Un antes y un después en la vida de Delfina (14) llegó el 28 de septiembre del año pasado. Ese lunes, tres compañeras más chicas que ella la persiguieron varias cuadras y, al llegar a la estación de San Isidro, le golpearon la cabeza contra la pared. Desde entonces, el miedo es su fiel y trágica compañía.

Su familia radicó la denuncia, pero todo fue peor: días atrás la amenazaron. Esa sonrisa dibujada a mano ya no existe. O, por lo menos, no es tal desde septiembre de 2015, cuando a fines de ese mes ella salía de la Escuela 18 de San Isidro (calle Rivadavia al 300) y tres alumnas la persiguieron.

“Nunca supimos por qué. Mi hija me dijo que todos los días una de ellas la invitaba, en los recreos, a pelear”, le contó a “CrónicaPablo Bagnasco. Y esa “invitación” tuvo su punto final ese lunes.

Según los familiares de la menor, en las cuatro cuadras que separan el colegio de la estación “las tres iban tras sus pasos. Le pegaban en los tobillos y mi hija llorando seguía caminando. Lo increíble es que nadie vio nada”. Al llegar a la estación, “dos le agarran los brazos y una la golpeó en la cabeza, chocando con la pared que tiene el paso a nivel. Un policía vio todo, pero las agresoras se fueron. Cuando Delfi se acerca al uniformado para contarle lo que le pasó, lo único que hizo fue mandarla a casa”, agregó Pablo.

Luego de ir al hospital de Niños local -donde le detectaron un quiste aracnoideo que podría llegar a ser fatal-, rápidamente se dirigieron a la comisaría 1ª de San Isidro para realizar la denuncia.

Allí figura la causa penal contra la agresora, de por aquel entonces 12 años. “Lo peor fue lo que nos dijeron: que al ser menor no se pueden meter”, siguió Pablo Bagnasco.

En esa línea, similar fue la situación por la cual pasaron en la escuela, ya que en una reunión -a la cual concurrieron los padres de la agresora- los directivos argumentaron que al no pasar en el establecimiento no podían ayudarlos.

“La mamá de la chica que la golpeó dijo que la vuelvan a llamar cuando realmente pase algo”, añadió Pablo, y siguió: “Por lo que averiguamos, esta chica tiene más de una denuncia en su contra”.

En tanto, desde la escuela la única solución que le dieron a la víctima fue que realice trabajos prácticos así no se cruza con la agresora aunque, “cuando llegó diciembre nos dijeron que se perdieron todos los trabajos, por lo cual Delfi tuvo que hacer todo dos veces”.

Por fortuna, el 2016 encontró a Delfina en otra institución, ya que sus padres la anotaron en el Nacional de San Isidro. “Los directivos son más responsables, aunque aclararon que tampoco pueden estar atentos a mi hija en los alrededores”, dijo el hombre. Pero todo siguió igual.

El jueves de la semana pasada la misma agresora la buscó junto a unas 15 amigas y la amenazó. “Le pidió que saque la denuncia en su contra. Delfina corrió y se escondió en una librería, donde llamó a la policía”. No conforme con el episodio, la atacante fue por más: el viernes una amiga de Delfina le advirtió que no vaya al colegio porque iban por ella. “No puede vivir así. Está angustiada. Ni siquiera sale a comprar al almacén frente a casa”, contó Pablo.

Debido a la situación, la adolescente se reincorpora al colegio el lunes, ya que le recomendaron que se tome unos días. Asimismo, la familia Bagnasco se dirigió hacia la fiscalía, pero se encontró con otra sorpresa: la denuncia está cajoneada. “La fiscal nos dijo que mi hija, cuando la vea a la agresora, le pegue un palazo en la cabeza”, cerró. Increíble, pero real