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14 de agosto de 2017

Los votos massistas: ¿Serán automáticamente de Cambiemos en octubre? por Carlos Tórtora

Cuando todavía se disputan los números finos del empate técnico entre CFK y Esteban Bullrich, el panorama global de los resultados habla de una clara bipolaridad a partir de que el massismo se quedó en un 15 por ciento en Buenos Aires (la mitad de lo esperado) y que su proyección en Capital con Matías Tombolini fue por demás pobre -apenas por encima del 4 por ciento- a lo que se le suma que el líder tigrense se impuso en su pago chico apenas por 745 votos y que en el interior no acredita mayorías en ningún distrito.

Pensar en un repunte para octubre en Buenos Aires desde un piso escaso parece entonces una quimera.

Asi las cosas, consagradas las PASO como una especie de primera vuelta tramposa, el relato oficial sostiene que el gobierno tiene en su manos las cartas ganadoras porque el electorado de Massa se volcará masivamente hacia el PRO en octubre, mientras que CFK sólo recibiría la mayor parte de los 5 puntos que cosechó Florencio Randazzo. Esta premisa puede no ser tan exacta: en primer lugar, el electorado de Massa no es homogéneo e incluye a amplias franjas de votantes peronistas de la Primera Sección Electoral que se están alejando cada vez más del PRO. ¿Podrá Cristina morder una parte importante de los votos massistas? Esto se conecta en parte con el giro que el propio Massa le dé a su rumbo. Siguiendo la lógica que practicó hasta ahora, éste podría presentarse como el garante de la gobernabilidad, ocupando espacios de poder sobre todo en el gobierno provincial y reforzando las chances de Mauricio Macri de ir por un segundo mandato. Pero el empate técnico de Cristina con Bullrich encierra una advertencia. Ella no está resurgiendo tanto por la credibilidad que genera su figura en las filas peronistas sino por el creciente malhumor social que le apunta a los pobres resultados del PRO en materia social y sobre todo de generación de empleo. Las señales de un veranito económico podrían convencer a Massa de que tiene espacio para sacarse la foto con el presidente. Pero no es seguro que esto ocurra.

Siempre le quedaría al tigrense la solución más descomprometida, o sea, dejar en libertad a sus votantes para que elijan de qué lado están.

Por otra parte, hasta ahora a Massa le resultó bastante sencillo estar cerca del gobierno, por cuanto no existía un polo de poder peronista como el que ahora encabeza CFK.

Una cuestión de puntos de vista

Si se suman globalmente los votos de CFK, Massa y Randazzo, más otros candidatos menores, resulta que el peronismo totaliza más del 50 por ciento de los votos en Buenos Aires. En una hipótesis hoy improbable de unidad, este caudal le garantizaría el retorno al poder en el 2019. En este punto es donde los intendentes massistas tienen la misma lógica que los demás barones del conurbano bonaerense: el PRO no les garantiza su reelección en el 2019 pero un peronismo repotenciado sí.

En este marco, hay que tener en cuenta al menos dos resultados de ayer: con 28 puntos, un emblemático del peronismo, Agustín Rossi, protagonizó su retorno triunfal en Santa Fe y en la Capital, el siempre eficiente Daniel Filmus, con 21 puntos, dejó tercero a un desteñido Martín Lousteau. O sea, un retorno kirchnerista en dos distritos que siempre le fueron muy esquivos a la ex presidente.

Carlos Tórtora

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