Para no ser considerado pobre o indigente, en abril se necesitó casi 3% más de ingresos que en marzo. Una familia tipo integrada por dos adultos y dos menores necesitó percibir ingresos por $14.501 el mes pasado para no caer debajo de la línea de la pobreza, y $5.918 para adquirir los alimentos mínimos para subsistir y no ser considerados indigentes. En marzo esos números fueron $14.090 y $5.798, respectivamente.

Se trata de los valores de la Canasta Básica Total (CBT), que fija el umbral por debajo del cual se cae en la pobreza, y de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que marca el de indigencia, y que cada mes difunde el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Siguiendo el orden, ambas mediciones marcaron en abril una suba de 2,91% y 2,07% respecto de marzo pasado.

La inflación más alta
Si se tiene en cuenta el primer cuatrimestre del año, el organismo precisó que el costo de la CBT -que mide la línea de pobreza- para una familia tipo acumuló un aumento de 10,22 por ciento.

Algo similar ocurrió con la CBA -que determina el límite de indigencia-, al sumar desde enero hasta abril un 8,4 por ciento.

De esta forma, los habitantes en la franja de pobreza sufrieron 1 punto más de inflación que la media de la ciudadanía, mientras que los indigentes tuvieron el efecto inverso.

Esta situación se explica por la composición de las canastas, ya que la CBA incluye alimentos básicos para la manutención de una familia compuesta por un matrimonio y dos hijos durante un mes, mientras que la CBT incorpora un conjunto de servicios públicos mínimos (luz, gas, agua y transporte). En consecuencia, como el aumento en los valores de los servicios fue el mayor impacto en todas las mediciones, y en la CBT su incidencia es mayor, esta canasta se encareció por encima del promedio general y de la CBA.

Un tercio del país
En este marco, vale reiterar que en base a los números informados por el Indec con anterioridad, el 30,3 por ciento de la población del país se encontró comprendido en la línea de pobreza al cierre del segundo semestre de 2016, por debajo del 32,2 por ciento registrado en el primer semestre de ese año.

Dentro de este 30,3 por ciento de pobres, hay un 6,1 por ciento que son indigentes, es decir, cuyos ingresos no alcanzan para comprar la cantidad de alimentos suficientes, también por debajo del 6,3 por ciento de la medición anterior.

Al respecto, el investigador del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) Eduardo Donza aseguró que la pobreza en el país es "estructural" y opinó que "no se soluciona sólo con programas sociales".

"En 2016 se agrava levemente la pérdida de puestos de trabajo y la calidad del empleo. Si uno compara la salida de la crisis de la convertibilidad, había un 52 por ciento de pobreza. Disminuyó hasta cerca del 28 o 29 por ciento en 2008 o 2009. Desde entonces, no mejoró más", agregó el especialista en diálogo con Cadena 3.