La investigación comparó poblaciones con distintos niveles de anticuerpos reactivos a dos sustancias y descartó al agua como posible factor. Al encontrar harina en suspensión en el aire, el equipo comenzó a estudiar cómo varía su presencia según el viento, las lluvias y las estaciones del año. De Marzi y su equipo detectaron que distintas personas de dos grupos de Chivilcoy presentaban anticuerpos positivos para gliadina y transglutaminasa, sustancias vinculadas directamente con la celiaquía.

Según expresó el especialista a La Razón de Chivilcoy, “faltan herramientas adecuadas para la detección de la enfermedad” y la dieta sin gluten no alcanza. “La investigación se enfoca en hallar marcadores de fácil detección, preferentemente en sangre, que permitan identificar la patología de forma más temprana, mejorar el seguimiento de los pacientes o, incluso, diagnosticarla”, aseveró.

La segunda parte del trabajo tendrá como objetivo identificar nuevas moléculas que permitan mejor diagnóstico, seguimiento y tratamiento de los pacientes celíacos. Ante la difícil situación que afrontan las universidades y el sector científico, el quipo que dirige De Marzi hizo referencia a la necesidad de buscar financiamiento para profundizar y avanzar con la investigación.

La enfermedad celíaca es un trastorno crónico y autoinmune que afecta el intestino delgado, desencadenado por la ingesta de gluten (una proteína presente en el trigo, la cebada, el centeno y posiblemente la avena). Este daño intestinal dificulta la absorción de nutrientes, lo que puede llevar a desnutrición y otros problemas de salud.