Por Florencia Bombini
@florbombini

Son muchísimas las historias de personas que están en la búsqueda de sus familiares. Varias terminan quedando en el camino, por la resignación que provoca el hecho de no encontrar resultados y otras son resueltas, dejando relatos maravillosos, dignos de ser escuchados por aquellos que perdieron las esperanzas.

Los protagonistas de esta historia no usan las redes sociales. Sin embargo, este fue el medio clave para cerrar una historia que llevaba 63 años de misterio. De no saber uno del otro. De pensar que el otro había fallecido y de hasta prender velas en su memoria. Todos detalles que le agregan un valor extra a esta narración que termina con el encuentro de Paulino Andrada, de 83 años, con su madre Josefina, de 100, que no puede ver pero sí escuchar, hablar y percibir los mismos sentimientos de más de media década atrás.

El primer capítulo de esta historia ocurre en 1954, en San Luis. El hombre vivía con su mamá y sus tres hermanos en Pozo del Tala, pero de jovencito, después de haber trabajado un tiempo con un familiar en la capital puntana, a 84 kilómetros de su pueblo, decidió mudarse a Intendente Alvear, La Pampa, con una empresa de viveros para la cual se desempeñaba y que posteriormente cerró, por lo que decidió trasladarse a Quemú Quemú, localidad ubicada al noreste de la provincia.

Paulino formó su familia con su mujer -falleció hace 12 años- y tres hijos. Gabriela Alesso era la persona que trabajaba en su casa y uno de los personajes fundamentales para el desenlace feliz. La mujer escuchó durante muchos años la historia de Paulino, que desde que se fue no tuvo noticias de su madre ni de sus hermanos, a pesar de varios intentos en vano por conseguir información. En forma paralela, Josefina había hecho lo mismo, había investigado sobre el destino de su hijo, pero le dijeron que había fallecido. 

Al fin juntos

Conociendo cada hilo de esta atrapante historia, Gabriela decidió iniciar las gestiones para lograr encontrar datos de la familia y ayudar a Paulino. “Entré en Facebook en la página ¿Dónde estás? (un grupo de más de 196.000 miembros) y allí, Carlos Mingoya, uno de sus administradores, nos ayudó a ubicar datos. La historia llegó a las páginas de San Luis y acaparó la atención de Anita Pérez, una chica que me escribió diciendo que su tío era el hermano de Paulino. Empezamos a unir información hasta llegar a tomar contacto con la familia”, comentó Alesso. 

En ese ida y vuelta de datos, el hombre se enteró de que sus dos hermanos habían fallecido, pero que su madre seguía con vida. A mediados de enero, Paulino emprendió el viaje a San Luis, precisamente al barrio 1° de Mayo, y se reencontró con su mamá. “Yo la estaba buscando hace muchísimo, había perdido las noticias y no conseguía nada por ningún lado”, le confesó a este medio Paulino, o Paulo, como le dice siempre su mamá que crió a sus cuatro hijos soltera y luego tuvo otros cuatro en otra relación. Y aún no creyendo en la realidad de esta historia, señaló: “Siempre pensaba que no la iba a ver más”

¿Cómo sigue su vida? Paulino continúa junto a sus hijos en Quemú Quemú y, con 83 años, “hago algunos trabajitos en parques y casas”. Ahora, sabiendo que se le abrió una puerta a esta altura del camino, piensa en “volver a San Luis”, para seguir visitando a su familia, con la que mantiene el contacto todos los días por teléfono. “Cuando me volví para mi pueblo, mi madre me dijo ‘andá, que voy a estar siempre esperándote’”, expresó Paulino, emocionado. Una historia que demuestra que estos encuentros no sólo ocurren en las películas.