15 de julio de 2018
Festividad de nuestra Sra del Carmen. Reflexion a cargo de Horacio Robirosa
El 16 de julio de 1251, la Virgen María se apareció a su fervoroso servidor, San Simón Stock y le entregó el hábito que había de ser su signo distintivo. El Papa Inocencio IV bendijo ese hábito y le otorgó varios privilegios, no sólo para los religiosos de la Orden, sino también para todos los Cófrades de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Llevando éstos el escapulario, que es la reducción del que llevan los Carmelitas, participan de todos los méritos y oraciones de la Orden y pueden esperar de la Santísima Virgen verse pronto libres del Purgatorio, si hubieran sido fieles en observar las condiciones impuestas para su uso...
El escapulario tiene el significado del amor y la protección maternal de María: el signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos. Envolver en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Nos hace suyos. Nos cubre de nuestra desnudez espiritual.
También significa pertenencia a María: llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María: es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo.
Al usar el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de asistencia de la Madre, y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos, y nos está recordando que nuestra meta es el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre, resueltos a ser fieles al Señor.
El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar. Es para vivir lo que significa: un signo de nuestra identidad como católicos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente según nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María, en el espíritu de los religiosos, pero adaptado a la propia vocación.
Como el escapulario es signo de la Maternidad Espiritual de María y como Ella es madre de todos, también lo puede usar una persona que no es católica.
Kilian Lynch, antiguo general de la Orden dice: "No lleguemos a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos...” y los Papas y Santos han muchas veces alertado acerca de no abusar de la promesa de nuestra Madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El Papa Pío XI nos advierte: "Aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor."
(*) Voluntario de la Inmaculada Padre Kolbe – Olavarría