tipo de peces y caracoles.
El doctor Martín Montes, uno de los investigadores que forma parte del equipo, explicó que “los parásitos que estos peces alojan probablemente también debieron ajustar sus ciclos biológicos al tipo de vida tan particular de estos hospedadores”.
En el Laboratorio de Parásitos de Peces, Moluscos y Crustáceos del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE, Facultad de Ciencias Naturales y Museo – UNLP – CONICET- CICPBA) se amplía el conocimiento sobre la biodiversidad de los parásitos que se vinculan a estas especies, para comprender mejor la dinámica de los ecosistemas y su importancia como sitio de alimentación de mamíferos, aves y reptiles.
En este marco se prevé usar los parásitos en el futuro como indicadores ambientales, tanto de contaminación como de biodiversidad. Para ello, es necesario conocer qué especies conforman la “fauna dentro de la fauna”, comprender la ecología de los ambientes y los ciclos de vida de estos parásitos.
“El problema que encontramos es que antes de poder usar los parásitos como bioindicadores desconocemos qué especies son, y cómo es su ciclo o sus abundancias en la naturaleza y en los diferentes arroyos. Por todo esto el uso de los parásitos como bioindicadores por ahora es muy difícil de evaluar, pero estamos sentando las bases para que en el futuro se pueda hacer”, detalló Montes a la Agencia CyT de la UNLP.
El estudio fue liderado por Felipe Alonso, investigador del Instituto de Bio y Geociencias del NOA (IBIGEO-CONICET) y de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta. Participaron también Martín Migeul Montes, Jorge Barneche y Marina Ibañez Shibamukuro (CEPAVE-UNLP, UNLP); Guillermo Enrique Terán y Baltazar Bugeau (CONICET–Fundación Miguel Lillo, Tucumán); Wilson Sebastián Serra (Museo Nacional de Historia Natural, Uruguay); Marcos Martin Waldbillig (CONICET – Universidad de Buenos Aires). Todos los científicos son miembros de la Fundación Killifish.
Además, se sumaron Francisco González Táboas, de la organización Aves Argentinas), Malena Maroli, del Parque Natural Provincial Islas y Canales Verdes del Río Uruguay, y Matías Jesús Almeida, del Parque Nacional El Impenetrable. (DIB) ACR