Provocado por el llamado virus Junín, la Fiebre Hemorrágica Argentina es una enfermedad endémica de la zona pampeana y media del país, trasmitidas por los ratones de campo, que cada año tiene unos 5 millones de argentinos como potenciales víctimas. El país tiene una vacuna, la única en el mundo, que previene el mal, y que en los últimos meses fue motivo de polémica, ya que hubo denuncias de problemas en su producción, que dejarían en situación de vulnerabilidad a este universo de argentinos. Esta semana, la secretaría de Salud negó esta situación, y dijo que hay suficientes dosis para lla demanda de este y el año que viene. Pese a esto, la cartera sanitaria admitió que hay problemas de producción en el instituto Maiztegui, donde se hace la vacuna, y dijo que trabaja para subsanarlos.

La vacuna Candid#1 se produce en el laboratorio del instituto Maiztegui, en la localidad bonaerense de Pergamino, y es la única de su tipo para prevenir el “mal del rastrojo”, como se conoce popularmente a la Fiebre Hemorrágica Argentina. Ante la denuncia de los trabajadores del lugar sobre la suspensión de los trabajos por falta de equipamientos e insumos, la secretaría de Salud nacional emitió un documento donde desmiente la situación. “En la actualidad se cuenta con las dosis de vacuna para la Fiebre Hemorrágica Argentina y su stock es de alrededor de 190 mil dosis. Esta cantidad satisface la demanda para todo 2020 de acuerdo al régimen de demanda aumentada y las condiciones epidemiológicas vigentes”, sostuvo la cartera sanitaria. Lo que sí admitió la entidad nacional es problemas por la rotura de un equipamiento crítico para la producción de la vacuna. “La secretaría de Salud está trabajando para adquirir el equipamiento e insumos necesarios que permitan subsanar la suspensión transitoria de la producción de la vacuna Candid#1, así como del respectivo disolvente”, dijo.

Habitualmente, explicó la secretaría de Salud, la vacuna Candid#1 “se produce en cantidades para satisfacer las demandas históricas en virtud de la información epidemiológica que surge de las zonas endémicas del país”. “Es importante mencionar que la producción de las dosis/cantidades de esta vacuna difiere sustancialmente de las restantes del Calendario Nacional de Vacunas (que ascienden a decenas de miles a millones por año respectivamente). Este hecho se menciona para ilustrar que existe cierta flexibilidad para discontinuar la producción sin afectar el regular abastecimiento al sistema de salud, claro está, disponiendo de un stock mínimo de este biológico”, destacó. En cuanto a la compra del material necesario para reanudar la producción, Salud informó que desde la Dirección de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) “Dr. Carlos G. Malbrán” “se iniciaron los procesos para la compra del mismo. Durante el segundo semestre de 2018 y primer semestre de 2019 se tramitaron licitaciones para la reparación, adecuación y compra de equipamiento por un valor aproximado de 15,6 millones de pesos”. En la actualidad existe un trámite de compra por un monto de 25,6 millones de pesos para la adquisición de equipos para la planta de producción, repuestos para la planta de agua y equipos de laboratorio, calibración y validación de equipos, alimento para animales, productos químicos, material descartable para uso en laboratorio y gases medicinales entre otros de menor cuantía.

Ha unas semanas, la fundación Soberanía Sanitaria difundió un reporte donde pone en los peligros que se generan en la zona pampeana y alrededores por la falta de producción de la vacuna contra el virus Junín. Según la entidad, “son 5 millones de personas que hoy están en riesgo a causa de la falta de vacunas contra la Fiebre Hemorrágica Argentina, por el desfinanciamiento del Estado al instituto que las produce”. Nicolás Kreplak, ex viceministro de Salud y titular de Soberanía Sanitaria, enfatiza que "nuestro país es el único productor en el mundo de la vacuna Candid #1 que previene esta fiebre", tras un acuerdo binacional con los Estados Unidos en 1984. La vacuna se aplica a la población de área endémica con una eficacia del 95 por ciento. La enfermedad, conocida como “mal del rastrojo” por su vínculo con la actividad rural, es endémica de zonas rurales de la región geográfica que abarca parte de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Pampa. Al ser un núcleo central de la Argentina genera que miles de personas pasen por esos lugares y transporten el virus a otras provincias, con casos notificados en San Juan, San Luis, Corrientes, Chaco, Chubut, Tucumán e incluso Capital Federal.