Me siento profundamente agradecido a todos aquellos que, con marcada responsabilidad ciudadana se han sentido convocados a participar de la apertura del 30º Período de Sesiones Ordinarias del Honorable Concejo Deliberante.

Tan acostumbrados estábamos, tanto el pueblo argentino como los hermanos latinoamericanos, a las interrupciones institucionales con el consecuente desconocimiento de los valores republicanos y las normas de la democracia que hoy ,  al iniciar este nuevo Período de vida institucional democrática, apegados a los preceptos constitucionales y sometidos al mandato popular , no podemos obviar esta circunstancia y más bien expresar nuestra sincera satisfacción ciudadana y orgullo nacional por considerarnos, cada uno a su manera, partícipes y protagonistas principales de la consolidación de éste, que es el mejor de los sistemas para una comunidad que se precie de organizada.

Vengo a rendir cuentas sobre mi gestión en el año ejecutado y a la vez dar algunas pautas generales acerca del accionar futuro de mi gobierno. Lo hago con la emoción sincera de quien se siente comprometido con las expectativas de la comunidad e involucrado en los sueños y esperanzas por un destino de progreso, pensando siempre que “mañana será el mejor de los días por vivir”.

Pero también soy conciente que no es del todo bueno dejarse llevar por un desmedido optimismo y más bien encarar la resolución de los problemas con realismo  y a partir del reconocimiento de su existencia.

La experiencia que otorga mi extendida actuación en la función pública, reconoce los vaivenes propios que cíclicamente se producen en el arte de gobernar, más allá del color político de sus protagonistas. A partir de este reconocimiento puedo afirmar que el año 2012 y lo que va del 2013 no han sido tiempos fáciles. Deberemos apelar a formas, maneras y sistemas muy austeros y eficientes para, sostener lo que para nosotros ya es una tradición permanente e irrenunciable: El equilibrio presupuestario.

Hace un año les manifestaba, en este mismo recinto, las dificultades que padecíamos en la ejecución de algunas obras prometidas en el curso de nuestra gestión. El compromiso casi obsesivo por el cumplimiento de la palabra empeñada ha redoblado la intensidad de nuestras gestiones ante los organismos tanto provinciales como nacionales a efectos de destrabar obstáculos burocráticos. El resultado es tan variado como diversas han sido las soluciones. En algunos casos y con mucho esfuerzo hasta se han destinado recursos municipales para cumplimentar obras prometidas.

Pero más allá de las obras ejecutadas, del equilibrio presupuestario , de la austeridad administrativa y de la transparencia en la gestión, ocuparé el eje central de este mensaje al tema que más está preocupando a nuestros vecinos, a los bonaerenses en particular y al conjunto de la sociedad argentina en general como fenómeno sociológico extremadamente complejo al que tributan en su composición los más variados y diversos factores que se han ido acumulando durante años de manera, si se quiere, silenciosa pero altamente destructiva del tejido social.

Me refiero a la Inseguridad y la Violencia:

Por su naturaleza es un tema sumamente complejo y siempre lo hemos encarado con decisión y acciones que aunque limitadas por la responsabilidad de nuestra competencia, nunca nos hemos quedado en el diagnóstico de circunstancia ni en el relato complaciente.

No son muchas las herramientas institucionales que el sistema nos proporciona como municipio para ejecutar una eficiente política de seguridad. No están a nuestro alcance las reformas legislativas ni jurídicas que, por la naturaleza del problema, tarde o temprano habrá que tomar.

La edad de imputabilidad de quien comete delito, deberá estar en la agenda legislativa en el futuro inmediato. O acaso no es una incongruencia injustificable que quien asume derechos y responsabilidad ciudadana para votar no tenga las consecuentes obligaciones legales y jurídicas a la hora de cometer delito?

“Todo en su medida y armoniosamente “nos decía el sabio General, y tal vez ese sea el camino. Ni el perverso resultado de la mano dura, ni la engañosa solución del garantismo permisivo y complaciente.

Debemos buscar los denominadores comunes y rechazar las posiciones antagónicas, confrontativas o sectarias.

En el punto medio debemos trabajar, hurgar, conciliar y participar para que en este querido terruño, Los Toldos , y este generoso país