La Cuaresma es un camino a recorrer junto a Jesús en su entrega al plan de Dios. Camino para transitarlo con la confianza de ganar la vida y poder así participar en la gloria y felicidad de la resurrección, la de Cristo y la nuestra.

Cada año la Cuaresma nos invita a “ponernos al día” en nuestra vida cristiana, en lo que podemos llamar conversión permanente. El Señor inició su predicación con la expresión: “Conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1, 15). Estas palabras las hemos escuchado el miércoles de Ceniza, aplicadas a cada uno de nosotros: conviértete, necesitamos constantemente esa exhortación porque nunca estaremos convertidos del todo. Hay aspectos de nuestra vida que necesitan ser revisados, purificados, renovados. Siempre necesitamos volver a Dios, cambiar de rumbo, darle la cara y no la espalda, porque de manera casi imperceptible nuestra mentalidad se deja seducir por comportamientos que nos alejan del Evangelio. Necesitamos, pues, esa conversión permanente.

La Cuaresma es un tiempo para “aplicarse” en aquello que Dios ha soñado para la humanidad: un proyecto de vida que pasa por la entrega de la misma, a pesar de lo que eso supone de “renuncia” interior a otras muchas cosas.

En esta Cuaresma tenemos la oportunidad de “sacar lo mejor de nosotros”. Ayunar de prisas y preocupaciones y sustituirlas con palabras de aliento que animen, fortalezcan, consuelen y estimulen, en lugar de comentarios que humillan y entristecen. Orar, practicando el amor fraterno. Orar, es ejercer el amor. Amar, es ejercer el servicio. Servir, es ejercer la vida. Vivir, es amar y servir. Vivir, es ejercer a Cristo. Es ser un nuevo Cristo. Cuaresma es un tiempo de entrar en comunicación más profunda con Dios entrar en “…un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo con Jesús para corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene. También compartir los bienes con los más necesitados mediante la limosna. Compartir con caridad hace al hombre más humano

“La Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos...". (Benedicto XVI°).Caminemos juntos hacia la Pascua haciendo experiencia personal y comunitaria del paso de Dios en nuestras vidas.

(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.