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DEPORTES

6 de julio de 2024

La ley que salvó el juego: el trasfondo de una regla revolucionaria y las tres jugadas que marcaron el inicio del fútbol moderno

A partir del 24 de julio de 1992, el fútbol empezó a jugarse de otra manera. La FIFA y la International Board habían establecido un consenso: necesitaban corregir una norma del reglamento para que el deporte no se volviera tan monótono y aburrido. La jugada ridícula que motorizó el cambio, el campeón que explotó ese recurso y el gol que inició una nueva era

El futbolista escocés del Rangers lanzó un pase desde campo contrario hacia su arquero para ganar tiempo en un duelo contra el Dinamo de Kiev/>

 

El futbolista escocés del Rangers lanzó un pase desde campo contrario hacia su arquero para ganar tiempo en un duelo contra el Dinamo de Kiev

Cuando Graeme Souness lo hizo en la primera fase de la Champions League de 1987 pareció un recurso ridículo. Faltaban pocos minutos para que terminara el partido: el Rangers en el que jugaba el futbolista escocés le ganaba dos a cero al Dynamo de Kiev y se clasificaba a la siguiente fase de la Copa. Recibió un pase corto de Davie Kirkwood en tres cuartos de cancha. Su equipo se desplegaba en ataque y los rivales se replegaban en defensa. Souness controló, giró y sin miramientos lanzó un pelotazo alto y profundo contra su propia área: no fue un despeje, una traición o una locura. Ochenta metros más allá y cinco segundos después, su arquero, Chris Woods, la tomó con las manos.

Italia ‘90 convirtió el recurso de Souness en un método cínico, abusivo. La FIFA constató la sistematización del artilugio y el desencanto de los estadounidenses: el Mundial siguiente se realizaría allí. El 13 de diciembre, en la primera reunión posterior a la Copa del Mundo, el ente rector del fútbol global ordenó la creación de un comité para elaborar propuestas que mejoren la estética del juego, que lo hagan más atractivo. Querían renovar una regla: que el arquero pudiera agarrar con las manos el pase de un compañero. Debían convencer a la International Football Association Board (IFAB), una entidad creada en 1886 -dieciocho años antes que la propia FIFA- y facultada para alterar las reglas del juego.

La raíz de esa transformación la conserva Daniel Jeandupeux, por aquel entonces técnico del club francés Caen. El Mundial de Italia no lo aburrió, lo preocupó. Procuró estudiar la regla que más inquietud le generaba: el pase al arquero. Y se concentró en la fisonomía que adoptaban los equipos que se habían puesto en ventaja. Aplicó un sistema de análisis de datos, un iniciático software, para estudiar patrones de posesión. “Cuando estaban ganando, los arqueros tocaban diez veces más la pelota que todos los jugadores de campo sumados. Las cifras eran asombrosas”, detalló. Descubrió, con cierto desagrado, que su equipo incurría en la misma estrategia: entregársela a su arquero para ganar tiempo y aplacar el partido. Se había constituido como una ley del fútbol.

 

La Euro de 1992 fue el último torneo en el que se permitió que el arquero agarrara la pelota con las manos tras el pase de un compañero

Plasmó su desvelo en una carta. El remitente fue Walter Gagg, asistente técnico de la FIFA y estrecho colaborador de Joseph Blatter. “Mi arquero -escribió Jeandupeux, según una investigación de Michiel de Hoog- es un verdadero campeón en perder tiempo”. La misiva tenía un sentido reparador: avisarle a los dueños de la pelota que podían salvar al fútbol. “Esa posesión terminará por matar el juego”, dijo y propuso dos modificaciones del reglamento en pos de dinamizar el trámite: más pelotas disponibles en la circunferencia del campo para reanudaciones rápidas y la imposibilidad de que el arquero pueda agarrar el pase de un jugador al que se lo había entregado anteriormente.

Blatter recibió con beneplácito la propuesta. Estaba interesado en favorecer al espectáculo deportivo y revitalizar el concepto del partido de fútbol como un entretenimiento de consumo, un producto vendible. Jeandupeux fue convocado al comité de renovación del reglamento. Había una conciencia común: el reglamento necesitaba cambios urgentes. El consejo -presidido por el ex futbolista Michel Platini- corrigió la propuesta del entrenador suizo, a quien Blatter definió como un “filósofo del fútbol”: los arqueros no podrán controlar la pelota con sus manos luego de una cesión de cualquiera de sus compañeros en cualquier parte del área. El experimento de la FIFA se implementó en el Mundial Sub 17 de 1991 que se desarrolló, paradójicamente, en Italia. “Nuestras estadísticas muestran algo extraño: el arquero es el jugador que más pases recibe durante un partido. Los jugadores, pero también los entrenadores y los árbitros, deben cambiar su actitud para que el fútbol siga siendo el deporte líder”, argumentó Blatter.

Sus dichos pretendían persuadir las rígidas voluntades de los miembros de la International Board: habían pasado sesenta y siete años desde la última vez que impusieron una norma disruptiva, cuando en 1925 ajustaron la regla del fuera de juego. La experiencia en el Mundial juvenil había sido fructífera. El superpoder que tenían los arqueros para controlar los tiempos, neutralizar las ansiedades y abortar la diversión entraba en revisión. Lo que practicó la selección de Dinamarca en el torneo siguiente fue demasiado: saturó la naturaleza del juego e indujo a los viejos reguladores del fútbol a renovar sus leyes.

 

Peter Schmeichel es considerado en la Premier League como uno de los cinco jugadores que revolucionaron la táctica. El mítico arquero del Manchester United "ayudó a llevar la portería a un nuevo nivel", dice un informe oficial de la liga inglesa (Billy Stickland/Allsport/Getty Images)

Dinamarca no se había clasificado a la Eurocopa de Suecia 1992. Fue invitado quince días antes del inicio del torneo luego de que en Yugoslavia se desatara la guerra de los Balcanes. Jugó cinco partidos: empató en el debut contra Inglaterra sin goles, perdió por la mínima contra Suecia, venció dos a uno a Francia, superó por penales a Holanda en semifinales luego de igualar en dos y le ganó por dos goles a Alemania, campeón mundial vigente, en la final. “Quizás la victoria más extraña en un torneo internacional de la historia”, consideró Michael Cox en The New York Times. Las crónicas atestiguan la singularidad del ganador al converger en un título semejante: “El milagro de Dinamarca”.

“Tenía que instalar una cocina nueva en mi casa, pero de repente nos llamaron para jugar en Suecia”, contó Richard Moller Nielsen, el técnico danés, para ilustrar el imprevisto. Había sido el ayudante de Sepp Piontek, quien condujo al seleccionado en su última excursión mundialista en México 1986. El mítico arquero Peter Schmeichel resumió la transición: Piontek había construido un fútbol de “clase alta” y Nielsen pregonaba un fútbol de “clase baja”. Luego debió disculparse. Dinamarca pasó de la aventura a la mesura: el nuevo técnico postulaba un juego amarrete, discreto, ultradefensivo. Tampoco era un motivador nato: a sus jugadores no les pidió que vayan a ganar, sino que se aseguraran de no “pasar vergüenza”.

Tal era la discordia que generaban los modos y la filosofía del entrenador que Michael Laudrup, el futbolista danés más talentoso de la historia, prefirió renunciar a la selección. Su hermano, Brian Laudrup, primero lo acompañó y después se arrepintió. El delantero fue la principal arma de ataque del seleccionado en la Eurocopa. El centrocampista ofensivo Henrik Larsen marcó tres de los seis goles de su equipo a pesar de no haber sido titular los primeros dos partidos. La figura destacada fue Peter Schmeichel, el arquero, el eje del funcionamiento de su equipo: no por sus atajadas sino por dominar los tiempos del partido a partir de su juego de posesión desde su arco.

 

Estados Unidos e Italia estrenaron la regla en Barcelona 1992 y el gol de Joe-Max Moore provino de un error del arquero italiano

Una recopilación de momentos de la final certifican la idea del “otro fútbol”. John Jensen había puesto el uno a cero en el minuto 18. Dinamarca quiso que el resto del partido lo administrara su arquero. Schmeichel se la da a Kent Nielsen para que se la devuelva. Un joven Jürgen Klinsmann lo presiona. Kim Christofte saca un tiro libre sobre la izquierda: se la pasa a su arquero. Claus Christiansen reanuda el juego y también se la cede. Flemming Povlsen ejecuta un tiro libre en el círculo central -como Graeme Souness cinco años antes- con dirección a su arco. Schmeichel espera y la agarra. “El fútbol entonces era un poco diferente”, aceptará el arquero en redes sociales tres décadas después cuando distinga su conducta en un video. Acompañará a la frase con una carita sonriente. En ese recuerdo, mientras el estadio abuchea, el comentarista de la transmisión suelta una risa genuina. La jugada es una burla tácita al reglamento. La última: la cesión del defensor alemán Stefan Reuter al arquero Bodo Illgner, en el epílogo de la final, despide la regla del pase atrás del fútbol profesional.

La FIFA ya había manifestado su posición. “El arquero tiene un privilegio poco común en el fútbol. El uso de sus manos para evitar que el balón entre en su portería, lo que de otro modo sería prácticamente imposible. Pero es un privilegio del que no se debe abusar”, expresó en un comunicado dotado de apreciaciones e interpretado como un ejercicio de presión al comité de deliberación. Funcionó: la International Board decidió, en la sesión número 106 celebrada en mayo de 1992, que cada vez que el arquero agarre con la mano un pase intencionado será penado con tiro libre indirecto. Establecieron que la nueva norma -regla doce, sección dos- comenzara a regir a partir del 24 de julio, luego de la Eurocopa y antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Significaba una represalia contra la pérdida deliberada de tiempo. “En cualquier ocasión en que un jugador patee deliberadamente el balón hacia su propio arquero, éste no podrá tocarlo con las manos. En caso contrario, el partido se reanudará con un tiro libre indirecto desde el lugar donde se produjo la infracción para el equipo adversario”, establece el acta del organismo. “Analizando los partidos del último Mundial, se advierte que en muchos de ellos sólo hubo cuarenta y cinco minutos de juego real y que cada uno de los arqueros perdió como mínimo cuatro minutos aguantando la pelota”, justificó Blatter.

El 24 de julio de 1992 marcó el inicio del fútbol moderno: Italia y Estados Unidos estrenaron la disciplina fútbol en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Fue el primer partido con la nueva disposición. En el minuto 65, Francesco Antonioli, arquero del Milan, se olvidó que regía una modificación del reglamento y tomó un pase atrás dentro de su área. El estadounidense Joe-Max Moore convirtió el descuento a través de un tiro libre indirecto, el primero de la nueva era, en la que los arqueros tuvieron que aprender a usar los pies.

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