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ESPACIO INTA

16 de agosto de 2021

En un mapa, consolidan daños y riesgos de incendios con estrategias de regeneración

El INTA y la Universidad de Valencia –España– desarrollaron una estrategia propia para el diagnóstico de niveles de daños por incendios en ecosistemas de pastizales. A partir de imágenes satelitales, esta evaluación rápida, económica y eficiente permite ver en un mapa, de alta resolución espacial, la superficie dañada, las zonas aptas para el ganado y aquellas que deben recuperar la flora original, así como las zonas más vulnerables a incendios futuros.

Más del 60 % del territorio argentino se encuentra bajo condiciones áridas y semiáridas, cubiertas por pastizales naturales, montes de árboles y arbustos naturales. Se trata de ecosistemas con alta predisposición y recurrencia a incendios, ya sea por causas naturales como antrópicas. Para los especialistas del INTA, este es el motivo fundamental por el cual es necesario “contar con herramientas que consoliden los daños y las estrategias de regeneración para una eficiente toma de decisiones”

Con este objetivo, un equipo de investigación del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar y del INTA Hilario Ascasubi de Buenos Aires se asociaron con el Laboratorio de Procesado de Imágenes (LPI) de la Universidad de Valencia, España, para crear una estrategia para el diagnóstico de niveles de daños por incendios en ecosistemas de pastizales a partir de imágenes satelitales.

Para Alejandro Pezzola –especialista del INTA Hilario Ascasubi, Buenos Aires– resulta “clave” contar con una metodología propia de diagnóstico para los pastizales de nuestra región, lo que permite “evaluar los niveles intermedios de daño y monitorear la recuperación de la vegetación”.

“Adaptamos la metodología de medición a campo y empleamos las cualidades de imágenes más recientes con mejor resolución espacial y espectral como las Sentinel 2 de la Agencia Espacial Europea y de disponibilidad gratuita”, detalló el técnico.

Del análisis de los datos, se obtiene un mapa que señala la superficie y distribución del daño, las zonas aptas para el ganado y aquellas que deben recuperar la flora original, así como las más vulnerables a incendios futuros. “Es una herramienta capaz de conjugar rapidez, veracidad y economía de recursos para que instituciones como el INTA puedan aportar soluciones en el territorio”, indicó.

El clima árido y semiárido que predomina en nuestro país condiciona la existencia de ecosistemas de pastizales con predominancia de gramíneas y arbustos de bajo porte, en general de características xerófilas.

Por su parte, Alejandra Casella, del Instituto de Clima y Agua de INTA Castelar, explicó que “esta cartografía de la severidad se arma apenas termina un incendio y se deja disponible de manera gratuita para su análisis y toma de decisiones, dado que toma la información de índices calculados a partir de imágenes satelitales pre y pos incendio”. Según la especialista, es de fácil interpretación, sin necesidad de tener conocimientos técnicos muy específicos, por lo que es una herramienta útil para gran diversidad de usuarios.

Como si todo esto fuera poco, la metodología propuesta permitirá ahorrar tiempo de respuesta en mediciones complicadas y costosas en campos ganaderos de grandes dimensiones. Y resulta más eficiente por el ahorro de tiempo y de recursos, al no tener que explorar todo el territorio para analizar daños.

“Hasta ese entonces, la mayoría de los modelos derivados de la teledetección estaban orientados al estudio de las consecuencias producidas por incendios en bosques y forestaciones de árboles de gran porte”, explicó.

En esos casos, la metodología hace más hincapié en las secuelas dejadas en los fustes y ramas de los árboles y no en los sustratos herbáceos. “Nosotros desarrollamos un modelo que combina parte del tipo de mediciones de bosques –hasta árboles de bajo porte– con otra metodología creada en el INTA Bariloche, para pastizales de la estepa patagónica que validó un estudio de las imágenes Sentinel 2, propuesto por Jesús Delegido de la Universidad de Valencia”, indicó Casella”, indicó Casella.

Asimismo, Pezzola detalló que “la recuperación de los pastizales es diferente a la de los bosques, por lo que tener la información de manera inmediata una vez sucedido el incendio es muy importante”. En este punto, no dudó en subrayar que “conocer el daño producido por un incendio es el paso inicial para una recuperación eficaz y de bajo coste de las áreas quemadas”.

El diagnóstico y la cartografía que se desprende provee información importante para la planificación de actividades agrícolas ganaderas en busca de minimizar el efecto del fuego en los agroecosistemas y lograr las más rápidas recuperaciones de las zonas afectadas, de acuerdo al grado de severidad. Este aspecto se visualiza en la cartografía, mediante una escala de colores.

“Contar con esta información lo más pronto posible permite llevar adelante acciones rápidas en el manejo de los rodeos y las labores culturales, aspectos de manejo y cuidados que resultan clave para la toma de decisiones por parte del productor”, concluyó Pezzola.

Durante la última década, ocurrieron sucesiones de incendios que afectaron arbustos y pastizales con importantes pérdidas en ganado, infraestructura y biodiversidad de la región sudoeste de Buenos Aires, noreste de Río Negro y sudeste de La Pampa.

Una estrategia a la medida de las necesidades

El clima árido y semiárido que predomina en nuestro país condiciona la existencia de ecosistemas de pastizales con predominancia de gramíneas y arbustos de bajo porte, en general de características xerófilas. En estos ambientes, el fuego es un elemento modelador del paisaje y se presenta periódicamente durante el periodo estival, lo que modifica el balance entre pastos y arbustos.

Durante la última década, ocurrieron sucesiones de incendios que afectaron arbustos y pastizales con importantes pérdidas en ganado, infraestructura y biodiversidad de la región sudoeste de Buenos Aires, noreste de Río Negro y sudeste de La Pampa. La más significativa fue en el período diciembre de 2016 y enero de 2017, y arrasó con más de 30 mil kilómetros cuadrados.

Los especialistas del INTA coincidieron: “La magnitud de las pérdidas impulsó la necesidad de buscar un método de evaluación del grado de severidad producido por el fuego que permitiera conocer de manera rápida, económica y eficiente las consecuencias y posibles soluciones para definir estrategias de remediación, así como anticipar riesgos”.

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