Jueves 25 de Abril de 2024

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3 de septiembre de 2016

Espacio cedido por éste sitio, a la Oficina de educación vial y concientización en tránsito de la Estación Comunal de Gral. Viamonte

El título de la columna de hoy es: “CONDUCTOR IMPRUDENTE O JUGAR A LA RULETA RUSA, ¿CUAL ES LA DIFERENCIA?

Hace unos días me  entrevisté con una persona de este medio, que por su ocupación profesional tiene que estar la mayor parte del tiempo en la ruta. Mientras estábamos tratando el tema de la concientización, me dice que por su trabajo ha realizado varios cursos sobre conducción. Pero que asimismo no le temblaba el pulso al poner su camioneta en la ruta a no menos de 160 km/h. Que quiere llegar a tiempo para estar con sus hijos al final de la jornada. Que para ella no hay curso ni charla de concientización que valga. Hizo igual referencia con respecto al teléfono celular.

Me argumentaba que su oficina es la camioneta y cuando te llaman tenés que atender, agregando que vivía de eso y nada le iba a cambiar de parecer.

Le pregunté si había pensado en sus hijos, es decir, sobre lo que les podría ocurrir a los pequeños si les faltaba.

Esta persona me contestó que siempre había sido cuidadosa y  conocía bien la ruta. Que era muy difícil que le pasara algo.

La verdad que quedé desarmado ante tanta frialdad de su parte o mejor dicho tanta imprudencia junta descripta en el dialogo que manteníamos. Porque en este caso particular no podemos decir que se tratara de una persona que ignora la técnica de conducción. Esta era una persona capacitada pero, lamentablemente, poco concientizada.

En la discusión no aguanté más y le dije que lo que estaba haciendo era comparable a comprarse un arma y jugar a la ruleta rusa. También le dije que si no cambiaba de pensamiento, estaba licitando para ser adjudicataria de un siniestro vial en cualquier momento. Lo único que la podía salvar es que la bala falle. Fui un poco duro verdad pero, a veces, hay que hablarle así al semejante para que entienda, más cuando está en juego el tesoro de la vida.

Está persona me agradeció mucho por mi preocupación, pero que no iba a cambiar de parecer. Que seguiría andando en su camioneta rápido y no dejaría de atender su celular ante un llamado en la ruta, ya que eso significaba negocios, dinero, su modo de subsistencia y progreso.  

REFLEXIONEMOS: - ¿Quién en su vida no se lastimó un dedo, en la cocina, pelando una papa o se lo golpeó de un martillazo?. - ¿A muchos de nosotros nos  ha pasado eso verdad?. Esa situación dolorosa, claramente nos demuestra que somos de carne y hueso, que somos frágiles. Lo mismo podemos decir de los vehículos, que no son otra cosa que máquinas y se pueden romper, pueden fallar. Entonces, tomemos conciencia y apliquemos todo lo que hemos aprendido en los cursos, adquiriendo buenos hábitos en la conducción, respetemos la ley que para eso está, porque estaremos respetando nuestra propia vida y la de nuestros semejantes. Hasta la próxima. 

   

 

                                                   Prof. Mario Esteban Barizoni

                                                          Subcomisario (Adm). 

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