DEPORTES
13 de marzo de 2021
De ayer a hoy, la pasión del papa Francisco por San Lorenzo
Desde 1946 con el gran equipo del "Ciclón" que entre otros tenía a Armando Farro, René Pontoni y Rinaldo Martino, el Sumo Pontífice profesa su afecto por el equipo de Boedo.
Corría la década del '40 cuando el niño Jorge Mario Bergoglio, nacido en el barrio porteño de Flores, se unió afectivamente a San Lorenzo, la institución fundada por el padre salesiano Lorenzo Massa con la misión de darle contención social a los chicos que jugaban en las calles de Almagro y Boedo.
El recordado equipo campeón de 1946, protagonista de una inolvidable gira por Europa, en la que goleó dos veces al seleccionado de España y otra al de Portugal, generó su admiración cuando apenas tenía 9 años.
Mierko Blazina, Oscar Basso, Ángel Zubieta y el célebre trío ofensivo Armando Farro, René Pontoni y Rinaldo Martino, integrantes de aquel cuadro "azulgrana", lo convirtieron en un amante del deporte más popular.
Fue a partir de entonces cuando comenzó a frecuentar el viejo estadio Gasómetro de Avenida La Plata, donde su padre Mario José, contador y exempleado del ferrocarril, practicaba básquetbol.
Las décadas siguientes transcurrieron con el joven Bergoglio como un habitué de la emblemática cancha en Boedo. Allí mismo, ya en su etapa de seminarista, deliró con los goles del "Nene" José Sanfilippo, se deleitó con los Carasucias, celebró conquista de Los Matadores en el '68, el bicampeonato de 1972 con el Toto Lorenzo en el banco de suplentes y el título del '74 de la mano de Osvaldo Zubeldía.
Sufrió por la expropiación del Gasómetro en 1979 y con el descenso a la Primera B, dos años más tarde, en el contexto de una de las crisis institucionales y económicas más severas en la historia de su querido San Lorenzo.
En la década del '90, antes de convertirse en Arzobispo de Buenos Aires, el padre Bergoglio visitaba con regularidad la Ciudad Deportiva como un referente espiritual para todos los sanlorencistas.
Estuvo a cargo de la misa por el centenario del club en 2008: "Los colores (azul y rojo) se los pedimos a la Virgen. Nunca saquen a María Auxiliadora del club porque es su madre, ya que San Lorenzo nació en el Oratorio San Antonio bajo la protección de la Virgen", pronunció aquel 1 de abril.
Desde unos días antes de aquella fecha, el 12 de marzo, consta su registro como socio (88235N-0) de la institución. San Lorenzo publicó su carnet en las redes sociales cuando se transformó en el jefe de la Iglesia Católica, el 13 de marzo de 2013.
Bajo su papado, créase o no, San Lorenzo experimentó una asombrosa recuperación en todo aspecto. A mediados de 2012 el equipo había evitado el segundo descenso en una final con Instituto de Córdoba y el entonces presidente Carlos Abdo dejó al club en estado de acefalía con su posterior renuncia.
Nada hacía imaginar que en diciembre de 2013, ya en la gestión Lammens-Tinelli y con Francisco en el Vaticano, San Lorenzo lograra el título del Torneo Inicial en una infartante definición con Vélez en Liniers.
El arquero Sebastián Torrico, con un manotazo salvador en los últimos minutos, le negó a Agustín Allione un gol que hubiera significado la consagración del rival. "El Papa puso la mano con Torrico", aseguró Tinelli, que días después viajó para ofrecerle el trofeo al Sumo Pontífice.
La influencia positiva de Francisco continuó al año siguiente cuando San Lorenzo se quitó de encima un histórico estigma con la conquista de su primera Copa Libertadores, objetivo que perseguía desde 1960.
Semejante logro motivó que el Papa hiciera un lugar en su agenda y brindara una audiencia para recibir a los protagonistas de aquella gesta: Lammens, Tinelli, Torrico, Julio Buffarini, Juan Mercier, el "Patón" Edgardo Bauza (DT) y Bernardo Romeo (manager).
Los "milagros" papales no quedaron reducidos al aspecto deportivo, también se extendieron al ámbito institucional porque San Lorenzo avanzó sin precedentes en su epopeya de la Vuelta a Boedo, al punto de recuperar la posesión de Tierra Santa, el predio Avenida La Plata.
Su investidura como jefe de Estado nunca pudo aplacar el fanatismo "azulgrana" que Francisco alimentó desde edad temprana. En sus recorridas por la Plaza San Pedro antes de la pandemia, el Papa respondía con una muletilla que se hizo marca registrada ante cada referencia futbolera recibida: "¡Que gane San Lorenzo!". Amén.