El día transcurrió como uno más. Siendo aproximadamente las 9 hs. cargó combustible en la estación de servicio de Caminos, en ruta 65. Allí lo atendió Oscar Galo, que vio que se dirigía de vuelta hacia Zavalía. La intranquilidad surgió cuando se acercaba la noche y Pedro aún no había regresado. Había dicho que venía a Los Toldos y luego a la Estancia “Santa Rita”. Durante el día su familia preocupada llamaba insistentemente por teléfono a la Estancia, sin tener respuestas. Por la tarde cerca de las 18.30', el vehículo de su propiedad, un Renault 12 TL modelo 1981, aparece sin su conductor, estacionado en una curva de un camino lindero entre la Estancia “Santa Rita” de Carlos Pacheco Santamarina y la Estancia “El Refugio” de Carlos Llorente, sin rastros ni signos de violencia. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué fue del paradero de Pedro? ¿Lo habrían amenazado? ¿Lo secuestraron? ¿Lo asesinaron? ¿Qué motivos habría para hacer desaparecer a Pedro Avila?

Cuando de buscar motivos se trata, todos señalan hacia Zavalía, más precisamente a la ex Cooperativa Agrícola Ganadera del pequeño pueblo, que durante 36 años ha estado envuelto en uno de los misterios más grandes y estremecedores jamás resuelto. Detrás de este enigma hay una historia en la que por más de 34 años Pedro Avila trabajó, ingresando en mayo de 1951 como bolsero, luego pasó a realizar tareas de mantenimiento y por último como encargado de la Planta de Silos, hasta el momento que fue despedido en abril de 1985, luego de una fuerte discusión con el gerente de la entidad, Jorge Alberto Iriarte.

El lunes 22 de julio en horas de la mañana, Avila decide dar a conocer las órdenes que recibía cuando trabajaba, para lo cual es acompañado a la Escribanía de Jorge Sánchez por Carlos Juan Pacheco Santamarina y personas del Directorio, Esnaola y Carrizo.

Pedro Avila, Luis Ferrari (recibidor de la balanza) y Angel Avila (hermano de Pedro) por medio de Acta Notarial ponían al descubierto las irregularidades, maniobras fraudulentas que se venían cometiendo durante los últimos años en perjuicio de los agricultores de la zona, que entregaban el cereal de las distintas cosechas a la Cooperativa, hecho que fue comprobado y con condenas en suspenso para algunos de los involucrados. A partir de ahí, posiblemente el destino de Avila estaba marcado, dos días después desaparece sin más noticias durante estos 36 años.

La Justicia no investigó como debía, la impunidad se apoderó del tiempo, los sospechosos y encubridores del hecho que intentaron “tapar” todo, que seguramente los hay, podrían estar entre nosotros, en nuestro pueblo, caminando por nuestras calles.

Hoy, como hace 36 años nos da vergüenza ajena que la verdad no se sepa, que la Justicia haya mirado para otro lado. Cuando decimos Justicia, no podemos dejar de nombrar al Juez de la causa, Elio Abel Lago, máximo responsable de la investigación.

Por todo lo que pasó, por lo que tuvieron que vivir los familiares de Pedro Avila, porque queremos una sociedad justa y en democracia.

¡Queremos que se sepa la verdad!

Credito Periodico Impacto