Por Matías Resano

 

Diferentes muestras de conmovedora fe se vivieron el lunes en las inmediaciones y dentro del santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers. Fue allí que desde las primeras horas se congregó una multitud para brindar culto al Santo Patrono del Trabajo, en afán de agradecer, pero principalmente en pedido por mantener, y en la mayoría de los casos rogando por la obtención de una fuente de trabajo, ante el preocupante crecimiento del desempleo.

En este sentido, en la misa central de la ceremonia, el Arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, dejo en claro que “aunque se cierre el corazón de los hombres que deben dar trabajo, el Santo abre las puertas de su templo”.

En las calles Cuzco y Bynon, del barrio porteño de Liniers, conformaron largas filas los miles de fieles, que desde muy temprano aguardaron su turno para estar cerca de su santo. Espigas en mano, imágenes, rosarios e incluso ofrendas constituyeron las diferentes manifestaciones de fe que se experimentaron en la Iglesia de San Cayetano, desencadenando un marco de estremecedora devoción, como sucede cada 7 de agosto.

En la jornada de culto al Santo Patrono del Trabajo, justamente los motivos de la presencia de cada creyente oscilaron entre el agradecimiento por el empleo propio y el de los seres queridos, como asimismo, y en mayor notoriedad, en los ruegos por recuperar el puesto laboral en los últimos tiempos.

Al respecto, el Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Mario Poli, envió un mensaje directo ante la multitud que atentamente seguía la ceremonia central, expresando que “ustedes saben que aunque se cierre el corazón de los hombres que deben dar trabajo, el Santo les abre las puertas de su santuario para pedir los que necesiten y dar gracias por seguir caminando”.

A su vez, en la misma línea, Poli dejo en claro que San Cayetano “sabe escuchar de veras. Él se la pasa intercediendo y pidiendo por nosotros a nuestro padre”. Razón por la que remarcó que “el verdadero tesoro de nuestro pueblo es el espiritual y es el más importante para seguir adelante, a pesar de todo”.

Una impresión que el Arzobispo reflejó al referirse al sobre valor material que se le adjudica a las riquezas naturales, sin tener en cuenta la fe, por lo tanto les aseguró a los presentes que el Santo Patrono del Trabajo “enseñaba que las promesas de Dios no defraudan. Por eso decía: ‘No me voy a cansar de repetir que las obras exteriores no valen nada sino están bañadas por la sangre de Jesús. Ese ere el deseo de San Cayetano, que sus fieles conozcan a Jesús”.