Es sabido que WhatsApp puede significar tanto una solución como un dolor de cabeza. La balanza se inclinará para un lado o para el otro en función del uso que se le dé. Por ejemplo, si para los padres es un alivio contar con el pediatra de su hijo entre sus contactos, para los médicos implica recibir una inmensa cantidad de consultas de toda índole, que no distinguen días ni horarios. “Mi hijo tiene un cumpleaños y está con 38 de fiebre, ¿lo llevo?”, “Te mando una foto de Juan, que tiene este brote, ¿qué será?”, “No conseguí el remedio en la farmacia de la esquina de casa, ¿le puedo empezar a dar mañana?”.

Los mensajes que reciben los médicos son variados. Muchos van acompañados de audios y fotos con los supuestos síntomas. Los especialistas se quejan de la falta de criterio de los padres, que, al tenerlos al alcance de la mano, se sienten habilitados para mandarles mensajes de WhatsApp a cualquier hora y por cualquier cosa. “Es enloquecedor, terrible. Estás en el consultorio y el teléfono suena todo el tiempo. A veces no sabés ni quién está consultando. Te distrae. La gente no tiene conciencia”, se lamentó María Cecilia Passaro, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, quien afirmó: “La verdad es que la consulta debe realizarse en el consultorio. Como pediatras, les damos el teléfono para alguna urgencia, pero lo usan para todo”.

Muchos padres ven en WhatsApp la posibilidad de ahorrarse un viaje hasta el consultorio o una visita a la guardia pediátrica. Los médicos se quejan de esta actitud y advierten sobre los riesgos que conlleva: “Es un arma de doble filo. Un día vamos a hacer lío porque no vemos a los pacientes. Te mandan la foto, la grabación de la tos y pretenden que des un diagnóstico”, contó Passaro, para luego resaltar la importancia de la consulta presencial. “A veces te escriben: ‘Hace tres semanas te vi en el consultorio y me dijiste tal cosa, ahora le pasó tal otra, ¿qué puede ser?’, y la verdad es que yo tengo que mirar la foto para saber quién me habla”, prosiguió. Por su parte, el pediatra César Montali coincide en que WhatsApp debería usarse con criterio y en casos estrictamente necesarios, pero que pocos padres lo entienden así: “La gente se acuerda de algo y escribe , a cualquier horario. Si no contestás, se enojan”.

El especialista cuenta que ha recibido mensajes a las tres de la mañana del estilo: “¿Me da turno para mañana?” o “Me estoy por tomar un avión y quiero saber qué antibiótico puedo llevar por si al nene le agarra fiebre durante el viaje”. Al tiempo que Montali reflexiona: “Las nuevas tecnologías vienen muy bien, pero la gente tiene que entender que los médicos tienen su vida. Muchos toman al pediatra como un servicio, y lo quieren ya”, y plantea que la velocidad a la que se vive hace que muchos piensen que todas las cuestiones deben resolverse inmediatamente. “No entienden que no se puede hacer un diagnóstico por teléfono, por más que me manden una foto o una placa”.

En este sentido, la Asociación Americana de Medicina publicó una guía sobre el uso ético de las redes sociales en la profesión. Advierten que los profesionales pueden sacar provecho de estas vías de comunicación para hacer difusión y prevención, pero que deben ser especialmente cuidadosos en el modo en que administran la relación con sus pacientes.