En la ciudad entrerriana de Paraná tiene lugar una emotiva historia, protagonizada por una maestra y dos alumnos, que comenzó hace 70 años en las aulas y continúa hasta hoy lejos de ellas. El frecuente punto de encuentro es el comercio de uno de los ex estudiantes, quien el próximo mes cumplirá 80 años, donde recuerdan anécdotas y prometen prolongar el vínculo por el resto de sus días, dado que "hemos construido una relación de madre e hijos", reconoció uno de ellos.

En el sexto grado de la Escuela República de Chile, de la ciudad de Paraná, Daniel y Ermindo, quienes fueron compañeros a partir de primer grado, conocieron a la maestra Chavela. Sólo un año compartieron el aula, sin embargo la vocación de enseñar de la docente marcó a fuego a sus alumnos, quienes jamás se separaron de ella. Al respecto, Ermindo recordó ante "Crónica" que "ella nos daba las enseñanzas de antes, nos inculcaba muchos valores como la amistad y servir al otro, además que con ella aprendimos de todo, como matemática, lengua, caligrafía y ortografía. Era una maestra completa". En aquellos tiempos, las clases se desarrollaban con una particularidad, como reveló el propio Ermindo, al confesar que "íbamos al colegio con una pizarrita y un trapito para borrar lo que escribíamos". Fue mediante esos útiles que se gestó una relación entrañable entre los tres, por la cual uno de los estudiantes consideró que "nuestra maestra era como nuestra segunda madre y por eso la cuidábamos como tal. La acompañábamos a la casa y le llevábamos el portafolio. Nos turnábamos para no dejarla sola. Eso sí, no nos regalaba nota por eso, nos hacía estudiar". A su vez, el hombre que en septiembre cumplirá sus 80 años acudió a la memoria para reconocer que en aquel sexto grado "era todo muy lindo. Éramos conformistas, por ejemplo yo me quedaba hecho con jugar con una pelota de trapo".

No obstante, a siete décadas de conocerla, Ermindo recibe diariamente a Chavela, de 92 años, en su ferretería, para rememorar ese año junto a Daniel o ante cualquier requerimiento de la maestra. En este sentido, el ferretero dejó en claro que "cuando necesita algo, yo estoy y no le cobro. Entonces ella me pregunta por qué no lo hago y le repito siempre ‘por todo lo que me enseñaste’".

Una muestra de cariño que tanto él como su amigo Daniel no dudan en manifestarla con orgullo y emoción, enfatizando el comerciante que "hasta que me lleve el de arriba siempre estaré junto a ellos. No hay plata que pague esta amistad que formamos".