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19 de diciembre de 2017

Los secretos ocultos del muérdago, la planta de la Navidad

Dice la tradición que, si una pareja se besa bajo el muérdago, se asegura felicidad y prosperidad. Sea como sea, la planta de muérdago, como el acebo o la flor de pascua, no faltan en la decoración navideña, adornando mesas, en la entrada de las casas o en lo alto de las puertas...

A esta planta tan ligada a la Navidad los druidas la llamaban “hierba que todo lo cura” o “remedio universal”, pues era una planta medicinal fuera de lo común que ellos empleaban con asiduidad. 

De hecho, esa tradición de besarse bajo un ramillete de esta planta se originó en la Europa celta y llegó a nosotros tras haber sobrevivido al paso de los siglos. (1) 
 

Una planta singular

El muérdago (Viscum album) es una planta peculiar. Para empezar, no crece en la tierra, sino que lo hace en forma de bola sobre los árboles (especialmente chopos, abedules y manzanos). 

A diferencia del resto de vegetales, el muérdago no busca la materia mineral del suelo, ya que prefiere enraizarse en el sistema vascular de los árboles, es decir, sus ramas. 

Otra característica singular es que el muérdago florece tempranamente, en febrero, y no da frutos en verano o en otoño, sino en plena estación fría. 

De este modo es al comienzo del invierno, cuando el resto de la vegetación está dormida, cuando sus pequeñas bayas blancas y nacaradas alcanzan la madurez. 

Además, y como si de un ser superior se tratase, es inmune a enfermedades y contagios y su apariencia no se altera lo más mínimo ante el paso de las estaciones. Se mantiene siempre verde, sin marchitarse ni amarillear jamás, ignorando la gravedad y las leyes de la física. 
 

¿Parásito o salvador? Falsos mitos sobre el muérdago

Las malas lenguas dicen que el muérdago es una planta parásita. Sin embargo, si se observa bien puede apreciarse que es totalmente verde, y por tanto realiza su fotosíntesis, a diferencia de las auténticas plantas parásitas. 

Otra de las ideas más extendidas es que el muérdago agota hasta la muerte al árbol que lo porta. No obstante, hoy se sabe que esta afirmación es falsa. Un viejo dicho campesino no sólo niega que el muérdago sea malo para el árbol, sino que incluso asegura que lo salva: “Quien corta el muérdago, mata el árbol”. 

Y lo mismo quedó demostrado por un estudio realizado hace años: el muérdago no sólo no “vampiriza” al árbol sobre el que vive, sino que lo mantiene con vida si está enfermo o debilitado. (2) 

Y es que a través de sus raíces el muérdago extrae de la savia bruta del árbol el agua y las sales minerales que necesita, pero a cambio le transfiere savias elaboradas ricas en sustancias nutritivas y anticuerpos en forma de enzimas

De hecho, en las tradiciones antiguas el muérdago era visto como el corazón del árbol, hasta el punto de que si se quería acabar con el árbol alojador resultaba indispensable cortar antes el muérdago; de lo contrario era imposible conseguirlo. 

Entre los numerosos constituyentes del muérdago (aproximadamente 600 sustancias proteínicas, lo que la convierte en nada menos que la planta más rica en ADN de todo el reino vegetal) figuran lectinas y glicoproteínas, cuya actividad estimula el sistema inmunitario. 
 

El muérdago como remedio medicinal

Aunque las bayas del muérdago son tóxicas para el hombre, sus hojas forman parte de la medicina popular desde hace siglos. Los campesinos lo ponían a macerar en alcohol por sus virtudes hipotensoras y también formaba parte de la farmacopea tradicional como antiespasmódico contra las tensiones del miocardio. 

Además, era un remedio antihemorrágico de una eficacia excepcional que ayudaba a las mujeres con reglas demasiado abundantes o que sufrían sangrados de las mucosas internas. 

Pero, a pesar de esto, el muérdago y sus sorprendentes virtudes cayeron en el olvido en el siglo XIX y hubo que esperar hasta finales de la década de 1930 para que se volviesen a reconocer sus beneficios. 
 

Muérdago y cáncer

Desde hace unos años se habla cada vez más del muérdago en el ámbito de la oncología, aunque lo cierto es que ya en la Alemania de 1920 los doctores Steiner y Wegman habían destacado las propiedades terapéuticas del Viscum album para el tratamiento de los tumores cancerosos. 

Lo hicieron al fundar el movimiento de la medicina antroposófica, en cuyo marco vio la luz una nueva terapia a base de preparaciones fermentadas de muérdago llamada “viscumterapia” y cuya eficacia todavía hoy pone en duda la medicina alopática de algunos países. (3) 

Sin embargo, una investigación llevada a cabo en Alemania durante 20 años y con más de 10.000 pacientes concluyó que un tratamiento a base de muérdago podía aumentar en un 40% la esperanza de vida de las personas enfermas de cáncer. (4) 

Por otro lado, la clínica suiza Lukas de Arlesheim se ha especializado en las patologías cancerosascombinando medicamentos clásicos con una terapia a base de muérdago. Uno de sus médicos, el Dr. Jürgen Johannes Kuehn, señaló que “gracias a la terapia a base de muérdago se pueden atenuar los efectos colaterales de la quimioterapia y la radioterapia. En la mayoría de los casos es posible aumentar el número y la actividad de los linfocitos, contribuyendo de ese modo a la destrucción de las células enfermas”. 
 

Un remedio caído en el olvido

¿Cómo se explica que en países como Alemania el muérdago sea objeto de estudio hoy día y en otros países se le considere tan solo un adorno navideño o incluso tenga mala fama? 

Sin duda se debe a que fue en Alemania y Suiza donde la medicina antroposófica de Steiner vio la luz, y con ella el germen de la viscumterapia. Pero es que además en Alemania reinan una libertad de elección terapéutica y una tolerancia absoluta hacia las medicinas alternativas y complementarias difíciles de imaginar en otros países de Europa. 

Ahora bien, las opiniones a este respecto quizá cambien, y ya ha visto cuánta paciencia tiene el muérdago para esperar a que llegue su momento… Una planta que llegó a considerarse sagrada en las epopeyas clásicas y en las leyendas más antiguas de la India y que luego cayó sin más en el olvido; que ha sido aplaudida y vilipendiada intermitentemente a lo largo de los siglos… ¡y que estará esperando con los brazos abiertos cuando la medicina convencional quiera abrir los ojos y reconocer y seguir estudiando sus fantásticas virtudes! (5) 

¡A su salud! 

Luis Miguel Oliveiras 

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