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15 de julio de 2018

Dulce eternidad: a quince años de la muerte de Celia Cruz

Ganadora de tres Grammy, la cubana se convirtió en una de las artistas más conocidas de su país a nivel internacional

En 1925, en la ciudad de La Habana (Cuba), nacía Celia Caridad Cruz Alfonso, más conocida como Celia Cruz, la folclórica cubana que conquistó escenarios de todo el globo con su grito de “¡Azúcar!”, y de quien el lunes se cumplen quince años de su muerte.

 

Hija de un fogonero del ferrocarril y una ama de casa, contaba con tres hermanos y numerosos primos. Comenzó a cantar con las canciones de cuna que interpretaba a los más pequeños para acunarlos.

Participó en varias orquestas y espectáculos que recorrían Latinoamérica. Uno de los más destacados es el “El Caribe”, que tuvo lugar en el Hotel Hilton de La Habana. Según informa el diario español El País que tuvo acceso a todos los documentos, fotos, contratos y demás pertenencias de la artista, en 1959 este hotel recibiría el nombre de “Habana Libre” y se convertiría por un tiempo en la oficina de Fidel Castro.

 

CELIA CRUZ POSA CON SU GRAMMY AL MEJOR ÁLBUM DE SALSA EN SEPTIEMBRE DE 2000 / EFE

La cantante de “La vida es un carnaval” se vería obligada a ejercer el exilio en 1960 marchándose a México junto con su orquesta en aquel momento, La Sonora Matancera. Todo esto se dio, según las fuentes de entonces, aparte de por la mala relación entre Cuba y Estados Unidos, porque a pesar de que Fidel Castro se declaraba fan de la cantante, a ella no le gustaba que le dijesen qué y dónde cantar.

UNA ESTRELLA INTERNACIONAL

Durante un año estuvo afincada en el país mexicano y se traslada a Estados Unidos donde se casará en 1962 con Pedro Knight, su único esposo. Ambos dejaran la orquesta más tarde y Celia comenzará su carrera como solista con Knight como su manager.

A partir de este momento, se convierte en todo un referente para la música cubana y para todos los inmigrantes de EE. UU. que como ella tuvieron que marcharse de Cuba, además de ser una estrella internacional que junto con otros cantantes latinos dieron al género de la salsa el impulso al éxito que tanto tiempo llevaba esperando.

Ese impulso se dio gracias al conjunto formado por Johnny Pacheco: Fania All-Stars, del que la cubana formó parte. Era un grupo de artistas latinos original de Nueva York que aparte de la salsa interpretaban también rock, jazz, soul o mambo.

La publicación estadounidense “New York Times” llegó a decir de la reina de la salsa, en una reseña de uno de sus conciertos, que “podría ser la última de las grandes artistas pop que suena como si hubiese aprendido a cantar sin micro”. Ahora se cumplen quince años sin esa voz única y esa alegría cubana que consiguió tres Premios Grammy.

SU VOZ NO SE ACABA

Sin embargo, ella no se centró únicamente en la salsa y los ritmos latinos, también cantó rock o tango y compartió escenario con interpretes como el británico David Byrne, los españoles Jarabe de Palo y con la gaditana Lola Flores, “La Faraona”. Con esta última forjó una gran amistad e interpretó el dueto de “Burundanga”.

La “Guarachera de Cuba” no tuvo hijos pero ha dejado un legado de más de 50 álbumes llenos de ritmo y alegría y una biografía escrita en primera persona, “Celia, mi vida”. Incluso después de su muerte se siguieron publicando álbumes, se han hecho musicales o publicado libros sobre la gran artista. Quince años después de su muerte, el 16 de julio de 2003, el grito de “Azúcar” sigue conquistando el mundo.

La cantante cubana se exilió en 1960 a pesar de que Fidel Castro se declaraba su fan

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