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SOCIEDAD

22 de mayo de 2020

«Seño, te hablo desde la loma dónde hay señal»

Jeremias, cantando la canción del elefante desde arriba de su caballito

Aún en la adversidad, que representa vivir en el oeste en medio de esta pandemia, docentes y alumnos hacen esfuerzos para mantener viva la llama escolar. Así es el caso de la Escuela 99 de Santa Isabel.
Allí, una maestra y un niño encarnan uno de los ejemplos de cómo es mantener el contacto educativo y afectivo en tiempos inéditos.

Jeremías Gonzales Ordienco tiene 7 años y es alumno de la Escuela Hogar 99 de Santa Isabel. Desde que empezó la cuarentena fue al campo con su familia y desde allí envía su actividades. Pero solo en una loma del extenso campo tiene señal de celular. Por eso tiene que llegar hasta ese lugar del desierto pampeano, junto a su caballo Peludo, y enviar la tarea a su maestra Sonia Ana Díaz. “Acá estoy seño, desde la loma”, le dice.

Sonia tiene 27 años de actividad docente como profesora de Música y, desde este año, es docente de primaria. «Vivo en Victorica y tengo cuatro hijos y dos nietos. Más dos chicos que crié como si fueran míos», cuenta.

«Este año titularicé en la Escuela 99, pero solo tuve un contacto personal de dos semanas con mis alumnos. Luego ya vino la pandemia y no los pude ver más».

“Yo los llamo seguido. Inicialmente mi gran preocupación es cómo iba a hacer para darles las actividades y para que les llegue”, dice. «Pero nos fuimos adaptando», agrega.

“Jeremías es uno de los tres chicos de segundo grado que vive en el campo. Envía videos, contando qué hace y leyendo canciones. También envía saludos a sus compañeros y nos hizo conocer hace un mes atrás su mascota preferida, Peludo, su caballo. El mismo que lo acompaña hasta la loma. Normalmente va día por medio a pesar del viento, los días grises, que lo han acompañado pero es evidente que su responsabilidad está primero”, dice la maestra a Diario Textual.

Jeremías vive con sus padres en un puesto ubicado a 30 kilómetros al norte de Santa Isabel, cerca del límite con Mendoza. No tiene señal. «La señal la tiene en un campo vecino, en una loma, a donde concurre acompañado a caballo por su padre o su madre», dice Sonia.

La maestra envía las actividades por celular. Y Jeremías va hasta la loma del campo y, desde allí, recibe las tareas y luego se las envía a su “seño”.

Los videos son emocionantes. “Seño, mirá qué hago de gimnasia”, dice en uno, mientras rueda médano abajo.

Otro video lo muestra mandando saludos a sus compañeros. Y un tercero, sobre el caballo Peludo, leyendo una canción infantil. “Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que resistía fue a llamar a otro elefante. Dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que resistía fueron a llamar a otro elefante…”.

La historia de Jeremías se repite en otros alumnos de los campos. Una historia de sacrificio y responsabilidad.

 

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