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19 de mayo de 2013

De la Play al asado, ellas se meten cada vez más en terreno masculino

Tienen entre 20 y 35 años y eligen divertirse con actividades “de hombres”. Dicen que no pierden la femineidad
Sábado a la noche. Cuatro mujeres en edad universitaria se reúnen y organizan una picada. La dueña de casa les recuerda que tiene disponible la PlayStation. Sus amigas inmediatamente responden afirmativamente a la propuesta. Juegan de a dos, mientras las otras esperan su turno. Real Madrid de Cristiano Ronaldo vs el Barsa de Messi. Vociferan con cada aproximación al arco rival, se enojan ante un fallo equivocado del árbitro y celebran cada gol con un grito que se transforma en eco. Los partidos pueden durar hasta entrada la madrugada. Y la semana siguiente tendrán la merecida revancha.

 

No son un caso aislado. La tendencia crece entre jóvenes de 20 a 35 años, la mayoría profesionales o estudiantes universitarias o terciarias: se juntan entre amigas para realizar actividades lúdicas que comúnmente están más asociadas a lo masculino. Jugar al fútbol, a la play, hacer asados, practicar esgrima o lavar los autos ahora también es cosa de chicas.

“La mujer se está corriendo del lugar del ‘no puedo’ y de la etiqueta de ‘sexo débil’. Al ganar más independencia y seguridad en varios escenarios, adquirió confianza y se anima a más. El sentimiento de autorrealización ante cada logro hace que siga ampliando terrenos y teniendo roles más protagónicos. No tiene miedo a exponerse, a probar, a arriesgarse ni a rotar los estereotipos socialmente adquiridos”, explica la licenciada en Psicología Marcela Scornavachi.

“Hace unos meses empecé a jugar al fútbol con unas amigas porque faltaba una chica, después me siguieron llamando y desde ese día voy todos los sábados. En el entretiempo hablamos de nuestros novios, de los jugadores que nos gustan o de con quien está saliendo el jugador. Cosas de mujeres”, dice Lucía Gazzano, de 22 años, estudiante de Psicología.

¿Estos nuevos comportamientos de estas mujeres estarán marcados por un cambio en la preferencia de los gustos o se esconde una cuestión de competencia con los hombres? Mariana Matarucco, psicóloga clínica, sostiene que en estos tiempos posmodernos, marcados por la ambigüedad y la contradicción, las cuestiones de género no quedan exentas de estos matices. “Durante este proceso paulatino de permeabilidad en los límites entre lo femenino y lo masculino, las nuevas generaciones se van insertando en una estructura cada vez más flexible en donde las actividades ya no se categorizan tanto por género sino más por intereses individuales”, responde.

Eliana Przybylski, una actuaria de 30 años, lo pone en un ejemplo: “Aprendí a hacer asados viendo a mi primer novio. Se fueron dando varias juntadas sólo de mujeres, con parrilla disponible y ningún asador, y ahí me di cuenta que si no lo hacía yo íbamos a comer siempre empanadas. En mi anterior casa tenía una terraza gigante y cuando me mude junté plata con mis amigas para comprar y salieron un montón de asados para ellas”.

Otra pregunta que surge de esta tendencia: ¿pierden estas mujeres sus rasgos femeninos al realizar actividades más vinculadas a los varones? “No creo que la mujer deje de ser femenina. Los gustos y ser coqueta pasan por lugares diferentes, son completamente compatibles. Realizar este tipo de actividades no les resta femineidad, todo depende de quién la juzgue”, opina la licenciada en Psicología Lucía Peña, miembro de Espacio Olazábal.

La mayoría de estas chicas coinciden en que, generalmente, los hombres no reprueban este tipo de comportamientos y que hasta los seducen. “En la medida justa, para muchos hombres resulta atractivo que rompan con el clásico estereotipo femenino. En el imaginario social muchas veces la sensibilidad o la fragilidad aparecen devaluadas, al mismo tiempo que se privilegian el éxito, la fortaleza o la valentía. Entonces, la fusión de los aspectos femeninos deseables como la belleza con los masculinos valorados como la fortaleza, supone una fórmula interesante que más de un hombre estaría dispuesto a experimentar”, concluye Matarucco.

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