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3 de noviembre de 2015

Don Electo, le debìamos èste recuerdo, èste homenaje....

Don Electo Urquizo nació en el pueblo de Monteros, en la provincia de Tucumán, el 8 de febrero de 1847, dato que recogió de la boca de su madre doña Josefa M. Urquizo. Esta trabajaba entonces como doméstica, pero a causa del nacimiento de su hijo debió dejar el empleo. De allí madre e hijo sólo conocieron las estrecheces de una vida sumida en la miseria. A raíz de una travesura la vida de Electo cambió de rumbo. Su madre lo entrega en manos de don Telésforo García, un tendedero bueno y noble que lo acogió paternalmente. Al cabo de un año el chico sabía cocinar, planchar, ordeñar y hacer queso. Más adelante ayudó en la tienda, hasta que debido a la invasión del "chacho" Peñalosa se traslada a Tucumán...

Tenía quince años cuando recibió de su patrón, cinco pesos bolivianos que entregó a su madre. Su espíritu aventurero lo llevó hasta San Juan, que no resultó de su conveniencia. Regresa a Montero e instala un modesto almacén que fracasó. Desde pequeño soñaba irse a Buenos Aires. Era un entusiasta unitario y partidario de la política de Mitre. En junio de 1868 se despidió de su madre, y se agregó a una tropa de carretas que se dirigía a Rosario. Caminó 56 días desde Tucumán hasta Villa María, donde tomó el tren a Rosario el 1º de agosto. Como no encontró trabajo se decidió a emprender el viaje a Buenos Aires a pie. En su largo viaje debió sufrir un sin fin de humillaciones, hasta que llegó a Buenos Aires. Pero para él no había trabajo. Días después, un suizo lo empleó para la siega de Chivilcoy. Pudo instalarse allí con un pequeño negocio de cigarrería. Conoció a la que sería su compañera inseparable, luego su esposa, doña Irene Ferreyra.

Como mercachifle se trasladó a Bragado y se radicó en 1871. Quiso volver a su antigua actividad de tendedero y hace un recorrido hacia el sur, pero en la localidad de 25 de Mayo fue sorprendido por el malón de Calfulcurá, huyó a caballo y se puso a salvo en los toldos de Coliqueo. Donde menos lo pensaba, don Electo encontró el lugar para desarrollar su actividad mercantil, acepta la propuesta del señor Mercado para regentear a medias una modesta pulpería, ubicada en la Tapera de Díaz.

Don Electo se transforma en un activo pulpero entre los indios. Su compañera lo ayudaba en la venta de vinos, yerba, azúcar. Ella preparaba pasteles y tortas fritas y confeccionaba camisas, chiripas, mantas. La clientela aumentaba, y "El Argentino", tenía bien puesto su nombre, pues él era criollo y los demás pulperos españoles. La vida también le ofreció sobresaltos. Tuvo un percance grave cuando la invasión y el saqueo de la tribu por parte de los indios de Namuncurá. El ataque nocturno sorprendió a todos. Un indio pudo salvar a su esposa e hijita llevándolas en ancas a una estancia vecina. Todos los blancos se refugiaron en un pozo y se salvaron por pedido de Justo Coliqueo, que lo respetarán mientras él estuviera con vida. A la mañana siguiente se encontraron los malones con un arreo de 15.000 vacunos y más de 10.000 yeguarizos. Se pusieron en movimiento acompañados del llanto de las indias y de sus hijitos. Fueron alcanzados y liberados por los "Guardias Nacionales". Tras ese saqueo debieron soportar el de los habitantes de Bragado que arrearon con lo que había quedado.

Don Electo fue en busca de su mujer e hija a la estancia "La Cautiva" y volvió a la pulpería. Estaba más pobre que nunca. Por su perseverancia vuelve a iniciar sus actividades. Debió soportar el ataque de un nuevo malón que culminó con la batalla de la Tapera de Díaz, el 9 de octubre de 1876.

Por la amenaza de un nuevo ataque de malón, es que decide trasladarse con todo su negocio a Bragado. Con el triunfo de la "Conquista del Desierto", el horizonte se puso más claro, don Electo decide regresar a la Azotea de la tribu. Por desavenencias con su socio decide establecerse sobre el cruce del camino de la Tapera de Díaz a Bragado y de éste a Lincoln. Allí, en el ángulo de la Plaza Rivadavia estableció don Electo el solitario local "El Argentino", era postal y pulpería, y llegó a transformarse en el centro comercial y social de la zona.

Don Electo era ya padre de cinco hijos. Ellos no tendrían que sufrir la suerte que a él le había tocado vivir durante su niñez y adolescencia. Gracias a su buena administración y constancia, el negocio prosperó de tal forma que abrió sucursales en muchos lugares. Don Electo, deseaba entonces retirarse a la capital y dejar los negocios en manos de sus empleados, cuando un hecho inesperado dio oportunidad de mostrar el espíritu de iniciativa que animaba al emprendedor comerciante.

En el año 1890 decidieron las Cámaras Legislativas Provinciales la prolongación del tramo ferroviario entre Bragado y Lincoln. En 1892, don Electo usó todos sus recursos para influir en el espíritu de los dirigentes de la empresa ferroviaria a fin de que una estación del proyectado ramal se levantara en el terreno que ocupaba su campo. Ofreció regalar todo su terreno para el tramo y erigir un próspero pueblo. En octubre de ese mismo año, Urquizo supo que la estación se levantaría en su campo. EL 2 DE NOVIEMBRE SE FUNDO LOS TOLDOS, EL "HIJO PREDILECTO DE DON ELECTO URQUIZO". Al año siguiente, más precisamente en enero de 1893, comienzan los trabajos de colocación de vías.

Solicitó don Electo los servicios del agrimensor municipal de Bragado, don Antonio Molinari, para mensurar sus cien cuadras y dividirlas en fracciones destinadas a solares y a quintas del futuro pueblo que luego serían puestos en venta. Ya en el primitivo plano reservó don Electo un terreno para la futura plaza que ubicó frente a su negicio, y diversos solares destinados a Iglesia; Escuelas y Edificios Públicos. Hizo nivelar el terreno, especialmente el destinado a las calles a las cuales dio nombre de acuerdo a su predilección histórica. La plaza recibió el nombre de Rivadavia y con su propio esfuerzo plantó en ella árboles y formó jardines. La avenida que pasaba frente a su negocio la llamó Avenida San Martín y también en ella plantó una hermosa arboleda.

Los interesados no se hicieron esperar. Don Electo pudo así hacer efectiva su promesa de fundar un pueblo, imponiéndole al mismo y a la estación del ferrocarril el antiguo nombre del paraje: LOS TOLDOS.

Un año después de fundado Los Toldos, don Electo se retiró de los negocios, quedando como socio comandatario de la firma José y Dionisio Martín y Gregorio Urquizo, hijo mayor de don Electo. Libre ya de los negocios pudo dedicarse por entero a la construcción del pueblo. Fueron múltiples las donaciones que hizo a favor de la comuna, de las sociedades mutualistas y a muchos particulares.

En 1907, murió su esposa doña Irene Ferreyra de Urquizo. Don Electo se retiró a su nueva "Tucumanita" situada en Liniers. La considerable fortuna que había acumulado merecidamente le permitieron pasar sus últimos días libre de preocupaciones económicas. Pudo dedicarse a leer y viajar. Recorrió casi todas las provincias de la república y visitó Europa varias veces.

Se casó en segundas nupcias con doña Carolina Reinoso, viuda de Maroni, natural de O'Brien, fiel compañera hasta el día de su muerte. Rodeado del cariño de sus familiares, murió el 17 de noviembre de 1919, en su casa de la calle Saavedra, en Buenos Aires

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