Decenas de pescadores y bañistas permanecieron el último domingo en las aguas de la Laguna de Gómez, cerca del lugar en el que el martes pasado se ahogó y perdió la vida Jonathan Sgalla, de 20 años.
La imprudencia de estas familias invitan a reflexionar seriamente sobre el tema.
¿Por qué los ciudadanos asumen riesgos innecesarios? ¿Por qué no se toman las precauciones debidas, para que no vuelva a ocurrir una tragedia similar?
Sin embargo, a sólo cinco días del hecho desafortunado, los pescadores y sus familias se sumergían en el mismo lugar, sin que nadie los sancione.
Vale recordar que la muerte de Sgalla no fue la primera ocurrida durante la actual gestión: el 12 de abril de 2010, un hombre que estaba pescando en la zona del vertedero se cayó por accidente y desapareció, arrastrado por la fuerte corriente del lugar.
Marcos Gastón Mondino, de 38 años, fue encontrado muerto tres días después, cerca de la laguna de El Carpincho.

Lanchas y motos de agua
Una situación similar se plantea con las lanchas y motos de agua que navegan a altas velocidades, muy cerca de donde se bañan los turistas.
En este caso, además de no existir prudencia ni sentido común, hasta el momento tampoco hay boyas demarcatorias que establezcan límites, aunque sea simbólicos. Menos aún, por supuesto, controles estrictos por parte de las autoridades competentes.