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SOCIEDAD

6 de febrero de 2020

Una familia halló en Monte Hermoso un molar de mastodonte de hace 30.000 años

“Estaba debajo de unas piedras. Era anacarado, rojito y se veía solo la superficie. Lo levanté, le saqué un poco de arena y lo limpié con agua”, repasa Isabel sobre el hallazgo del pasado lunes. Enseguida, apenas se lo mostró a su marido, hijos y otros familiares, comenzaron las conjeturas.

A raíz de la gran cantidad de turistas que recibe la costa bonaerense, hay cada vez menos sectores vírgenes sin visitar. Ocurre en Monte Hermoso donde sus 32 kilómetros de costa, especialmente los fines de semana, quedan chicos para recibir tantos veraneantes.

Algunos optan por alejarse de las bajadas más concurridas, clavan la sombrilla y se establecen. Otros lo hacen para caminar en soledad. O para pescar, como María Isabel Bernatene y su familia, que se ubicaron el lunes, apenas amaneció, a unos 10 kilómetros al oeste del casco urbano del balneario.

La turista con el molar de mastodonte

La turista con el molar de mastodonte

Mientras las cañas de Sergio, su marido y sus hijos Gastón y Facundo enfrentaban al mar, la mujer, docente de Bahía Blanca, iba en busca de lo que la creciente marea dejaba sobre la orilla. Ya cerca del mediodía, sobre la pleamar, en una zona alta, divisó algo que le llamó la atención.

“A mí me parecían dientes de un herbívoro, por lo chato. A otros una pezuña. Hasta mis primos de España a los que les mandé las fotos que sacamos, daban sus opiniones”, cuenta la mujer sobre el enigma que los rodeaba. La respuesta, inesperada, la encontraron más tarde en el museo del lugar.

Sergio y Gastón, padre e hijo de Isabel, con el molar

Sergio y Gastón, padre e hijo de Isabel, con el molar

Se trataba de un molar de Stegomastodon o Mastodonte, un mamífero invasor, similar, aunque más robusto, al elefante actual y de unas 7,5 toneladas de peso. Originarios del Norte de África, se dispersaron por Eurasia y América y vivieron en esa zona costera bonaerense entre 10.000 y 30.000 años atrás.

Su tamaño fue similar al de los elefantes asiáticos y menor que los africanos. “Se caracterizaron por tener colmillos largos, rectos y sin esmalte que, en el caso de los adultos, podían medir hasta 1,5 metros”, precisa Natalia Sánchez, directora del Museo de Ciencias Vicente Di Martino.

Sergio, el marido de Isabel, con el molar de mastodonte

Sergio, el marido de Isabel, con el molar de mastodonte

"Es común que los rodados fósiles que el mar desprende del sedimento sean arrastrados hasta la playa. Lo que no es tan común es encontrar un molar de mastodonte" admite. Dice que sí es más frecuente hallar huesos rotos, en esa zona cercana al área 3 de la reserva natural Pehuén Có-Monte Hermoso.

“Estaba fuera del sedimento y casi pulido de la erosión, por lo que casi no tuvimos que limpiarlo”, explica sobre el molar hallado. Dice que la pieza está lista para ser numerada y sumada a la exposición que está creciendo gracias al aporte de los veraneantes.

Valora su colaboración y el aprendizaje que van demostrando turistas como Isabel, que donó la pieza. “La playa es muy extensa y como estamos todos los días abocados a atender al público, no tenemos tiempo para recorrerla” reconoce la doctora en Geología, protagonista en su etapa de estudiante e investigadora de hallazgos importantes en la zona.

“Hay tanta cantidad de visitantes que usan prácticamente toda la playa. Tienen el ojo cada vez más acostumbrado para diferenciar lo que encuentran y ante la duda, vienen y nos preguntan. ¡Para nosotros es genial!” se entusiasma Sánchez con la labor y las consultas que están recibiendo durante la temporada.

Menciona que la comunicación que hacen a través de las redes sociales de cada hallazgo y el agradecimiento para quienes colaboran, que nunca se van con las manos vacías del museo, contagian a los turistas. “Entienden el cuidado y la importancia que tiene cada hallazgo para el patrimonio local, para los turistas y para el estudio científico” resalta.

En el museo, todos quedaron muy sorprendidos y halagados por ese hallazgo. “Ya me dí cuenta por la cara de las chicas cuando se lo llevamos” cuenta Isabel que, admite, se le puso “la piel de gallina” cuando le dijeron de qué se trataba. “Suponía que era algo valioso, pero cuando lo certificás, es fuerte” refleja y sostiene el ejemplar junto una boca de mastodonte que se exhibe en el museo.

Dice que el molar es bastante pesado y tiene una superficie de unos 8 por 11 centímetros y medio. “Estaba poco gastada y como petrificada. Es una pieza muy linda” se emociona Isabel por su aporte. Y también por lo que significará para su tarea como docente en este 2020.

“El año pasado trabajamos mucho con dinosaurios en la escuela”, recuerda la profesora de 5º y 6º año de los colegios 29 y 69 de Bahía Blanca. “Convocamos a un escultor, hicimos fósiles. Así que empezar el año así, es una gran experiencia. ¡Tengo un montón de fotos para mostrarles a mis alumnos!” se entusiasma.

 

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