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15 de mayo de 2016

"Ninguno de los diputados del Congreso de Tucumán fue acusado de enriquecerse"

"Fueron ejemplares en ese sentido", sostiene Juan Pablo Bustos Thames, autor de "La declaración de la Independencia. ¿Quién se quedó con el acta?" Aquí, cuenta la sesión secreta en la cual "Belgrano les dio a los diputados el empujoncito que necesitaban"

Curiosamente, del Congreso de Tucumán, se conservan las actas originales de las sesiones secretas y no el registro de las públicas. Su contenido es conocido gracias a la acción de algunos de sus miembros que tomaban nota y publicaban en los órganos de prensa de la época el contenido de los debates. En el libro que acaba de presentar, con prólogo del historiador Eduardo Lázzari, Juan Pablo Bustos Thames reconstruye aquellas jornadas intensas de julio de 1816 e investiga sobre el destino de aquellos papeles.Tucumano, abogado e ingeniero en sistemas, Bustos Thames es un apasionado de la historia argentina y sus investigaciones ya han dado material para el libro Curiosidades del Bicentenario (2013) y ahora La declaración de la Independencia. ¿Quién se quedó con el acta? (Tucumán, 2016, y en su versión digital, disponible aquí), artículos de divulgación en varios medios –es columnista de Infobae- y programas de radio y TV, como Contame una historia (Canal 8 de Tucumán, grupo Telefé).A continuación, su diálogo con Infobae:— ¿Qué novedad nos trae este libro sobre la declaración de la independencia?— Trato varios temas interesantes que desde siempre nos han intrigado a los argentinos. ¿Cuándo empezó a sesionar el Congreso? ¿Cuándo llegaron los congresales a Tucumán? ¿Quiénes llegaron primero? ¿Cómo llegaron? ¿Fue tan así que llegaron a lomo de mula y que no tenían donde alojarse? Y lo más importante: ¿ya tenían claro que iban a declarar la independencia?, ¿qué instrucciones llevaban los congresales? Y ahí nos vamos a encontrar con que casi todas las provincias pedían a sus diputados dos cosas: una, afianzar la unión nacional, porque estábamos al borde de la disgregación. Y segundo -hoy sería medio anacrónico pero en la época era entendible-, defender la fe católica. Muy pocas provincias ordenaron a sus congresales que declararan la independencia; una de ellas fue Córdoba, la otra fue Tucumán. Las demás callaron con respecto a este tema.— ¿Y las provincias cuyanas?— No llevaron instrucciones expresas por parte de sus cabildos, que eran los poderdantes. San Martín estaba de acuerdo con declarar la independencia y él lo instruyó después por carta, a los congresales de Mendoza. Pero la mayoría de las provincias no llevaban esas instrucciones porque no se sabía qué iba a pasar en el Congreso de Tucumán."Eran ciudadanos de a pie a los que el destino puso en ese lugar y estuvieron a la altura de las circunstancias"— ¿Quiénes eran estos congresales?— Hoy, muchas calles de Palermo llevan sus nombres: Maza, Oro, Gascón, Boedo, Thames, Araóz, Salguero... Pero es interesante que la mayoría eran ilustres desconocidos, hasta ese momento no habían participado en nada. A Laprida, por ejemplo, sólo lo vemos en Tucumán y después prácticamente desaparece de la escena política. Estos congresales destacarían únicamente en el Congreso de Tucumán. Es decir que eran ciudadanos de a pie que el destino los puso en ese lugar y estuvieron a la altura de las circunstancias. No tenían quizás el nivel intelectual de los asambleístas del Año XIII, ahí tenemos a (Hipólito) Vieytes, a (Bernardo de) Monteagudo, a (Carlos de) Alvear; otro nivel intelectual y la obra legislativa de esa Asamblea fue realmente importante, aunque no se animaron a declararon la independencia lo que sí hicieron estos ilustres desconocidos sí lo hicieron.LEER MÁS: ¿Quiénes eran los diputados al Congreso de Tucumán?— ¿La independencia que se declaró a qué territorio concernía? Porque las provincias que se reúnen en Tucumán son parte de lo que hoy es la Argentina, de Bolivia; no asisten las que estaban con Artigas, ni Paraguay...—La génesis del Congreso de Tucumán fue eminentemente democrática y participativa. Se invitó a todo el mundo, no es que se haya dejado afuera a alguien. A Artigas se le suplicó que mandara representantes. Artigas, con su tozudez realmente lamentable, ni mandó, ni dejó que las provincias bajo su yugo enviaran representantes a Tucumán. Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, que hasta el día de hoy se lamentan de no haber enviado representantes a este Congreso que declaró la independencia. Artigas estaba prácticamente en guerra con las Provincias Unidas del Río de la Plata y había constituido un Estado independiente, de hecho tenía su propia bandera, y exigía reparaciones económicas. Porque no le daban plata, no vino a Tucumán, esa es la verdad de la milanesa.—¿Y Paraguay?— Es otra historia. El Paraguay ya desde 1811 hizo rancho aparte. Se lo invitó, se le suplicó que fuera y ni siquiera se dignó a contestar, nada. El Paraguay desde entonces ya se lavó las manos, dejando todo el esfuerzo de la guerra de la independencia en manos de las Provincias Unidas. ¿Qué provincias sí aportaron? El Alto Perú básicamente, las zonas lideradas por el ejército del Norte en aquel momento. Las provincias de Cuyo, por supuesto, a manos del general San Martín, contribuyeron fundamentalmente a este esfuerzo independentista. Las provincias del Noroeste, Buenos Aires por supuesto, que siempre estuvo aportando. Y la gran sorpresa de todos: Córdoba, que hasta ese momento había coqueteado mucho con Artigas y estaba muy enemistada con Buenos Aires; Pero a diferencia de Artigas decidió deponer esas ansias federalistas y fue a Tucumán y levantó las manos junto con los demás diputados."A todos aquellos que estaban dudando si declarar la independencia Belgrano los terminó de convencer"— Vayamos al tema del acta. Lo curioso es que se conserva el original de las sesiones secretas.— Exacto. El Congreso tenía dos tipos de sesiones, públicas y secretas. En las sesiones públicas tenía un libro en el que se transcribían en forma manuscrita las actas de las sesiones y al pie firmaban el presidente y el secretario. Sólo firmaron todos los congresales el acta de la sesión inaugural, la primera, y la del 9 de julio, cuando se declara la independencia.—¿Y el de las sesiones secretas?—Ese arranca recién el 6 de julio –el Congreso se inaugura el 24 de marzo- con la primera sesión secreta en la que el Congreso recibe al general Manuel Belgrano, que acaba de llegar de Europa para que explique cómo estaba la situación en la metrópoli. Ese día, 6 de julio, Belgrano les dio a los congresales el empujoncito que necesitaban para declarar la independencia. A todos aquellos que estaban dudando Belgrano los terminó de convencer de que peor no podíamos estar, que estábamos solos en el mundo, no esperemos ayuda de nadie, les dijo, la situación es desesperante y si no declaramos la independencia ahora, ¿cuándo? En las crisis se ve el temple de los pueblos. Los congresales tuvieron la valentía de firmar ese acta.— La situación internacional no era favorable a la independencia. Era remar contra la corriente. España había recuperado casi todo, había caído Chile...— Exactamente. Todo lo que hoy es Venezuela, Colombia, Ecuador, también México.— Las Provincias Unidas estaban aisladas.— Era la única revolución americana que subsistía. Y además, España ya se había desembarazado de la amenaza napoleónica. Belgrano estaba en Londres a mediados de 1815, cuando llegó la noticia de la batalla de Waterloo, la caída definitiva de Napoleón. Entonces dijo: "uh, uh, se nos viene la noche". España ya no tiene un frente donde luchar; todas esas fuerzas armadas desocupadas las pueden mandar tranquilamente a América y así lo hizo. Por otra parte, todo lo que era República hasta ese momento, amparado por la Revolución Francesa, por Napoleón, su sucesor, se veía mal, porque todo lo que antes se republicanizaba ahora los monarcas, que habían recuperado los tronos, volvían a monarquizarlo todo. Y nosotros acá no sólo éramos una República, sino una República anárquica, caótica, nos peleábamos entre nosotros. Europa nos miraba con desprecio..."Decíamos hasta que vuelva el Rey nos gobernamos nosotros, pero el Rey volvió y no queríamos devolver el poder"— No había un reconocimiento a una nueva Nación porque ésta no existía aún.— No existía, no nos habíamos declarado tal. Y no entendían qué queríamos, porque si antes decíamos "hasta que vuelva el rey Fernando, vamos a gobernarnos nosotros mismos", ahora el rey volvió y nosotros no le queremos devolver el poder. Eso es lo que Belgrano le transmite al Congreso de Tucumán: "Señores, ayuda de afuera, olvídense, España se nos viene con todo. Portugal atacó e invadió la banda oriental, estamos peleados con Artigas. Amenazados por todos los frentes". Belgrano lloró en el Congreso de Tucumán, los hizo llorar a todos los diputados. Fue una sesión conmovedora la del 6 de julio, sábado. Al día siguiente, domingo 7, no hubo sesión; se tomaron el día los diputados para reflexionar, se convencieron los últimos indecisos, fueron a misa. El lunes 8, se consensuó el texto del acta. Hay un tema muy interesante que en mi libro, que es la influencia de los presidentes norteamericanos en el acta de la independencia. La declaración norteamericana nos sirvió como base, aunque la hicimos mucho más breve. El texto seguramente habrá sido consensuado también con el general Belgrano, que había traducido en su momento aquellos textos.— Usted señala una diferencia con la declaración norteamericana y es llamativo que esa es justamente la crítica que hace San Martín al acta....— Así es, la declaración norteamericana está precedida de un extenso manifiesto en el cual las 13 colonias históricas explican al mundo por qué se independizan, cuáles son las diferencias que las llevan a romper con la corona británica.— Los agravios padecidos.— Exacto. Nosotros no tenemos esos manifiestos en la declaración de la independencia. Es un texto más breve, va directamente a lo concreto, con muy pocos fundamentos. El general San Martín, como Belgrano conocedor de los antecedentes norteamericanos, lamentaba que no hubiese un manifiesto explicándole al mundo por qué habíamos tomado esta determinación. Pero el acta es previsora; ordena que el manifiesto se publique más adelante. ¿Por qué? Seguramente estaban apurados por declarar la independencia antes de que alguien se arrepintiera. No había tiempo de consensuar un manifiesto importante. Pero ese texto se aprobó por el Congreso al año siguiente, 1817, por influencia de Antonio Sanz, diputado por Buenos Aires, más tarde fundador de la UBA."Belgrano veía importante ganar a los aborígenes para la lucha por la independencia"— Una cosa interesante es que el acta se tradujo a las lenguas aborígenes. Una costumbre que hemos abandonado...— Cierto. Quizás por la influencia de los diputados altoperuanos, y por la presencia de Belgrano en Tucumán, que desde el primer momento pregonó la adopción de un régimen de monarquía constitucional, coronando a un descendiente de los incas. Él veía importante ganar la opinión pública aborigen para la lucha por la independencia, porque en el Alto Perú había visto que los indios no se mezclaban, no la sentían como una causa propia. Él deseaba traerlos para el lado nuestro pero para eso íbamos a necesitar poner a uno de ellos, para lo cual era necesario que entendiesen lo declarado; y nada mejor que traducir el texto de la declaración de independencia. El Congreso le encomendó esa tarea al diputado secretario Mariano Serrano, que era altoperuano, nacido en Charcas. Se enviaron los manuscritos a Buenos Aires; y en la imprenta de los niños expósitos se emitieron ejemplares en los dos idiomas: español-quechua y español-aimara. Y Belgrano se encargó de difundirlos en el Alto Perú.— Es llamativo que hoy, pese a estar tan en boga el discurso de los pueblos "originarios", no hay un solo documento público que se traduzca a esas lenguas.— Eso demuestra lo precursores que fueron estos congresales. Realmente fue importante la presencia de Belgrano, la del director supremo Pueyrredón –que también estuvo también impulsando la declaración de independencia-, y estos diputados, ilustres desconocidos... era gente con claridad de visión, ciudadanos de a pie. Y otra cosa importante, ninguno de ellos se enriqueció. Nadie después pudo acusar a ninguno de los diputados de haberse enriquecido indebidamente, haber tenido una causa de corrupción. Fueron en ese sentido ejemplares, a pesar de que después se los criticó mucho por otros temas, políticos, por el apoyo a la causa monárquica quizás.— ¿No es anacrónica esa crítica, en el contexto de la restauración en Europa?— Sí, había que estar en ese momento. La Santa Alianza había resuelto restaurar las monarquías en todo el mundo."Le tenemos que levantar un monumento a Fray Cayetano Rodríguez, que tomaba nota en las sesiones"—Bueno, volvamos a las actas.— En este libro hacemos un rastreo de qué pasó con este libro de actas de las sesiones públicas. Porque el de las sesiones secretas se conserva hasta hoy, está en el Archivo General de la Nación, se lo puede ver. El de las sesiones públicas no está, desapareció. Y al respecto se tejieron un montón de teorías que yo trato de desmenuzar. Para ello me baso en un trabajo importante del doctor Bonifacio del Carril de hace 50 años, 1966, en el que él inicia este derrotero que yo continúo y terminamos ambos coincidiendo; él lo señala como posibilidad, yo como prácticamente una certeza, en base a una serie de indicios graves y concordantes, como decimos los abogados, sobre quién pudo haber sido el responsable de quedarse con el libro de actas.— No va a decirnos quién fue...— Sería como contar el final de la película.— El libro tiene la respuesta.— El libro tiene la respuesta.— De todas maneras aunque se haya perdido el libro original se conoce el contenido.— Sí, y le tenemos que levantar un monumento a Fray Cayetano Rodríguez, un personaje...— Uno de los diputados.— Diputado por Buenos Aires. Fraile franciscano con unas luces extraordinarias. Los franciscanos tienen esos destellos. Como Fray Castañeda y Fray Luis Beltrán, otros ejemplos de franciscanos destacados en la historia. Fray Cayetano tenía una pluma providencial. Tomaba notas de lo que se debatía en cada sesión... Y ese manuscrito lo mandaba a Buenos Aires donde se publicaba en un periódico que se llamaba El redactor del Congreso. Así fue precursor del principio republicano de la publicidad de los actos de gobierno. Porque ese periódico se distribuía a las distintas provincias, con lo cual los ciudadanos sabían lo que debatían sus representantes en el Congreso. Gracias a Fray Cayetano sabemos cómo fueron esos debates. No es un acta minuciosa pero es el único documento por el cual sabemos cómo fue la sesión del 9 de julio, por ejemplo.—¿Y el acta de declaración de la Independencia cómo se distribuyó?—Además de lo que publica Fray Cayetano, el mismo Congreso se encargó de emitir copias certificadas del acta y mandarlas a las distintas provincias para comunicar el paso trascendental que acababan de dar. Tal es así que en Buenos Aires hay una copia certificada del acta. La provincia de Tucumán también tiene un acta. Es un documento que ha sido publicitado. Otro tema que trato es la diferencia entre declaración y jura de la independencia.— ¿Cuándo tuvo lugar esa jura?— Unos días después. Se dispuso que no solamente la jurara el Congreso sino toda la ciudadanía. Y se la juró en Tucumán, en un acto multitudinario en el mismo campo donde había tenido lugar la batalla de Tucumán en 1812, cuatro años antes. Fue un acto público, donde hubo cinco mil personas, gauchos de todos los pueblos del interior de Tucumán, presentes para rendir homenaje tanto a los congresales como al vencedor de Tucumán, que volvía a estar al frente del Ejército del Norte cuatro años después. Y el general Belgrano dio un discurso allí, bastante emotivo."En Buenos Aires hubo cuatro juras del acta de Independencia en cuatro plazas de la ciudad"— Se declara la independencia en Tucumán y ¿cuándo se enteran en Buenos Aires?— Un chasqui demoraba entre once y catorce días en venir desde Tucumán hasta aquí. Pero la jura en Buenos Aires se la hizo recién hacia septiembre, en cuatro plazas emblemáticas de Buenos Aires. Una fue la plaza de San Telmo, hoy plaza Dorrego, donde una placa recuerda que allí se juró la independencia en presencia del director supremo Pueyrredón. Y fue con una pompa extraordinaria, casi como una comparsa de carnaval: se lanzaban monedas al aire, se recitaba una fórmula muy especial ondeando la bandera, el director supremo tenía que hacer una manifestación, el alcalde tenía que repetirla de otra manera; y se lo hacía en unos tablados especiales recubiertos con terciopelo rojo...— ¿Cuatro plazas como para que todo el mundo en Buenos Aires se enterase?— Claro, quizás para simbolizar los 4 puntos cardinales. Otra jura fue por supuesto en la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, otro en la plaza de Monserrat que hoy existe y no existe, es la plazoleta frente al edificio del ex Ministerio de Obras Públicas, donde hay una salida del subte C, la estación Moreno, en esa plazoleta que es la plazoleta Jujuy; esa era la plaza Montserrat, decían que ahí estaba la calle del pecado, mujeres de mala vida, casas de juego, y hasta una plaza de toros. La cuarta fue la plaza de San Nicolás, donde hoy se erige el obelisco. Allí también se juró la independencia, con una comitiva que salía del fuerte, hoy la Casa Rosada, un poco para que todos los vecinos del barrio pudieran asistir.— Bueno, habrá que leer el libro para saber dónde fue a parar el acta...— Seguramente. Pero además, creo que es un libro que los va a divertir, los va a entretener y también les va a hacer conocer muchos de los aspectos apasionantes de nuestro pasado que hemos olvidado.

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