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23 de diciembre de 2012

Quiero llegar a Belén Angélica Diez (*) Especial para: Los Toldos es noticia

Cuántas veces hemos cantado en distintas celebraciones: “Soy peregrino en esta tierra/ marcho contento hacia Dios/ soy ciudadano de su reino/ voy anunciando su amor”. Hay una estrella en mi camino/ la luz divina de la fe/ ella señala mi destino/ llegar a ti Jerusalén”. ¿Verdad que, al comenzar a leerlo nos surgió inmediatamente la melodía y nos encontramos entonándolo? Surge espontáneo cuando tenemos “incorporados” ciertos elementos que continuemos elaborándolos dentro y recreándolos al mismo tiempo...
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 Este “ser peregrinos” hacia la patria prometida tiene una estación obligada: ¡Belén!  - Bait-lejen (Belén) literalmente “Casa del pan”-.

            Quiero llegar a Belén con los pastores, quiero ir con mi pobreza de viajero, quizás lleve un pedazo de pan  en mi alforja, en mi mochila, quizás lleve un bastón para apoyarme y remover los obstáculos del camino…

            Quizás mi corazón esté cansado, preocupado, desalentado pero camino hacia la gruta “hay una estrella que me guía: la fe. Esa fe que me fue dada como don para que aprenda a reflejarme” en la belleza del Niño de Belén” que vino por mí para decirme y mostrarme al Padre “dador de todo bien y creador de cuanto existe”. Esa fe en el Niño que fue concebido por obra del Espíritu Santo, que por nosotros los hombres  y por nuestra salvación bajó el cielo y se encarnó en María Virgen”.

            Quiero llegar a Belén para contemplar al Niño “envuelto en pañales “en los brazos de María custodiado por José, por eso necesito un corazón en paz y renovado ¿Dónde lo encontraré?  En este camino nos ayuda el Beato Juan Pablo II: “Jesús, principio y perfección del hombre nuevo, convierte nuestros corazones a Ti, para que, abandonando las sendas del error, caminemos tras tus huellas por el sendero que conduce a la vida. Haz que, fieles a las promesas del Bautismo, vivamos con coherencia nuestra fe, dando testimonio constante de tu palabra, para que en la familia y en la sociedad resplandezca la luz vivificante del Evangelio”.

            Quiero llegar a Belén  y celebrar la Navidad, pero no quiero llegar sola y me encuentro que  muchos abrieron caminos: “Porla fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cf. Lc 1, 38). Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la enseñanza de los Apóstoles. (cf. Hech 2, 42-47). Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (cf. Ap. 7, 9; 13, 8), han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban.  Son muchos los cristianos  que dedican sus vidas con amor a quien está solo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender y el más importante que socorrer, porque precisamente en él se refleja el rostro mismo de Cristo. Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida  (Porta Fidei, Benedicto XVI).Por esa fe que profesamos, te deseo: ¡Feliz Navidad!, en tu corazón, y con tu familia para que se extienda a muchos y puedan celebrarla juntos con gratitud e inmensa alegría.

 

 (*) Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe

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