ESPACIO INTA
13 de febrero de 2021
Investigadoras en el INTA: ¿cerca de la equidad de género?
En un sistema nacional de innovación científico tecnológica donde aún existe la disparidad en espacios de toma de decisiones en favor de los varones, en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia ellas reflexionaron acerca de las condiciones en las que se desempeñan en un organismo cuya matriz institucional comparte esa realidad.
Por primera vez la presidencia del INTA la ocupa una mujer, un paso relevante para promover el cambio en un sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación donde los desequilibrios en espacios de liderazgo y toma de decisiones continúan en favor de los hombres: ellas ocupan sólo el 14 % de los puestos directivos, según el diagnóstico del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, conocido en 2020. Científicas del instituto indican que, en sus centros de investigación, experimentan igualdad de oportunidades en el acceso a las categorías más altas e identifican la presencia de muchas en cargos de gestión importantes; en contraposición, expresan la ausencia de equilibrio en relación con los puestos gerenciales, en su mayoría ocupados por varones.
Por el rol del INTA como organismo de permanente referencia para el sector agropecuario, por la posibilidad de investigar y transferir sus desarrollos, pero también por las múltiples opciones para la formación de su personal, desde distintas áreas del conocimiento y regiones argentinas, comenzaron sus carreras en el organismo. En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia ellas reflexionaron acerca de las condiciones en las que lo hacen.
Gabriela Calamante, Jefa del Grupo de Investigación Poxvirus el Instituto de Biotecnología del Centro de Investigaciones en Ciencias Veterinarias y Agronómicas del INTA, se recibió con diploma de honor de Licenciada en Ciencias Biológicas en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales en la Universidad de Buenos Aires y después, de Doctora en Ciencias Biológicas. Ingresó al organismo a través del Plan Joven (1997).
Según el diagnóstico citado, las mujeres se encuentran bajo una suerte de ‘efecto tijeras’, ya que acceden en menor medida a las categorías más altas de la carrera de investigación. En este sentido, según Calamante en su instituto “algunas investigadoras van accediendo a categorías más altas de forma continua”, aunque en otros casos “es difícil la promoción”.
Así, aseguró: “Lo que nos pasa a nosotras no es un reflejo de todo el INTA; tenemos muchas mujeres en cargos de gestión importantes”.
Eva Encarnación Cafrune, es Ingeniera Agrónoma en la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Doctora en Ciencias Biológicas en la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba. Aunque comenzó a trabajar en la institución en 1990, formalmente ingresó en 2005 y actualmente es directora interina del Instituto de Investigación Animal del Chaco Semiárido (IIACS) y Asistente de Planificación del Centro de Investigaciones Agropecuarias (CIAP).
“En mi caso particular, me formé y trabajé en un centro donde no se observaban diferencias entre varones y mujeres en cuanto al acceso a categorías más altas, aunque hasta la asunción de la Dra. Vilma Conci a la Dirección del Instituto de Patología Vegetal (IPAVE), las mujeres no accedían a cargos más altos que coordinaciones de área”, aclaró. “Crecí profesionalmente en un grupo liderado por una mujer, pero sí puedo hacer una apreciación respecto a los puestos gerenciales en INTA, que en su mayoría son ocupados por varones”, expresó.
Equilibrar en todos los niveles
María Rosa Lanari, recibida en la Universidad Nacional de La Plata de ingeniera agrónoma, ingresó como becaria al Instituto de Genética de Castelar y en Alto Valle. Con distintos tipos de contrato, continuó en Bariloche hasta entrar a planta, donde trabaja hace más de 20 años en recursos genéticos, con cabras criollas y sistemas tradicionales, y coordina desde 2019 el Programa Nacional de Recursos Genéticos y Mejoramiento en dicha estación experimental.
Para ella, “nadie puede negar que el INTA es una institución dominada por los varones, aún hoy y aunque las relaciones han cambiado muchísimo”. Y aseguró: “En las categorías más altas somos escandalosamente pocas, solo tres coordinadoras de programa, solo una directora regional; pasa algo similar con las directoras de centros de investigación”.
Indicó que “es muy importante tener una presidenta al mando”, aunque es necesario equilibrar a todo nivel, con más directoras de estaciones experimentales agropecuarias y agencias de extensión rural y modificaciones en las representaciones sindicales. “Hay que cambiar lo evidente y lo subyacente”, comentó.
Diana Piedra desde el 2014 es la Directora del Centro Regional Chaco-Formosa del INTA, la única mujer en ese cargo. Ingeniera Agrónoma de la Facultad de Ciencias Agrarias y Magister en Gestión Ambiental de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), coordinó en dos oportunidades el Proyecto Integrador Algodón del Programa Nacional Cultivos Industriales.
“Creo que las mujeres hemos ido ocupando los espacios que se nos han ido habilitando”, comentó, con Chaco-Formosa como caso. “Hemos tenido presidenta de Consejo de Centro Regional, directoras de Experimentales, Jefas de Agencias, Coordinadoras de Áreas, coordinadoras de proyectos, de PRETs, de Proyectos Locales”, consideró.
Con respecto a su experiencia, Piedra contó que accedió a los cargos por convocatorias abiertas, a las que se presentó tomando la decisión “en función de cuestiones personales y familiares, fundamentalmente”. Al respecto, aseguró: “Una en estos cargos siempre debe ir respaldada por lo esencial, sino es imposible la gestión”.
Adriana María Descalzo, es Licenciada en Biología y Doctora de la Universidad de Buenos Aires e ingresó al INTA con el programa Proyecto Joven en 1998 y a planta, en el 2001. En la actualidad coordina el Programa Nacional de Valor Agregado, Agroindustria y Bioenergía.
“En general las mujeres llegan a ocupar los cuadros de intermedio a alto en la ciencia, pero luego quedan estancadas en sus carreras cuando se trata de avanzar hacia las direcciones o los cargos jerárquicos superiores; este problema se da a nivel mundial”, comentó. “La mayoría de los editores en jefe de las revistas de investigación son varones, 12 de 15 de los grandes inventos en tecnología de alimentos corresponden a varones”, indicó.
En cuanto a la necesidad de equilibrios en los puestos gerenciales del organismo, Descalzo expuso: “A nivel más cercano, 59 de 147 integrantes de los equipos de gestión de los programas nacionales son mujeres; en la coordinación de los doce programas somos 3 mujeres de 17 coordinadores; en centros regionales y de investigación hay 3 mujeres entre los 21 directores, o sea que la pirámide se va achicando a medida que avanza la jerarquía”.
Diferencias al momento de competir
María Soledad Alessandro, es Ingeniera Agrónoma de la Universidad Nacional de la Plata, realizó una Maestría en Mejoramiento Genético Vegetal de la Universidad de Rosario y el INTA, a donde ingresó en el 2002 como becaria profesional en el tema Mejoramiento genético de especies hortícolas alógamas, en Mendoza. Cursó un Doctorado en Biología Molecular y Celular en la Universidad Nacional de Cuyo, elaborando parte de la tesis en el Departamento de Horticultura de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos. Coordina el Proyecto Nacional de Investigación Diversificación de la oferta varietal de especies hortícolas de uso intensivo, está a cargo del programa de mejoramiento de zanahoria y es responsable del Laboratorio de Agrotecnia de la Experimental La Consulta.
“Las oportunidades que da la institución para acceder a nuevos puestos de trabajo, de mayor rango, son iguales para hombres y mujeres”, resaltó. “Nunca sentí una discriminación por cuestiones de género, aunque sí se produce una diferencia en las etapas que las mujeres tienen hijos, ya que las licencias y la reducción de horario de trabajo por lactancia hace que la producción científica en esos momentos sea menor, y a la hora de competir por puestos de trabajo o financiamiento para proyectos esa diferencia nos perjudica”, recalcó.
Al respecto, Calamante aseguró: “Las tareas de cuidado demandan mucho tiempo –mental y físico– y hay momentos donde una se siente que no hace nada bien –ni con tus hijos/familia ni en el trabajo–, que el tiempo no te rinde como antes, que no logras focalizar tu trabajo”. En ese sentido, explicó: “Es una etapa muy difícil porque, según cada mujer, coincide con la Tesis Doctoral, el postdoc o el inicio de tu carrera como investigadora, que son tres etapas clave para ‘despegar’ y posicionarte bien desde el arranque”.
Para la investigadora del Instituto de Biotecnología, por ese motivo, en la relación entre las carreras científicas, a las mujeres “les lleva más tiempo acceder a cargos clave, llegan en menor proporción y con edades más avanzadas”. Manifestó, en esa línea: “En INTA Castelar tenemos el Área de Cuidados y Recreación Infantil (ACRI), que sin eso sería imposible”.
Muchas veces ellas son calificadas en sus evaluaciones de desempeño en función de su trabajo, pero también de su contexto familiar, reconoció Lanari, “mientras que a los varones solo les miran lo que hacen, como separando lo laboral de lo privado”. Sostuvo que “eso debería ser expresamente atendido para que haya un trato igualitario; en eso subyacen muchos preconceptos que siguen actuando”.
Según Descalzo, “en los concursos de niveles jerárquicos superiores del INTA, como en general las juntas se constituyen con directores y representantes de la dirección nacional o del consejo directivo, suelen tener mayoría de varones”, algo distinto a lo que sucede en otros organismos, como la Universidad de Buenos Aires, donde “es más parejo el número de evaluadores varones y mujeres”.
Momento clave en pos de la equidad
Muchos cambios comenzaron en los últimos años, mencionó Calamante, y “fue muy importante el rol de Dora Barrancos en el directorio de CONICET”, en función de que las políticas de dicho organismo son posteriormente adoptadas por otros de Ciencia y Técnica. Por casos, “se puede nombrar el tema de las prórrogas de la duración de las becas según los hijos nacidos durante ese período, la licencia por maternidad, el cambio o eliminación de las edades máximas para el acceso a becas o cargos, la duración de la categoría de investigador/a asistente, entre otras”, indicó.
En ese sentido, señaló “que la creación del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad y la transversalización de la perspectiva de género son pilares fundamentales porque existe el compromiso político de disminuir la brecha de género en todas las áreas”. Consideró también que “es un momento clave para trabajar de forma articulada y transversal para hacer cambios en pos de la igualdad de oportunidades y que perduren en el tiempo”.
Para la especialista, el acceso público a los datos le otorga transparencia al sistema y las políticas de financiamiento a la Ciencia, Tecnología e innovación son fundamentales. “Cuando este sector está desfinanciado, las brechas de género se incrementan considerablemente porque los pocos cargos o los pocos proyectos son adjudicados a los varones”, quienes “avanzan en sus carreras científicas de forma más rápida que las investigadoras y, en consecuencia, quedan mejor calificados en las distintas convocatorias o concursos”, comentó.
Con respecto a los cambios recientes en pos de la equidad, Alessandro resaltó: “Como aliciente, desde hace dos años aproximadamente, en los concursos por financiamiento de proyectos de investigación de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, se considera un año más de antecedentes a las mujeres que tuvieron hijos en los últimos 5 años de su carrera”. En ese sentido, valoró “que esto es importante para equiparar las oportunidades entre hombres y mujeres y debiera extenderse a concursos por puestos de trabajo”.
Con relación a este punto, Cafrune comentó que se perciben cambios en la ocupación de puestos de gestión por parte de mujeres: por primera vez en la historia del organismo la presidencia es ocupada por una; Diana Piedra es la primera directora de un centro regional y hay tres mujeres ocupando coordinación de programas en INTA. En ese sentido, señaló que falta mucho camino por recorrer: “La matriz nacional es predominantemente masculina y esto es también evidente en nuestro Consejo Directivo nacional”.
Según Lanari, “ha cambiado mucho la relación, la cantidad de mujeres, los roles que cumplen”, como también los varones jóvenes, con quienes hay un trato de pares que “aún no ha impactado en los cargos altos, pero es una cuestión de tiempo”.
Transformar la pirámide
Para Constanza Necuzzi, directora general de Capital Humano del INTA, “el número de becarias y becarios es similar en el ingreso de la carrera de investigación, incluso con algún margen mayor en favor de las mujeres”, quienes representan el 53 %. “Sin embargo, los puestos de conducción y gerenciales muestran una pirámide claramente a favor de los varones –75%–”, consideró.
“Esta segregación vertical, llamada ‘techo de cristal’, responde a cuestiones históricas que abarcan desde las tareas de cuidado que realizan las mujeres a lo largo de su vida, superponiéndose con las tareas científicas y profesionales, hasta ciertos estereotipos y prejuicios sobre la capacidad de las mujeres de ocupar puestos de decisión en torno a asignación de recursos económicos, humanos”, aseguró.
A juicio de Descalzo, la equidad “se dará en el momento en que la carrera profesional se compatibilice verdaderamente con las aspiraciones personales y familiares, cuando haya incentivos y ayudas para quienes se encargan de la parentalidad, ya sean varones o mujeres”.
Necuzzi expresó que “a pesar de las dificultades que supone gestionar en pandemia, con el impulso de la actual gestión, el INTA está avanzando en la formulación de un Plan Integral de Igualdad de Género y discutiendo los temas de igualdad de oportunidades y trato en la Comisión de Igualdad de Oportunidades y Trato (CIOT), comisión paritaria y con representación de los centros regionales y de investigación del organismo”.