"Lo que debería pasar, según el gobierno, es que el precio pagando en efectivo baje. Yo soy escéptica a eso. Es más, sospecho que pueda suceder el camino inverso, que los precios suban", alertó a "Crónica" Sandra González, de la Asociación de Defensa de los Consumidores y Usuarios de la Argentina (Adecua).


"El período desde el anuncio realizado el lunes hasta su implementación, el próximo lunes, es muy corto como para implementar toda la serie de controles necesarios para asegurar que efectivamente los empresarios decidan bajar sus precios".

Basada en la histórica decisión de los propietarios de comercios y tiendas argentinas de aprovechar cada ocasión para ajustar sus ganancias en vez de bajar los precios, González advirtió: "Hay que poner mucha atención a lo que pase con los precios esta semana".

El temor es lógico: antes de hacer oficial el nuevo valor pagando con efectivo, incrementar en estos días los precios. Entonces, al empezar el mes de febrero, la diferencia que se exhiba entre los valores de efectivo y la financiación tendrá ya su cuota de "engaño" previa. Si bien habrá efectivamente un costo más barato en el efectivo, ese ya tendrá una suba anterior.

La especialista en defensa de los consumidores reitera una frase que se hizo carne en la historia de nuestro país: "Precio que aumentó, nunca bajó".

El propio gobierno ayer pareció reconocer esta realidad. "La medida no garantiza que bajen los precios. El gobierno no controla los precios: con esta medida se busca crear un marco de mayor competencia y transparencia, que llevará a que los consumidores tengan mejores ofertas y precios", sostuvo el secretario de Comercio, Miguel Braun.


¿Y los supermercados?


El anuncio del gobierno se plantea especialmente difícil de implementar en las grandes compras de los hipermercados, que implican numerosos artículos. "Cada producto debería tener su precio diferenciado. Y habrá que tener la calculadora a mano si uno piensa pagarlo en tarjeta y en cuotas, como hacen muchísimas familias en el último tiempo, buscando competir con la inflación y evitar desembolsar de una vez todo el valor de la compra", explica González.

Esto significaría que desde la leche hasta el pan deberían tener su cartel con el precio en efectivo y otro con tarjeta. A eso habrá que sumar la variedad de ofertas de compras, entre combos (llevás 4, pagás 2) y tarjetas de crédito y otros descuentos.